La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
PASADO el ferragosto por aquellas latitudes, la brisa fría del norte acariciaba nuestros rostros mientras cruzábamos el umbral de Uppsala, una ciudad 70 Km al norte de Estocolmo, donde el pasado se hace patente en cada rincón, como si las piedras mismas de sus calles cargaran con el peso de siglos de historia y sabiduría. Uppsala, con sus torres que desafían al cielo y sus ruinas milenarias, es una de esas joyas de la antigua Suecia que se encuentra suspendida entre los ecos de los vikingos y la erudición cristiana, entre los mitos de antaño y el conocimiento que sus habitantes han labrado con esfuerzo a lo largo de generaciones.
Nuestra primera visita fue a la majestuosa Catedral de Uppsala (Uppsala domkyrka), un monumento gótico que se alza en el centro de la ciudad como un faro de fe y poder. Aquí, cuando aparqué el coche, tuve la demostración patente de la civilidad de este pueblo que antaño tuvo fama de bárbaro. Sucedió que por un despiste aparqué en un lugar que estaba reservado para vehículos de emergencias (ambulancias, bomberos, policía, ...). Cuando, una vez cumplida nuestra visita al sagrado templo, volvimos a recoger el coche, me encontré en el parabrisas un papelito con un escrito a bolígrafo que algún probo ciudadano me había dedicado, decía así: “You may take a lesson now to park your car. Unresponsable. Tank you”. Traducción: “Tú podrías tomar una lección de como aparcar tu coche. Irresponsable. Gracias” ¡Increíble! En Suecia cualquier ciudadano se siente en la obligación de ejercer de guardián del orden. No me multó, pero me echó la bronca, me llamó irresponsable, y me sacó los colores.
Esta catedral, dedicada a San Erik, el patrón de Suecia, es una obra sublime, erigida en piedra, que refleja la transición del paganismo nórdico hacia la cristianización. Con sus altas naves, que parecen alcanzar las nubes, y sus detalles labrados con un exquisito arte medieval, uno se siente diminuto ante la magnificencia de su arquitectura. La Catedral de Upsala es un ejemplo emblemático del estilo gótico, caracterizada por ser, con sus 118 metros, la más alta de Escandinavia. Su arquitectura presenta una gran verticalidad, con dos torres occidentales y un diseño general de cruz latina que culmina en un coro y el correspondiente ábside. El interior exhibe un gótico exuberante en sus vidrieras, estatuas y figuras adornadas. El templo es actualmente una iglesia luterana, a pesar de haber sido inicialmente católica. Las bóvedas, que se cruzan en lo alto, parecen querer atrapar el cielo en un abrazo eterno, mientras que, bajo ellas, descansan los restos de grandes personajes históricos, como el ilustre Carl von Linné, el padre de la botánica moderna, cuyas investigaciones cambiaron para siempre la forma en que entendemos la naturaleza.
Es una joya de la antigua Suecia suspendida entre los ecos de los vikingos y la erudición cristiana
A un paso de la catedral se encuentra la venerada Universidad de Uppsala, fundada en 1477, la más antigua de Escandinavia, y cuyo espíritu de conocimiento y descubrimiento se mantiene intacto a lo largo de los siglos. Un lugar donde generaciones de jóvenes brillantes han dejado su huella en el mundo de las ciencias, las artes y la filosofía. Entre sus muros se formaron pensadores y científicos de renombre, como Anders Celsius, inventor de la famosa escala de temperatura, u Olof
Rudbeck, el sabio polifacético que dedicó su vida al estudio de la anatomía y la historia del país. El Gustavianum, que es el edificio más antiguo de la universidad, alberga una extraordinaria colección de artefactos y objetos que atestiguan el vasto saber de la época. Entre sus maravillas se encuentra el Teatro Anatómico de Olof Rudbeck, un espacio dedicado al estudio del cuerpo humano, que en sus días de gloria fue el escenario de disecciones y experimentos que desafiaban las fronteras del conocimiento. Es circular, una especie de foso con bancadas cuyas alturas son tan enorme que permite a todos los alumnos ver la mesa de quirófano. Se ubica en la cúpula del Gustavianum. Quien camina por sus pasillos, no puede evitar sentir que aun resuenan por cada rincón los ecos de aquellos primeros anatomistas, quienes con meticulosidad desvelaban los secretos de la vida.
No menos fascinante es su Biblioteca Carolina Rediviva, cuya majestad y erudición cautivan a quienes tienen la suerte de recorrer sus pasillos. Alberga tesoros de incalculable valor como la Biblia Argenta, un antiguo manuscrito que, como un relicario, guarda en sus páginas el conocimiento perdido de tiempos remotos, o la famosa Carta Marina de Olaus Magnus, una obra que ilustra el mundo medieval con su rico imaginario de monstruos marinos y leyendas de exploraciones nórdicas. Son famosas sus colecciones de libros y manuscritos, como la Colección Düben de música del siglo XVII, que contiene obras de compositores como Dietrich Buxtehude que no se conservan en otros lugares; la Colección Bodoni, que contiene la mayor colección de grabados de Giambattista Bodoni fuera de su ciudad natal, Parma; o la importante colección de Música Española, del siglo XVI, que posee el Cancionero de Upsala.
Más allá de la academia y el saber, Uppsala guarda en sus murallas un pasado de luchas y conquistas. El Castillo de Uppsala, edificado por el rey Gustav Vasa (s. XVI), se erige como un símbolo del renacer del reino sueco tras los turbulentos tiempos medievales. Con sus gruesos muros y sus imponentes torres, el castillo custodia no solo la memoria de un reino, sino también la de una época de agitación y cambio. Desde sus ventanas, uno puede imaginar el estruendo de las batallas de antaño, el brillo de las armaduras, el sonido de las espadas chocando, y el futuro de un país que aún luchaba por consolidarse.
Pero la importancia de Upsala ha quedado patente en el protagonismo que ha tenido, tanto en la mitología escandinava, como en las gestas de las sagas islandesas.
Una de las referencias más conocidas a Uppsala en dichas sagas se encuentra en las historias relacionadas con el templo de Uppsala, un lugar de culto dedicado a los dioses nórdicos Odin, Thor y Freyja. Este templo fue famoso en la época vikinga como el sitio principal de los rituales religiosos y sacrificios a los dioses.
La Saga de los Ynglings (Ynglinga saga), menciona a Uppsala como el centro del poder y la religión de los antiguos suecos, además de ser la sede de sus primeros reyes. Uppsala era el lugar donde se realizaban los grandes sacrificios a los dioses, y los reyes suecos eran considerados sacerdotes de estos cultos. El ritual más famoso que se menciona en las sagas es el sacrificio de Uppsala, particularmente el Blót (un sacrificio ritual a los dioses), que se celebraba cada nueve años. Durante esta festividad, se ofrecían sacrificios de animales, y según algunos relatos, hasta de seres humanos, en un intento por asegurar la prosperidad del pueblo y la protección de los dioses. La famosa leyenda de Olav Tryggvason, quien durante su viaje a Suecia en el siglo X luchó contra los paganos y destruyó el templo de Uppsala, resalta la importancia de esta ciudad como un centro pagano en el periodo pre-cristiano.
Para terminar, recordaremos a uno de los más famosos upsalienses que nos dejó reflejos de su ciudad en toda su inconmensurable obra cinematográfica: Ingmar Bergman. Y si la filmografía de Bergman es imposible de olvidar, tanto o más lo es el surströmming (arenque fermentado), porque su aroma es tan potente que se ha hecho famoso en todo el mundo.
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