Nno pensaba sumarme a la moda de Shakira y Piqué, pero ayer, entre las muchas stories que sus fans compartían bailando la pegadiza cancioncita, se colaba una chica que me llamó especialmente la atención. "Tengo novio y estoy profundamente enamorada. Sin embargo, no puedo evitar escuchar a la cantante y empatizar con ella. Es más, me indigno como si me hubieran puesto los cuernos a mí". Y es precisamente ese el éxito del hit. Si hay algo que nunca fallan son las historias capaces de conectar con la gente. Muchos la critican por lanzar un himno en contra del padre de sus hijos, por su falta de "inteligencia emocional" al no aceptar su ruptura. La tachan de resentida y de sacar tajada profesional a cambio de hacerle daño a su ex pareja y a la amante. "Si eso lo cantara él, el movimiento feminista se echaría encima", se ha leído en las redes. Pero la gente se olvida de que llevamos años escuchando, cantando y bailando canciones de reggaeton machistas y dañinas contra las mujeres. Canciones que no solo se han aceptado, sino que se han convertido en auténticos bombazos. Y nadie decía ni pío. Ahora, que Shakira da un paso al frente y pone nombre propio a sus "balazos" le llueven las críticas. Y lo peor es que estoy convencida de que, incluso los más duros con la artista, la escuchan en bucle de camino al trabajo, en el gimnasio o en la ducha.

Porque, en realidad, a pesar de las discrepancias, es la libertad la que se impone ante la vida y la que enamora, cautiva y embelesa por igual "rompiendo" moldes. Es poco o casi nada habitual ver cómo una persona pública con millones de seguidores se atreve a cruzar la línea de lo convencional para expresar lo que de verdad siente. Se trata, simplemente, de una mujer que compone y que, como tantos artistas, saca de sus vivencias la inspiración para hacer música. Alguien a la que, como a muchos de los mortales, le han roto el corazón por amor, pero que, además, ha tenido que enfrentarse a que todos hicieran de su dolor noticia. La 'Sesión 53' es su mejor respuesta. Cuernos, habladurías, risas y chismes explotan en forma de una letra que, intuyo, se sabe hasta la suegra. Aplaudo a Shakira.

No solo porque ahora es más rica (al igual que Piqué y la "pobre" Clara Chía, millonaria, sin comerlo ni beberlo a sus 23), sino porque, simple y llanamente, ha hecho lo que quería. Y la libertad siempre debería premiarse. Atreverse a sentir y a decir lo que una siente sin importar el qué dirán, tendría que ser la máxima que moviera el mundo más allá del género o la condición social. Gracias, "Shak", por cambiar lágrimas por billetes.

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