La nueva ruta de la inmigración desde Argelia

Marlaska ha viajado a Argelia ante el aumento de la inmigración de este país, que ya supone la mitad de la que cruza por el Estrecho

La acción conjunta de España y la Unión Europea logró reducir de modo muy drástico las corrientes de migración irregular en el entorno del Estrecho. Las cifras del verano de hace tres años no han vuelto a repetirse, y eso en gran medida se debe a la colaboración de Marruecos y a los acuerdos logrados con el país vecino. Pero en los últimos meses está aumentando la llegada de inmigrantes procedentes de Argelia. De las 4.509 personas que Frontex tiene registradas por cruzar de modo ilegal el Estrecho desde enero pasado, 2.493 son argelinas, una de cada dos. Poco más de mil proceden de países subsaharianos y sólo 686 de Marruecos. Ante esto, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha realizado un viaje a Argelia, donde se ha reunido con el presidente, Abdelmayid Tebú, con su homólogo y con el ministro de Exteriores. Lo que se ha trasladado de estos encuentros es que España abrirá nuevas líneas de trabajo, aunque no se han especificado en qué consistirán. Si tomamos como ejemplo lo sucedido con Marruecos, España ha entregado ayuda económica a su Gobierno para fortalecer el control de las fronteras del país vecino y se ha implicado en que la Unión Europea materialice unas transferencias prometidas. Éste debe ser el camino a seguir con Argelia. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurría con Marruecos, el problema argelino de estos días no son los inmigrantes que proceden de otros países, sino sus propios nacionales. La insatisfacción social y económica se dejó ver en las calles argelinas en 2019 y si el movimiento de protesta llamado Hirak remitió, se debió a la irrupción de la pandemia del Covid-19. Este problema que arrastra el país desde hace años es el que está detrás del aumento de inmigrantes en estas rutas. España no va a solucionar los problemas políticos del norte de África, por lo que entendemos que el Gobierno de Pedro Sánchez debe mantener esta línea de colaboración con los vecinos, que pasa por una dotación de fondos, o propios o de la Unión Europea. Es Bruselas la que debe llevar, y lleva, el peso de este tipo de relaciones, pero corresponde a España guardar estas buenas interlocuciones con los vecinos.

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