OTRA vez es primavera. Otra vez sentimos que el ciclo se repite. Aunque tengamos un año más, nunca es tarde para disfrutar del azahar y su olor, del marismo y su olor, del incienso, del limón, la torrija, la cera que nos alumbra... ¡Otra vez es Semana Santa! Y de nuevo la Pollinica, la entrada en Jerusalén, las palmas, los ramos de olivo, los vítores y también las cornetas y los tambores, y las bullas, las prisas y los recuerdos. Siempre hacia atrás, evocativos, melancólicos, irrepetibles, parte importante de nuestro mundo poético y de nuestro acervo íntimo y callado. El Domingo de Ramos es el punto de partida. Aún festivo, nos deja entrever que es un preámbulo a otras estaciones que nos harán pensar y vivir en el dolor, la lágrima, el rojo, el negro, el resplandor, la angustia y en tantas intuiciones y preguntas sin respuestas. Después vendrá el drama. La representación del drama en cada esquina, en cada barrio e inauguraremos un año más esta Pasión según Málaga, como nuestro Manuel Alcántara nos enseñó a definirla. Otra vez estrenaré unos zapatos.