El descanso gana tras 18 años
Los vecinos de El Copo de Torre del Mar, que recibirán una indemnización tras un fallo del Supremo, recuerdan los excesos y penalidades que han sufrido por los ruidos
En los 90, El Copo de Torre del Mar se convirtió en una de las zonas preferidas de los jóvenes malagueños que buscaban marcha durante el verano. Medio centenar de bares junto al paseo marítimo donde pasar la noche hasta altas horas de la madrugada. Un paraíso para ellos y un infierno para los vecinos que vivían a escasos 30 metros y que buscaban esta localidad costera para descansar durante la época estival. Tras 18 años de pleitos con el Ayuntamiento por no actuar para defender sus derechos fundamentales, los 18 propietarios que denunciaron han ganado una sentencia histórica en España. Cada uno de ellos recibirá 156.260 euros, según ha dictado el Tribunal Supremo.
Noches de insomnio depresiones, y cuadros nerviosos con sus respectivas visitas médicas y psiquiátricas. De día, no les quedaba otra que acudir a la Tenencia de Alcaldía para protestar. "Así pasábamos nuestras vacaciones. Veníamos a relajarnos y nos íbamos más estresados de Torre del Mar", recuerda José Antonio Siles, un cordobés que compró una vivienda en el Conjunto Ipanema en 1984 y a la que acudía los meses de verano con sus padres y sus cuatro hijos menores de entre 4 y 11 años. Dos años después construyeron El Copo, una zona que en principio surgió como centro comercial abierto pero que en varios años se convirtió en el centro neurálgico de la movida.
"Los ruidos eran todo el día. Abrían a las 10 de la noche y se tiraban hasta las siete de la mañana. La música salía por puertas y ventanas. Luego la gente montaba coches discoteca y se quedaban hasta por la mañana. Las limpiadoras también ponían música a las ocho, las máquinas limpiadoras del Ayuntamiento llegaban después para absorber la suciedad que habían dejado, y a la hora de la siesta, llegaban los propietarios para organizar el bar con más música. Ni siesta", comenta Siles quien incluso fue nombrado en la comunidad "vocal de ruidos". Todos los días iba a protestar a la Tenencia pero "no servía de nada, la policía no acudía y no se respetaban los horarios de cierre ni el de ruido". Llegaron a soportar cuatro veces más la contaminación acústica permitida situada en 30 decibelios frente a los 120 a los que llegaron algunos fines de semana.
En 2003, el Tribunal de Justicia de Andalucía condenó al Ayuntamiento a pagarles 12.020 euros a cada vecinos, tras presentar ambas partes un recurso de casación, esta cifra se ha transformado en 12.020 euros por vecino y por cada año que sufrieron las molestias.
"No hay dinero que pueda pagar todo lo que sufrimos. Estamos satisfechos porque se trata de una victoria moral", apostillaba Siles.
Otros vecinos, de los 18 que presentaron denuncias, como María Josefa Poyatos, no quieren ni acordarse del calvario que sufrieron entonces, "algunas familiares cuando venían nos tachaban de masoquistas". El presidente de la comunidad, Antonio Quiros, también defiende que hubiesen preferido "disfrutar de sus casas antes que del dinero" por el ruido que han soportado todos estos años.
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