Dos agresiones de presos conflictivos en 10 días: funcionarios de Alhaurín de la Torre advierten de que "juegan con fuego"
Acaip denuncia que el perfil de los internos, "con la delincuencia organizada asentada" en la Costa del Sol, "es extremadamente peligroso"
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Dos agresiones protagonizadas por presos conflictivos en los últimos 10 días, según denuncia la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (Acaip), han provocado indignación entre funcionarios de la cárcel de Alhaurín de la Torre, que pide "medidas disciplinarias contundentes" para reducir la violencia. El último episodio ha ocurrido en el módulo de mujeres, donde una trabajadora ha sido agredida, supuestamente, por una interna "que se abalanzó sobre ella". La organización sindical advierte de que esta reclusa tiene un amplio historial delictivo, "con múltiples informes previos que avisaban de su peligrosidad" y que, sin embargo, estos "habían sido reiteradamente ignorados" por la dirección del centro penitenciario, que está "jugando con fuego".
No se trata, refleja el escrito difundido por Acaip, de "un hecho aislado". En un caso anterior reciente, otro funcionario, jefe de servicios, fue también agredido, presuntamente, por un recluso del módulo 9, ocupado mayoritariamente por internos de origen árabe y magrebí-. "No son especialmente peligrosos pero sí muy conflictivos", destaca uno de los portavoces.
Los dos reos considerados responsables de las últimas agresiones han sido trasladados al módulo de aislamiento, "pero no se ha aplicado ninguna otra medida restrictiva". "El aislamiento provisional es por el tiempo mínimo necesario", asegura el representante sindical, que defiende "mantenerlos durante más tiempo, aplicando medidas que les limiten la vida normal en prisión".
Según la asociación, los trabajadores penitenciarios están "muy indignados" y consideran que la dirección de la prisión está "más preocupada en fomentar las actividades recreativas entre los internos que en conseguir que sus trabajadores tengan un mínimo de seguridad al realizar sus labores".
La Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias ha lanzado también un mensaje que guarda relación con los últimos tiroteos registrados en la Costa del Sol, a manos, supuestamente, de bandas en guerra por el narcotráfico. "El perfil de los internos de la prisión de Alhaurín, con la delincuencia organizada asentada en la Costa del Sol es extremadamente peligroso, lo que unido al aumento de reclusos en los últimos meses ha hecho que la conflictividad aumente", denuncia el colectivo de funcionarios. Insiste también en la "falta de personal".
Pero, lo que más preocupa a los trabajadores penitenciarios "es la falta de respaldo por parte de la dirección". "La seguridad jurídica es findamental" expresa uno de los representantes de Acaip, que lamenta que entre los presos "se extienda la certeza de que una agresión a un funcionario no tiene consecuencias", porque ello sólo dará lugar a que "aumente en gravedad".
Drogas en preservativos ocultos en el ano tras un vis a vis
Operación antidroga en la cárcel de Alhaurín de la Torre. Una comunicación vis a vis familiar llevó hace unas semanas a los funcionarios penitenciarios a detectar un alijo que dos presos iban a colar en los módulos para su uso y disfrute. "Es la máxima incautación de cocaína y hachís que se recuerda en este centro", aseguran fuentes del sindicato Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM). Los reos, supuestamente, involucrados habían ocultado la sustancia prohibida en preservativos, que después se escondieron en el recto. Hay dos implicados, contra los que ya se han adoptado medidas disciplinarias. Se enfrentan a un posible delito contra la salud pública (por tráfico de drogas), que está castigado con penas de prisión de entre 6 y 9 años, además de con elevadas sanciones económicas.
La droga fue descubierta "justo al finalizar un vis a vis familiar", en el que un interno se había citado con unos familiares. Aunque los guías caninos se limitan a 'marcar' al interno, su papel es clave para neutralizar la presencia de droga en las cárceles. Los funcionarios se apoyaron en la unidad canina, de gran utilidad para comprobar que todo estaba en orden. Fue entonces cuando uno de los perros detectó los estupefacientes mediante el sistema de marcaje lapa. Una vez en Enfermería, a los presos sospechosos se les realizó una prueba de rayos X -conocida en en el argot penitenciario como placas-.
El pesaje posterior permitió conocer que se había frustrado la entrada en el centro penitenciario de 25 gramos de cocaína y varias bellotas de hachís, según otras fuentes próximas consultadas. Desde la asociación Tu Abandono Me Puede Matar advierten de que la introducción de esta cantidad de droga "hubiera supuesto un grave riesgo para la convivencia interna, pudiendo generar conflictos, deudas, agresiones y un fuerte desequilibrio en la seguridad, atentando directamente contra la integridad de los trabajadores penitenciarios y del resto de internos".
La actuación ha sido el colofón de una investigación capitaneada por el Grupo de Información y Control Operativo (GICO), con el apoyo de la Unidad Canina Penitenciaria (UCAP), que controla el material que se puede camuflar en visitas personales no vigiladas, y la "coordinación constante" con los propios trabajadores. En este caso, varios internos que estaban siendo sometidos a un seguimiento fueron interceptados tras mantener encuentros familiares. Dos de ellos portaban, presuntamente, "una considerable cantidad de droga, que pretendían introducir en el centro mediante métodos encubiertos".
Vaselina en condones en salas con puertas opacas
Pero, ¿cómo llega la droga hasta las entrañas de la cárcel? El proceso habitual para transportarla, según ha podido saber este periódico, es el que sigue: los familiares que se prestan a ello facilitan el estupefaciente a los internos en una sala vis a vis, con puertas opacas que imposibilitan adivinar qué se planea dentro. La escena transcurre en el baño. Allí, los reos, "que ya son expertos" y no siempre necesitan la colaboración de sus compinches, extienden vaselina a los preservativos que van a ocultarse en el ano. Esta vez, cada uno de los reos mantenía un encuentro con su familia. Entre ellos no había habido contacto, pero para sorpresa de los funcionarios, ambos llevaban cocaína y hachís. "La rápida y eficaz intervención evitó que estas sustancias prohibidas llegaran a los módulos", apostillan desde la organización sindical.
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