Uno de los "presos más peligrosos" de España vuelve a la cárcel de Archidona en la que intentó matar a tres funcionarios

Con 32 delitos y 140 sanciones por numerosos ataques a trabajadores penitenciarios y policías, acumula 10 causas pendientes que no cumplirá hasta 2045

Un policía herido en un enfrentamiento con vendedores ambulantes en un chiringuito de Marbella

Imagen del exterior de la cárcel de Archidona.
Imagen del exterior de la cárcel de Archidona.

La suya ha sido una historia de entradas y salidas en prisión, aunque el grueso de su carrera delictiva ha transcurrido tras los barrotes por decenas de ataques perpetrados a funcionarios y policías. Ha pasado por cárceles de casi toda España. Sebastián S. H. acumula 32 delitos y más de 140 sanciones motivadas por atentado contra la autoridad, lesiones y daños. Con 10 causas todavía pendientes -que no cumplirá hasta 2045- ahora ha vuelto a la prisión de Archidona, donde hace años ya intentó, supuestamente, matar a tres trabajadores. Varios de los que le han custodiado en distintos penales lo perfilan como “uno de los cuatro o cinco reclusos más peligrosos” de la historia penitenciaria española. “No hay muchos como él. No deja vivir a nadie. Todos nos ponemos en alerta cuando llega; es un tipo que solivianta a la plantilla", aseguran.

Su regreso esta semana al centro penitenciario Málaga II, en Archidona, ha causado revuelo entre funcionarios -con los que se ha enfrentado en juicios- y reos. En prisión le temen, tras los muros también. “Los internos que pueden tener contacto visual con él sienten miedo y no quieren coincidir ni aunque sea con una puerta de por medio”, atestiguan fuentes conocedoras suyas.

Ha habido reos que incluso han solicitado un informe de incompatibilidades con el delincuente y pedido marcharse de la cárcel. Otros renuncian a salir al patio, donde Sebastián permanece tres horas al día, clasificado en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento 1 (FIES), lo que es sinónimo de control directo, por su especial conflictividad.

Oriundo de Coín, aunque criado en el barrio obrero de San Andrés, en Carretera de Cádiz, según él mismo relataba años atrás a fuentes penitenciarias, ingresó por vez primera en prisión acusado de un simple robo con violencia. Corría mayo de 2002 y Sebastián acababa de estrenar la mayoría de edad. Desde entonces, a excepción de un lapsus en 2017, ha ido encadenando delitos entre rejas. Quienes años atrás han tenido que trabajar en cárceles con él coinciden en el mismo análisis: "Es una persona con conductas antisociales que no respeta las normas ni ningún tipo de autoridad: ni fuera ni dentro".

Lo habitual es que los internos considerados peligrosos cambien de destino cada seis meses para esquivar conflictos en las cárceles. Su polémico traslado a la falda de la sierra de Archidona podría guardar relación con el derecho del que gozan los reclusos a estar destinados en un centro penitenciario cercano a su domicilio familiar. Este periódico contactó ayer con la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias para confirmar este extremo, pero rehusaron pronunciarse al respecto por cuestiones de "seguridad". Esgrimieron que el caso de Sebastián H., como el del resto de internos, "es información privada". "Ni informamos de traslados ni de las motivaciones que estos tienen", afirmaron fuentes oficiales.

El nombre de Sebastián ha resonado en cárceles como las de Alhaurín de la Torre, Puerto II y III (Cádiz); Cordoba; Valdemoro (Madrid); Castellón II; Albolote (Granada); Sevilla II; Algeciras (Cádiz) y Murcia II. En una de ellas, atrincherado en aislamiento, intentó "clavarle a funcionarios" un cristal que empuñaba. "No acertó, pero apuntaba al cuello", describen trabajadores que le conocen sobradamente. En otra trifulca de entidad, "prendió fuego a su celda para que los funcionarios tuvieran que entrar a por él para salvar su vida". Entonces, aprovechaba su vulnerabilidad para atacarles.

Interior sigue sin reconocer la condición de agentes de autoridad a los funcionarios

Pocas medidas han resultado triunfantes con este delincuente. "En el módulo de aislamiento ha llegado a durar una semana y volvía a agredir. Es grande, corpulento, fuerte y sabe boxear. Va a matar", aseveran otras fuentes próximas que también han lidiado con él. "Lo curioso", admiten, es que con Sebastián cualquiera puede entablar conversación, hasta que, "al minuto, ya quiere matarte". "Pasa de 0 a 100 en un segundo", añaden funcionarios que durante años lo han vigilado de cerca. Todos ellos rescatan sin esfuerzos una anécdota: "Recuerdo cuando lo sacaron de un juicio porque empezó a insultar a la jueza o el día en el que le dijo a un preso: 'Hazme un dibujo o te reviento la cara'. Se asustaban porque tiene toda la maldad del mundo". Y recuerdan, en este punto, que el Ministerio del Interior no ha reconocido aún la condición de agentes de autoridad a los funcionarios de prisiones, pese a la peligrosidad de los convictos a los que custodian.

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