Historia cofrade de nuevos aires
Mediadora de la Salvación abre una nueva ruta desde los barrios del extrarradio con su llegada al centro histórico y el descubrimiento de nuevos itinerarios El Rico, Paloma y Expiración recibieron la visita del Ministro de Justicia
El estreno más esperado de la jornada venía desde las inmediaciones de la estación de trenes. Mediadora de la Salvación, hermandad agrupada, llegaba con un poco de adelanto al recorrido oficial tras salir desde calle Ayala. Su incorporación en el Miércoles Santo supone un giro de tuerca a la historia de las cofradías que pueblan la jornada, enraizadas en su historia y en el centro histórico, la misma noche que dos almas se liberaban: el reo de Jesús El Rico y el alma de Cristo cuando expiró en San Pedro.
Mediadora
La llegada de Mediadora de la Salvación a la jornada del Miércoles Santo supuso un aire fresco en el día de cofradías históricas por excelencia. Desde la barriada de Las Delicias llegaba una nueva hermandad agrupada, la nota destacada por sus formas pero también por ser uno de los principales estrenos de la Semana Santa.
Desde el tinglao instalado en calle Ayala, en el solar cedido por el Ayuntamiento de Málaga para la construcción de su casa hermandad en el futuro, partiría el trono de la Virgen Mediadora, obra del imaginero malagueño García Palomo. Un conjunto sobrio de madera y paneles plateados, con una más que destacable candelería que la hermandad ha ido añadiendo en los últimos años gracias al esfuerzo constante de sus hermanos. Unos metros más allá, en la parroquia vecina del Santo Ángel, los 130 nazarenos de las dos secciones de la hermandad -representando al Nazareno Redentor del Mundo salieron hasta 46 penitentes- salían completamente formados y con la seriedad propia del cortejo para esperar a la Virgen. A los toques de campana realizados por Francisco de la Torre partía el trono en medio de un sonoro aplauso por el público que se encontraba allí congregado, en un momento histórico para la hermandad, principalmente vecinos de las escuelas del Ave María y del propio entorno de la estación de trenes, dispuestos a formar parte de la sonrisa que se dibujaba en la cara de los nazarenos, que encogían sus ojos bajo el capirote en señal de alegría.
La primera marcha dedicada a la Virgen Mediadora fue la que lleva su propio nombre, y tocada con especial maestría por la Trinidad Sinfónica, que se convertía en el único acompañamiento de la hermandad en su puesta en la calle.
Algo más adelante, fue enternecedor el gesto de las Hermanitas de los Pobres, que crearon una tribuna improvisada para los ancianos a los que cuidan, a la sombra del propio edificio, para que pudiesen ver con sus propios ojos la procesión y rezar las oraciones con sus manos entrelazadas ante la imagen mariana.
Tras cruzar el Perchel y el puente de la Misericordia, la cruz guía llegaba al recorrido oficial con 20 minutos de adelanto con respecto al horario previsto. Mediadora se enfrentaba al carril central de la Alameda Principal, por primera vez en su historia, para dejar huella de la seriedad de su cortejo como huella y el color azul pavo real de sus hábitos por bandera.
Salesianos
Se conmemoraba este año el 25 aniversario de la bendición de María Santísima del Auxilio, la Virgen que forma parte del misterio que procesiona la hermandad salesiana desde Capuchinos cada Miércoles Santo y todo estaba preparado para vivir la jornada con intensidad. Pero minutos antes de la hora señalada en el itinerario, un miembro de la cofradía sufrió un desvanecimiento y todo quedó momentáneamente paralizado. Se despejó el tinglao situado frente al Santuario de María Auxiliadora y junto al trono tan sólo quedó tendido el hombre y los que lo atendían. La Policía despejó la calle e, incluso, llegaron a poner una valla para salvar al enfermo de las miradas más morbosas. Minutos después llegó la ambulancia, que se llevó al paciente a un centro hospitalario.
Como no cabía esperar de otra manera, se normalizó la situación y con tan sólo 13 minutos de retraso inició la cruz guía su salida. Pero la emergencia médica, que sembró la duda, dejó un sabor amargo al inicio del recorrido de esta cofradía por la calle Eduardo Dominguez Ávila. Era el primer año que salían desde el solar que será su casa hermandad en el futuro, justo frente al Santuario. En sus puestos, los portadores empezaron a mecer el trono, se pidió silencio y se escuchó una saeta mientras ganaban el asfalto con Santo Cristo de las Penas y María Santísima del Auxilio sobre sus hombros. Se le quedó pequeña la calle para hacer el giro de 90 grados, maniobra que realizó sin estridencias, suave, con paso quedo hasta que, cuesta arriba, cobró fuerza en su camino hacia la plaza de Capuchinos.
Los tambores de la banda Jesús Cautivo marcaban el ritmo con fiereza, quizás para recuperar los minutos perdidos. El descanso en mitad de la subida era corto. Una representación de Prendimiento y Dulce Nombre, hermandades que tienen su sede en la Divina Pastora, le presentan sus respetos al pasar frente a la iglesia. "Señores sin correr, escuchando el tambor, alargamos el paso y no corremos", decía el capataz. Por la calle Capuchinos, cuesta abajo, aguantando el peso en las rodillas, era difícil contener la zancada para que fuese más mecido. La composición escultórica que representa el momento en el que Jesús entrega a Juan como hijo de María, y a ésta como Madre del discípulo querido, bajaba entre los bloques humildes de la calle provocando emoción a los pocos malagueños que a esas horas acudían a su paso.
fusionadas
Un Padre nuestro antes de iniciar la penitencia, las puertas ya abiertas, los tronos en posición y una marea de nazarenos, portadores, bandas de música, representantes políticos, autoridades militares y periodistas dentro de la iglesia de San Juan. Las Reales Cofradías Fusionadas salían de nuevo a la calle con Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna abriendo la serie compuesta por cuatro andas. "Vamos más a la derecha, menos mecída, la cola corrigiendo a la izquierda, seguimos avanzando", decía el capataz y el himno nacional constataba que Fusionadas ya estaba en la calle.
Una vez que el Señor torturado, con la espalda expuesta y cargada de latigazos, se marchó del templo para ser observado por ojos propios y ajenos se leyó el pasaje del Evangelio que narra el momento representado en el trono del Santísimo Cristo de la Exaltación. "el Señor de la mirada al cielo, te pedimos por tus hijos, que ilumines su camino", rezaron desde el altavoz. El alcalde de Málaga, incombustible, volvía a repetir en la iglesia de San Juan. También estaban el delegado del Gobierno andaluz, José Luis Ruiz Espejo, el delegado de Igualdad y Salud, Daniel Pérez, y la candidata socialista a la alcaldía, María Gámez. El Cristo esta ba a punto de salir y unos 150 hombres elevaron sobre sus hombros a Jesús en su último aliento para luego salvar, bajando las rodillas, la altura de la cruz bajo el arco de la puerta. El segundo, con sus nazarenos de capirote rojo, ya enfilaba la calle Calderón de la Barca, para girar hacia Cisneros y bajar por la calle Nueva.
"La muerte no es el final del camino, estamos espiritualmente ciegos, llévanos de la mano, sácanos de la oscuridad, Señor", oraban ante el Cristo de Ánimas de Ciegos, muerto ya en la cruz, rendido el cuerpo a su final en la tiera. Y leyeron el pasaje bíblico en el que se cuenta cómo las tinieblas cubrieron la tierra en la tarde del Viernes Santo y cuando expiró, cómo el cielo tembló y las rocas se partieron para mostrar a los incrédulos que verdaderamente era el Hijo de Dios. "Señor, abre los ojos de nuestro espíritu y envíanos a proclamar tus maravillas", pidieron en la iglesia de San Juan. Un padrenuestro cerró el rezo y fuera se escucharon los tambores arrolladores de la Brigada Paracaidista, que poco después acompañarían el trono haciéndole su cierre musical y fiestero.
Con notas mucho más sutiles y envolventes, la banda de la Esperanza le puso música a la salida del trono con la marcha Ánimas de Ciegos de Perfecto Artola. Una hora y media después de que los primeros pasos de las Reales Cofradías Fusionadas tomaran el Miércoles Santo, hizo su salida de San Juan la Virgen del Mayor Dolor con una composición del polifacético Antonio Banderas titulada Cofrade del Mayor Dolor.
Paloma
Puntuales abrieron ayer las puertas en la cofradía de la Paloma, una de las más antiguas de la Semana Santa malagueña, de la que la ciudad de Madrid es hermana mayor honoraria y cuya representación no faltó ayer a su fervorosa costumbre. Fuertes medidas de seguridad impuestas por la Policía dejaban libre la plaza, se habían instalado vallas para impedir que la gente se arremolinara y dificultase una maniobra que no es fácil para tronos tan grandes.
Antes de que saliese la cabeza de la procesión, puesta de frente a los Sagrados Titulares, tocó la banda Santa María de la Victoria para luego girar y ponerse al frente del cortejo, antes que la cruz guía. Miembros del Cuerpo de Bomberos y de Protección Civil del Ayuntamiento de Madrid, con las medallas de la cofradía, esperaban la salida de su Señora. Salía la sección de Nuestro Padre Jesús de la Puente del Cedrón ya por la calle Carretería y un cuarto de hora después emprendió su mecida el altar dorado. El sol iluminó la cara del Señor y el himno nacional anunció su presencia en la plaza San Francisco. "Pasitos cortos a la derecha, otro más, despacito con la música, vamos a la derecha, señores, sin movernos", decía el capataz a sus hombres. Y con la pericia que dan los años de experiencia el trono hizo suya la estrecha calle, en la que casi no tenía cabida la mecida para no romper alguna tulipa.
La banda de Coronación de Campillos ponía música al discurrir del Nazareno y la guardería llenaba de ilusión y caras sonrientes la plaza. Decenas de pequeños cofrades acompañan a la Virgen de la Paloma y capirotes con velas casi más largas que ellos, decenas de niños vistienhdo el terciopelo azul y el antifaz blanco constaban que el relevo generacional no se acabará nunca. Hombres de chaqué y mujeres de mantilla observaban desde el lateral el cortejo interminable de nazarenos.
Cincueta minutos después de abrirse la puerta, los portadores del inmenso altar que pasea por las calles de Málaga a la Virgen de la Paloma la elevaron para hacer a sus fieles un año más el regalo de su presencia. En la plaza lanzaron las palomas, que revolotearon un poco aturdidas tras salir de sus cajas y empezó el giro que la enfrentaba a la estrecha vía que tenían que atravesar para alcanzar Carretería. "Abriendo a la derecha, sin prisa, un paso largo, ya lo tenemos", decía el capataz. Con pasos cortos y casi sin mecer, con los arbotantes recogidos en una maniobra que provocó la admiración de los foráneos convocados en la plaza, el anchísimo trono se hizo con la calle y desde los balcones se extendieron brazos para tocar el palio y, después, santiguarse.
El Rico
Las paredes del antiguo Cine Victoria, desteñidas de color por los años de abandono, miraban hacia la casa hermandad de la cofradía de El Rico. La amplia vigilancia policial, protocolaria a la par que como medida de seguridad, era el elemento curioso que cada Miércoles Santo puede apreciar el edificio frente a los tronos dorados de los titulares de la hermandad de Santiago. Muchas personas esperaban con ganas la salida del que un poco más tarde acudiría a la plaza del Obispo para liberar a R.G.G., joven malagueño de 28 años que, de no ser por la talla de Navas Parejo, tendría que cumplir aún cuatro años de pena por un robo cometido hace casi una década. Diecisiete reos más, en tercer grado, se encargaban unos metros más adelante a portar insignias con las que hacer penitencia por la pena que se les acaba.
Los tres toques de campana eran la señal esperada. Los portadores hincan el hombro para llevar al Cristo de rancio abolengo cofrade, que unos segundos más tarde recibía los aplausos del gentío congregado. El Rico se elevaba sobre un monte de corcho con un cuidado adorno floral entre el que se veía la cabeza de San Juan "el Degollado", prestada como cada año para su salida procesional. Los campanilleros, con túnicas que pedían una renovación del terciopelo, acudieron a dar alegría al Nazareno que salió a los sones de Nuestro Padre Jesús en dirección a calle Alcazabilla. Allí, en el acto de liberación del preso, le esperaría el ministro de Defensa, Rafael Catalá.
En la casa hermandad, la joya de la cofradía, realizada por Antonio Dubé de Luque y vestida de estreno, con un tocado de sedas del siglo XVIII y una cinturilla bordada donde se podía leer 'por tu Amor' enmarcado en un sol. La obra es de Javier Nieto según diseño de Pablo Cortés. El exorno floral, blanco por completo, hace alusión a la pureza de la Virgen María, representada en el óleo del techo de palio como Inmaculada Concepción. Los pasos de la imagen mariana seguían a los de su hijo, mientras un capataz recontaba a los portadores del varal exterior para hacer llegar a la imagen en condiciones hasta la lluvia de pétalos a dos aguas que le esperaría en la calle Duque de la Victoria.
Sangre
Dos Aceras olvidaba su nombre cuando los nazarenos de la Sangre enfilaban su camino hacia calle Carretería. La multitud agolpada en el tramo final del centro daba buena fe de la difícil estrategia de giro en la pequeña plaza resultante de la historia. La cofradía de San Felipe Neri estrenaba la renovación de todos los equipos de nazarenos de la sección del Crucificado, dando un intenso color rojo, fiel a la alusión del Cristo. Un acierto en el cuidado de los penitentes, a los que en algunas ocasiones no se les presta toda la atención que se debería. El alcalde y el presidente de la Diputación de Burgos estaban presentes para dar los toques de campana y realizar la difícil maniobra de salida de la casa hermandad. Las cabezas de varal del trono del Señor llegaban hasta la misma puerta del instituto Gaona para poder maniobrar perfectamente, a los sones de La Saeta que traía la Agrupación Musical Vera+Cruz de Campillos, que enlazaría con Alma mía y permitir que el trono salga de diez.
En el salón de tronos, iluminada por la amplia candelería, la Virgen de Consolación y Lágrimas viajaba en el tiempo. En sus manos lucía un rosario que perteneció a monseñor Molina Lario, obispo de Málaga durante el siglo XVIII y que fue prestado para la ocasión por la familia, retornando a su titularidad una vez finalizada la salida procesional. La Virgen, con un exorno cuidado de liliums strangarce, portaba en su pecho la medalla de la ciudad y lucía algunas imágenes nuevas en su cajillo, obra de Trillo y Lamas, al igual que el nuevo arco de campana. Tras hacer la difícil maniobra y hacer sufrir a los portadores por el peralte de la calle, reformada para subir las aceras y hacer olvidar la idea de la peatonalización total, el trono continuó por calle Carretería y repartió el aroma de su trono entre las familias que esperaban para verla en sus sillas de playa y de enea.
Expiración
Los quince minutos antes de la medianoche convertían a Expiración en una cofradía de Miércoles Santo. Tiempo suficiente para poner la cruz guía en la calle, con un aire de dolor y sufrimiento propios de la luz que se desvanece en los ojos de la talla de Mariano Benlliure. El Cristo cumple 75 años desde su llegada a Málaga, por lo que la cofradía quiso rememorar anoche la estética que éste llevase en aquel momento, con la cruz lisa y de troncos rectangulares y sin potencias en su cabeza. Bajo sus pies, el reestreno del sueño del padre Granda. El trono del Cristo reapareció restaurado y con una reforma que le devolvía la estructura original y reorganizaba las esculturas en bronce, dando un sentido real al discurso que representaba originalmente. Málaga contaba así con una de las joyas de la orfebrería revisada para dar luz a las tinieblas del último suspiro de Cristo.
El cortejo se puso en marcha con la representación de la Guardia Civil a caballo abriendo el cortejo, vestidos de gala, para continuar con la amplia sección de penitentes que un día imaginó Enrique Navarro y dejase dibujado en las paredes del barroco salón de tronos.
Tras el trono del Señor, acompañada de un cortejo negro y un viento fresco, como con cierta nostalgia, llegaba la Virgen de los Dolores Coronada, genialmente arreglada por Curro Claros y con un exorno floral compuesto por rosas y claveles de color rosa. La medianoche pasaba cuando la dolorosa atravesaba la plaza a las espaldas de la parroquia de San Pedro. La madrugada esperaba a la cofradía para culminar el Miércoles Santo.
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