Mitología Ciudadana

fabio rivas

La sarna

La sarna con gusto, no pica" -dice el consabido refrán español, para referirse a las cosas que, si bien en principio podrían resultar molestas, dado los beneficios que nos reportan (o creemos que nos reportan), las vivimos con agrado-. Sin embargo, en plena canícula agosteña y coronavírica, en el periódico Málaga Hoy se nos informaba de la existencia de un brote de sarna en una residencia de ancianos de la barriada del Palo, dependiente de la Junta de Andalucía, que ha afectado a seis personas. Al parecer, según la noticia, el año pasado se registró otro brote parecido en la misma residencia. El "sin embargo" anterior se justifica porque en este caso la sarna sí pica. ¡Y cómo pica! Pica tanto que obliga a los sufridos infectados a rascarse desesperada e inútilmente una y otra vez (sobre todo por las noches), hasta ocasionarse heridas, ampollas, infecciones… No vamos a hacer demagogia, aunque alguien debería dar explicaciones. Sabemos que el bichito, un ácaro diminuto, se contagia por contacto directo y persistente con la piel de un infectado, por ejemplo, tras mantener relaciones sexuales con él, o por usar sábanas contagiadas. En fin, una cuestión de higiene y cuidados… Lo cierto es que tras la infección, la hembra y el macho del ácaro copulan en la piel del recién infectado y, luego, la hembra grávida comienza a excavar estrechas galerías (2 o 3 mm al día) en las que deposita sus huevos, los cuales se convierten en adultos capaces de proseguir la cadena de contactos infecciosos unos días después. Todo muy instructivo y vergonzante: Una metáfora de nuestro tiempo.

En efecto, desde hace muchos años, "el ácaro de la sarna" se ha ido incrustando en la piel de nuestras instituciones, en las entrañas de nuestros partidos políticos, en las estructuras económicas y sociales, en nuestras mentes… y lo sabíamos y sentíamos el malestar de ese picor (sobre todo por las noches, cuando algunos tienen la mala costumbre de conversar con su conciencia). Había que airear la casa, higienizar los espacios públicos y los privados, someter todo eso a tratamiento y revisión, pero… Sí, la sarna con gusto no pica y, si pica -se decían algunos- no mortifica. Así que, de vez en cuando, con disimulo, uno se rascaba un poco y seguía adelante.

Ahora, ya bien infectados todos (ricos y pobres, listos y tontos de izquierda y de derecha, monárquicos y republicanos, centralistas y autonomistas supremacistas o pancistas…), cuando -y por supuesto hablo metafóricamente- la covid19 ha arrastrado al virus del Nilo, a la sarna, a la tuberculosis, al sida…; cuando la economía mundial se tambalea, cuando las libertades civiles peligran, cuando muchas fuentes de energía del planeta en el que vivimos y del que vivimos han dicho basta, cuando parece reiniciarse otro brote, cuando sabemos que tras el virus de la covid acechan otros muchos virus nuevos… Ahora, ¿seremos capaces, fría y honestamente, de tomar las riendas de nuestro destino sin aspavientos ni falsos mea culpas (ni culpas tua), honestamente, con sentido del deber, sabiendo que tal vez, como especie privilegiada, los humanos nos estamos jugando algo más que la molestia de un picor? No quiero ser pesimista (por naturaleza soy optimista), ni apocalíptico, pero me temo que "La sarna con gusto no pica, y si pica no mortifica", será la próxima canción del verano.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios