El zoco

juan lópez cohard

Y todo esto, ¿quién lo paga?

El mes de marzo se ha despedido con todas las alarmas encendidas por el incremento del IPC que ha dejado la tasa interanual de inflación en el 9,8%. Y, lo peor, es que también ha subido la tasa de inflación subyacente (IPC sin precios energéticos y sin alimentos frescos. El problema de que la subyacente siga aumentando es que el Banco Central Europeo se verá en la tesitura de subir el tipo de interés lo que nos hará un pie agua ya que nuestra deuda alcanza el 120 % del PIB.

Si la pandemia del Covid-19 nos cogió con el culo al aire, sin saber ni qué la producía ni cómo se combatía, de la pandemia (que lo es) de la inflación, tan antigua como la creación del dinero, sabemos qué o quienes la producen, pero no tenemos ni idea de cómo se combate. A veces, el crecimiento continuo y generalizado de los precios de los bienes y servicios existentes en una economía, o sea la inflación, se debe a unas causas muy definidas, como el precio energético. Esa inflación desaparecería en cuanto se estabilizara el precio del barril.

Pero la inflación que nos ha alarmado tiene muchas más causas que la han provocado, aunque el Gobierno trate de hacernos creer que se debe tan solo a la guerra de Ucrania. Hace unos días, en una entrevista que le hacían al Ministro de Presidencia, Felix Bolaños, afirmaba: "Nosotros preveíamos ese comportamiento de la inflación, que ya antes de la guerra estaba siendo complicado". ¿Y qué ha hecho para evitarla?. Tras la dura etapa de austeridad impuesta por la crisis del 2008 y gestionada, socialmente muy mal, por Rajoy, se abrió una etapa de despilfarro con una política fiscal extraordinariamente expansiva. Más que expansiva yo diría explosiva, sin fronteras a la imaginación para gastos innecesarios o extravagantes, muchos rayanos en lo ridículo, lo que ha venido permitiendo un incremento excesivo de la masa monetaria en circulación que es el mejor caldo de cultivo para la inflación.

A ese comportamiento, en el que ha caído también la UE, se le unió durante la pandemia un incremento de la factura eléctrica, de una forma desaforada e impulsada por el alza del precio de los combustibles, especialmente del gas. Pues, ya se sabe, incremento de la masa monetaria, incremento del costo energético, incrementos salariales, incremento del gasto público, créditos a gogó e intereses muy bajos, pues el caldo inflacionista está servido. Ahora vendrán las medidas que, sean las que sean, acabarán en otro periodo de austeridad. Con la inflación, ha pasado siempre, las medidas a tomar son tan diversas como diversas son las teorías económicas. En 1940, Keynes, en su obra How top pay for the war, propuso medidas tan peregrinas como el ahorro forzoso. Claro que eran circunstancias excepcionales porque había comenzado la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo esa medida llego a tomarse en E.E.UU. y en Dinamarca.

Tampoco hay recetas tan simples como la que propone el PP. Todo se arregla con bajar impuestos. Medida que incrementa la renta y por tanto la demanda, o sea más inflación. Siendo cauto, la mejor medida es gastar poco y ser austero. Y preguntarse, como Josep Pla cuando vió el derroche de luz de Nueva York: "Y todo esto ¿quién lo paga?

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