Un seguimiento dietético realizado durante diez años entre adolescentes estadounidenses ha determinado que las chicas que beben refrescos habitualmente desde los cinco años tenían hábitos alimentarios que casaban muy poco con los estándares nutricionales recomendados. Las niñas que no consumían bebidas gaseosas desde tan corta edad no es que cumplieran a rajatabla los requerimientos nutricionales, pero su dieta era, por lo general, mucho más saludables.

La diferencia entre los dos grupos está "no sólo en lo que están consumiendo, sino en lo que no están consumiendo", dijo Laura Fiorito, del Centro para la Investigación de la Obesidad Infantil de Pennsylvania, Estados Unidos. El consumo de leche era muy diferente entre los dos grupos. Los bebedores habituales de refrescos toman menos; y la leche tiene todos los nutrientes que diferían entre los grupos con la excepción de la fibra. A los cinco años, los bebedores de refrescos consumían casi la mitad de leche que los otros. Por lo general el consumo de refrescos se asoció a una menor ingesta de nutrientes varios: fibra, proteínas, vitamina C, vitamina D, calcio, magnesio, fósforo y potasio. Obviamente, los bebedores de refrescos con gas tenían una ingesta media mucho más alta de azúcares añadidos.

Tampoco todo esto quiere decir que beber refrescos con moderación garantice una salud nutricional idónea. A pesar de los bebedores de gaseosas tenían una dieta notablemente menos adecuada, ambos grupos no cumplieron con las recomendaciones de ciertos nutrientes. El Instituto recomienda que las niñas de entre 14 y 18 reciban al menos 1.300 miligramos de calcio al día. A los 15 años, los bebedores de refrescos consumían un promedio de 767 miligramos al día, mientras que quienes no beben soda mostraban una media de ligeramente superior a 851 miligramos al día, cifra superior aunque notablemente insuficiente.

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