Esto no va bien

Las bombas estallan. La imaginación empieza a ser prescindible. La violencia gana y la fantasía pierde

Quizás algún día los mercenarios del grupo Wagner se declaren en huelga y se refugien en un lejano monasterio tibetano. Pero no parece que tengan representación sindical para negociar los términos de sus condiciones laborales, por lo que el sueño se antoja imposible. Así pues, la primera industria del mundo, las guerras, no corre peligro de colapso y sus profesionales no temen por la posibilidad de que la IA los sustituya. En un mundo en constante evolución, el uso de la violencia no ha hecho salvo refinar sus métodos y continúa siendo el método más utilizado por los humanos a la hora de confrontar sus diferencias. Pero salvo esta lamentable excepción, en el resto de las actividades se están produciendo cambios que preocupan mucho a algunos gremios, que comienzan a sospechar que la IA puede dejarles sin tarea en breve. Tal es el caso de actores, guionistas, técnicos de iluminación, vestuario o catering de Hollywood, que están en huelga desde mediados de julio y tienen paralizada a la industria.

Los huelguistas reclaman dos cosas. En primer lugar, regularizar las cantidades que reciben de las televisiones por los pases de obras en las que han participado. Con la llegada de las plataformas en streaming han aumentado mucho su difusión, pero la opacidad a la hora de informar por parte de los nuevos jugadores ha impedido convertir el mayor consumo de series y largometrajes en ganancias para sus creadores. Pero el problema principal es regularizar el uso de la IA y las nuevas tecnologías, que como el Depare,permite replicar a la perfección a las personas. Esto significa que se pueden escribir guiones y tener actores que los interpreten, prescindiendo de los seres humanos. El asunto no es menor. Productoras y distribuidoras han contraofertado con subidas económicas, pero plantean también su deficiente situación financiera como parte de un problema aún mayor. Compañías intocables como Disney acumulan pérdidas; otras como Warner se han tenido que fusionar (con Discovery) y viven en el desconcierto; algunas marcas históricas han desaparecido, como la Fox. Los gigantes compiten ahora con vídeos gratuitos y con máquinas que acumulan más conocimiento que todas las enciclopedias juntas. El resultado deja una constatación evidente. Las guerras continúan y su vigor se acrecienta con las industrias que les suministran material viviendo momentos de máxima actividad. Por el contrario, el sector del entretenimiento se paraliza y muestra signos de decadencia. Las bombas estallan. La imaginación empieza a ser prescindible. La violencia gana y la fantasía pierde. Esto no va bien.

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