Tribuna

Antonio rivero taravillo

Lo Cortés y lo Cuauhtémoc

¿Fue un franquista exacerbado Aub Al contrario, fue un republicano que tuvo que exiliarse en México en 1942. Y fue judío, además, como Sheinbaum

Lo Cortés y lo Cuauhtémoc

Lo Cortés y lo Cuauhtémoc / rosell

Este año 2024 muchas papeletas van a buscar urnas en todo el mundo, en uno de los años más electorales que se recuerdan. También en España, en la vieja piel de toro, ha habido o están en marcha votaciones en regiones como Galicia, el País Vasco o Cataluña. En el continente americano también una importante renovación de cargos públicos, empezando por la Presidencia de la nación, va a tener lugar. No me refiero a los Estados Unidos de América, el gigante gringo. Aludo a los Estados Unidos Mexicanos, la gran nación que fue la Nueva España y donde perduran, para bien y para mal, muchas de las costumbres, vicios y virtudes que conforman nuestro país.

Por fin se va ese anagrama, AMLO, Andrés Manuel López Obrador, un demagogo alineado con la izquierda novotrasnochada de Hispanoamérica y a quien la inadmisible irrupción de la policía ecuatoriana en la legación mexicana en Quito podría hacer bueno, por contraste, si no fuera porque sus propios excesos no lo hacen acreedor de ninguna ejemplaridad democrática.

Naturalmente, es el pueblo mexicano quien debe decidir el próximo junio a quién entregar su confianza, si es que esto se puede decir de un país que la ha perdido ya casi toda en sus políticos. Desde aquí solo podemos desear suerte a aquel pueblo, y tino en la elección. Lo que inquieta es que la candidata mejor colocada en las encuestas sea una seguidora de AMLO. Si además es continuista, malo. Porque el presidente saliente ha caracterizado su sexenio, entre muchos dislates y algunas candorosas intenciones, por una inquina antiespañola. En efecto, entre los entuertos está el haber envenenado las relaciones con España cuando ninguna falta hacía y era mucho más fructífera para ambas partes (a la postre la misma) la colaboración.

Porque AMLO ha tenido salidas de pata de banco como exigir que España pida perdón por su pasado. Ese anacronismo pintoresco de que el Rey pida perdón por lo sucedido hace siglos se las trae. Y más si se piensa que en realidad no fue la Corona la que ejecutó en solitario y con responsabilidad única aquella conquista y la construcción del próspero virreinato. Los excesos y los logros hay que repartirlos entre muchos, incluida la Iglesia en la que profesó como monja la gran voz de la poesía barroca en español, con Góngora: la extraordinaria sor Juana Inés de la Cruz. Criolla, de sangre española, por más señas. Como tantos que contribuyeron al realce de México.

En 1949, Max Aub anotó en su diario (publicado íntegro el año pasado por la editorial Renacimiento) un encuentro con tres intelectuales mexicanos. No tienen desperdicio los apuntes del autor de La gallina ciega, a quien llama la atención que, no teniendo ninguno de los tres una gota de sangre india, y dos de ellos descendientes de españoles, odien a Hernán Cortés frente a Cuauhtémoc. Y que “los indios de hoy –esos, sí, hijos de Cuauhtémoc– les tienen completamente sin cuidado”. Añade, en cita muy ilustrativa, tras decir que estos “españolitos” obran así movidos por sus intereses: “Lo que promueve esto es otra cosa: su evidente complejo de inferioridad, porque la razón les lleva a defender lo puramente autóctono y el residuo de las creencias todavía vigentes de la influencia de la sangre a sentirse –en el fondo– incómodos por considerar que la gente de la que dicen pestes son, sin lugar a duda, sus antepasados”. Y cierra su anotación con dos chispazos igualmente clarividentes: “El problema es idéntico –en un 50%– para los mestizos. Los indios –por ahora no se enteran– lo sabrán el día en que sean mestizos”.

Es lo que sucede con el blanquísimo AMLO, nieto de montañés y asturiana (con algún mestizaje). Es lo que ocurre con Sheinbaum, cuyo apellido exótico no es azteca sino judío, lo cual no obsta para que se atavíe con prendas tradicionales indígenas que a la vez que aportan colorido a su vestimenta le otorgan un falso pedigrí. Pues de eso se trata la reivindicación de un México puro primigenio y en paz frente a las carnicerías codiciosas de los conquistadores: de una gran impostura como demuestra cada vez más la bibliografía.

¿Fue un franquista exacerbado Aub? Al contrario, fue un republicano que tuvo que exiliarse en México en 1942. Y fue judío, además, como Sheinbaum; por lo tanto, ajeno a las retóricas regiocatólicas. Los españoles debemos tratar de comprender mejor a nuestros hermanos y parientes lejanos de allí, empezando por los indios que aún no tienen sangre nuestra. Los mexicanos harían bien asimismo en reconciliarse con su pasado, que es decir con ellos mismos. Con nosotros.

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