Juan López Cohard

El reencuentro

El zoco

Hacía mucho tiempo, desde antes de la pandemia, que no me veía con mi amigo Lucio. Como siempre nos hemos vuelto a ver en el reabierto (este verano) bar "El chipirón colorao" en nuestra querida barriada de El Palo. Un reencuentro así trae muchos recuerdos, muchas cosas de la que hablar y un olor entrañable como el del pescaito frito que Rafael, el viejo echador del copo en la playa reconvertido en echador de copas en la barra, tenía por costumbre servirnos.

España ha cambiado mucho en estos tres últimos años -me dijo Lucio- pero afortunadamente El Palo no cambia, esa es la suerte de vivir en un paraíso: Montes a un lado, mar al otro y el cielo por montera.

Lo único malo en Málaga -le decía yo a Lucio- es que nacen los proyectos, macroproyectos algunos, como las setas en los alcornocales, y no se terminan la mayoría de ellos, ni aún los de menor entidad ya comenzados. Porque en nuestra Málaga los proyectos duran una eternidad, comenzando porque ninguno de los que se proponen concitan el acuerdo político de los grupos. Olvidado ya el gran proyecto del Guadalmedina, están en dique seco el proyecto de Repsol, el que yo bauticé como las Torrepsoles, mostrando entonces mi desacuerdo por venir a masificar una zona ya de por sí masificada, el Plan Málaga Litoral que la oposición, incluido Ciudadanos que forma parte del gobierno municipal, considera una inversión desorbitada y la reforma del Plan Especial del Puerto que permitiría llevar a cabo la construcción del hotel del dique de Levante. Éstos como grandes proyectos porque además hay una serie de ellos que ya ni me acuerdo en qué situación están, como por ejemplo el de los Baños del Carmen que sacó el Ayuntamiento a información pública en 2021 y nada más sé, o el proyecto de actuación del Campamento Benítez que también se bloqueó en el mismo año, o el del Convento de la Trinidad, aunque creo que en julio de este año la Junta ha sacado a licitación su rehabilitación después de más de una década dándole vueltas. Y, etc., etc.

Bueno, bueno, Juan -me decía Lucio- pero no te cabrees y piensa que España va como un tiro. No tienes más que escuchar lo que dicen todos los ministros con su presidente a la cabeza. Si ni fuera porque son ellos los que gobiernan estaríamos como si esto fuese Burundi, comiéndonos los mocos. Es curioso, más que un gobierno con sus ministros, parecen un orfeón con su director al frente. Todos hacen declaraciones exactamente iguales, como si por la mañana le diesen una partitura y esa es la que tienen que cantar. Pero, amigo mío, -reflexionó- ya te digo yo que esa canción no cuela. Un país en el que comienzan a cerrar los bares, como en Sevilla, y dejan de trabajar los médicos, no puede ir bien. Sin bares y sin médicos ¿qué vamos a hacer los viejos? Y, encima, cada vez hay menos jóvenes y más deuda. Te garantizo que este Gobierno no va a ser olvidado durante muchas generaciones de españoles y ¿sabes por qué? Porque, como decía el maestro, Manuel Alcántara, "para permanecer en el recuerdo de quienes vengan detrás de nosotros el sistema mejor es dejarles algunas deudas". Y ni te cuento la deuda que van a heredar de Sánchez los que vengan detrás, con ella se ha garantizado la permanencia en la memoria colectiva. Su recuerdo sí que será una memoria histórica.

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