La constitución ayer así como la elección de los alcaldes que inician el mandato para gobernar cien ayuntamientos de Málaga (faltan los de Mijas, Riogordo y Fuente de Piedra) pone fin a un dilatado ciclo electoral que ha paralizado buena parte de la actividad pública desde el otoño del año pasado. Ése es el primer encargo. Despejado el horizonte de urnas, es necesario más que nunca apretar el acelerador y afrontar los proyectos y los problemas pendientes de esta provincia que se han visto afectados por la competición electoral. Los comicios del pasado 26 de mayo ofrecen un escenario político en el que PP y PSOE se reparten las alcaldías de las principales ciudades de Málaga y en la que los pactos sólo han sido necesarios en una veintena de municipios.

Finalmente no hubo sorpresas y Francisco de la Torre, con el apoyo de los dos concejales de Ciudadanos encara un sexto mandato, a diferencia del anterior, con un gobierno de coalición. Son muchas las actuaciones que ayer presentó el veterano regidor, desde el Auditorio al río Guadalmedina, así como el ensanche del centro de la capital, con una complicada operación para soterrar el tráfico en el Paseo de los Curas. Algunas de ellas muy ambiciosas y con costes millonarios, pero que se arrastran y prometen desde hace ya demasiados años para que no se encaren ya con seriedad.

En la Costa, mientras los populares gestionarán Fuengirola, Estepona y Marbella, a la espera de Mijas, los socialistas gracias a los acuerdos conservan Torremolinos y Benalmádena. Llama la atención la alianza que ha aceptado el PSOE en Torremolinos para mantener el bastón de mando con el voto de una concejal tránsfuga de Vox y el respaldo de una formación nacida tras una escisión del PP. Las penosas imágenes durante el Pleno auguran un periodo con un riesgo evidente de inestabilidad. Por el contrario, reconfortan ejemplos como el de Tolox, donde PP y PSOE aceptan compartir gobierno y turnarse en las Alcaldías tras el empate a concejales. Es la hora de la política.