El accidente que le cambió la vida a Rafael Jurado, pintor de Vélez-Málaga: "Un milagro me convirtió en lo que soy"
Sobrevivió a una caída de una cuarta planta mientras trabajaba en la obra, el impacto le causó temblor pero no le impidió desarrollar su arte
Medio siglo detrás de la barra del mismo bar

Vélez-Málaga/"No estés triste hijo, si la vida te quita algo es porque viene algo mejor", le dijo el padre de Rafael Jurado Lorca cuando era tan solo un niño. El joven originario de Vélez-Málaga tuvo la oportunidad de desarrollar su pasión, aprender a pintar en una academia de arte, pero por cosas de la vida, tuvo que dedicarse a la obra durante 30 años. En 1985, volvió a nacer, como expresa él mismo. Lorca se cayó de una cuarta planta y de milagro sobrevivió al impacto: "Fue en ese momento cuando me convertí en lo que soy hoy en día", se sincera. Sin querer, y tras un accidente, surgió uno de los pintores más reconocidos en la capital de la Axarquía, a pesar de sufrir temblor nervioso en sus manos a causa del grave accidente.
En 1941, en plena posguerra española, nació en Vélez-Málaga Rafael Jurado Lorca, hermano mayor de tres hermanos. Pasado un año, su familia se trasladó a una casa de campo llamada "El Molino". Por causas de trabajo, se mudaron a El Trapiche, a un cortijo, "La Huerta Campos". Allí vivió durante 20 años.
Fue en la pequeña casa donde Jurado despertó el interés por la pintura. Su padre dibujaba en su tiempo libre: "Trabajaba todo el día en el campo, pero cuando llegaba a casa sacaba repentinamente algo con su lápiz y reflejaba cosas fascinantes", explica el pintor. A raíz de eso, el pequeño empezó a plasmar paisajes de aquel campo que le rodeaba, y especialmente de las chumberas. Al no tener medios, lo hacía en cristal. Más tarde, su hermano, Juan Jurado Lorca, empezó a pintar sus primeros cuadros.
Rafael demostraba un talento innato, un familiar le observó e intentó llevarle a Málaga para que aprendiese dibujo: "Mi tío tenía la Casa de Música en la capital, y conocía a los profesores, pero me explicaron que no podía obtener plaza. Mi padre me dijo que la vida me tendría preparado algo mejor", narra el protagonista.
La situación de la familia veleña no era la mejor, por ello, el mayor, Rafael, tuvo que trabajar en la obra. Sacrificó su pasión por el sustento de todos. Ejerció la profesión durante 30 años, mientras su hermano Juan se convertía en un auténtico artista. Años después, Jurado se enteró de que en realidad sí obtuvo plaza, pero su padre le pidió a su tío que le mintiese para que trabajase en la obra, al igual que su otro hermano. Tras esto, el veleño no volvería a coger un pincel en treinta años: "Era una decisión difícil, pero entendible, no teníamos mucho, y yo era las manos y piernas de mi padre", expresa Jurado.

Un accidente cambió todo
En 1985, Jurado se encontraba en Vélez-Málaga enfoscando las paredes de fuera en la cuarta planta de un bloque. Entonces, realizó una temeridad: "Intenté saltar a una terraza, pero me quedé enganchado y acabé cayendo por el hueco", explica. En ese momento, pensó en sus tres hijas y su mujer, acabó en el suelo de lleno: "Ocurrió un milagro, al parecer, al hacer fuerza y caer de glúteos, pude salvar mi vida, pero me partí la cadera, pelvis, brazo y me afectó al conducto de orina", expresa el veleño.
Los médicos se preguntaban cómo era posible, nadie podía responder a esa pregunta. Pasan los días y aún recuerda cuando un médico le explicó su situación tras la caída: "Noté en sus ojos cómo se alegraba de darme la noticia, se notaba su profesionalidad y lo buena persona que era", recuerda Rafael Jurado.
Así, el pintor pasaría ocho meses entre los hospitales de Málaga y Torremolinos. Mientras, su hermano Juan, quien ya vivía de la pintura, contaba los días hasta su recuperación: "Me veía con tubos y en un estado crítico, pero no perdió la fe y me acompañó en todo momento", detalla Jurado sobre su hermano.
Un tiempo después se recuperó. Pudo volver a andar y hacer vida normal, dentro de la situación, aunque su mano buena quedaría dañada, generándole temblor permanente. Las lesiones le impedían volver a trabajar en la obra y en casi cualquier trabajo de esfuerzo: "Me dieron una paga del 55% con la opción de poder trabajar de algo, pero, ¿de qué iba a vivir?". Pues de su pasión, la pintura. Para matar el tiempo, Jurado recuperó su mayor hobby, el cual se acabó convirtiendo en su nuevo oficio, a pesar de sus dificultades y su mal pulso.

Nace un artista
"Juan se empeñó en que presentara mis cuadros y obtuve una posibilidad, en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Nerja en 1987", explica Jurado. En aquel tiempo no hacía cuadros grandes, aun así vendió 19, casi todos los que llevó ese día: "Me compraron personas de Inglaterra, Suiza y otros países de Europa. Un profesor de inglés, que daba sobre el poeta Lorca, se fijó en mi apellido y me promocionó", añade el artista.
"Cuando mi carrera como pintor despegó mi padre me pidió perdón llorando", destaca el pintor.
A finales de la década de los 80 empezaba a despegar un artista original en Vélez-Málaga, obsesionado con las chumberas y su habilidad de reflejar el realismo, creando obras que desde lejos parecían fotografías. Todo su arte lo realizaría con el hándicap de tener un mal pulso y temblor constante, pero aprendió técnicas para que esto no le afectase.
En 1990, Jurado tuvo otra oportunidad: Exposición en la Caja de Ahorros provincial en Vélez-Málaga. Seguía su camino de éxito, pero por desgracia, ocurrió una nueva tragedia en su vida. "Mi hermano estaba enfermo de la vena cava, se operó en Francia, pero murió repentinamente", recuerda con tristeza el pintor.
Juan, quien acompañó durante meses a Rafael, y rezaba por su vida, perdería la suya años después, en cambio, el hermano mayor se mantendría sano.
Con la muerte de Juan, la pintura veleña perdió a su artista más pujante, imaginativo, conceptual y emprendedor, que reflejaba un surrealismo ingenioso. Años después, Vélez-Málaga reconocería su talento nombrando un parque a su nombre.

Misma sangre, diferente arte
Los hermanos Jurado empleaban un estilo totalmente distinto. El mayor apuesta por el realismo. Obsesionado con los subtropicales. De las más de 200 obras que ha realizado, la mayoría son del mismo estilo, y en casi todas luce la misma planta: la chumbera. Rafael ha plasmado durante media vida las costumbres de casi todos los pueblos de la Axarquía. A diferencia del mayor, Juan apostó por el surrealismo. Un arte muy diferente, para hacer reflexionar.
Ambos han tenido el reconocimiento de grandes figuras, el escritor Francisco Hernández dedicó escritos a Rafael y Juan vendió obras a artistas como Manolo Escobar, juntos, han llevado el apellido Jurado a la historia de Vélez-Málaga.
Rafael pasa los días recordando a su familia y a su hermano. Vive humildemente en Vélez-Málaga, en una pequeña casa con centenares de cuadros, en la que solo cuelga las obras de su hermano y familiares, nunca las suyas. Pinta todos los días y hasta hace unos años acudía a su finca de aguacates. Sigue haciendo exposiciones, "ya van más de 50", y a pesar de su experiencia, siempre se pone nervioso cuando realiza una nueva o cuando le compran una obra.
La vida le quitó a Vélez-Málaga un Jurado, pero le dio la oportunidad de conocer a otro, quien sigue haciendo honor a su apellido por toda la comarca, y con 84 años, es historia del municipio.
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