Semana Santa

Vuelve la Semana Santa más esperada en Málaga después de la pandemia

  • A todos los cofrades les inunda el corazón el sentimiento Pollinico, la ilusión de reencontrase con nuevas y antiguas miradas

El Santísimo Cristo de la Crucifixión en el recorrido de ida a la Catedral.

El Santísimo Cristo de la Crucifixión en el recorrido de ida a la Catedral. / M. H.

Suenan los primeros toques de campana, el incienso y el azahar se entre mezclan y las cornetas dictan sentencia en forma de nota musical. La Semana Santa vuelve triunfal a las calles de Málaga tras dos años sin nazarenos a los que pedir cera. Las cofradías ya están ataviadas con sus mejores galas para que los cofrades se llenen de fe y devoción al paso de los tronos. Los nervios de los más pequeños junto al anhelo de los más experimentados volverán a amanecer entre palmas este Domingo de Ramos.

A todos los cofrades les inunda el corazón el sentimiento Pollinico, la ilusión de reencontrase con nuevas y antiguas miradas, abrazos y sentimientos al escuchar los primeros toques de campana en calle Parras. Durante este último años los cofrades han podido disfrutar de nuevo de la Semana Santa en la calle debido a los numerosos actos que la Agrupación de Cofradías ha llevado a cabo con motivo de la celebración del Centenario de la institución.

Las 41 hermandades y cofradías agrupadas han participado en los tres grandes eventos populares del Centenario: Procesión magna, exposición y veneración en la Catedral y Vía Crucis extraordinario. La procesión Magna fue el primer reencuentro de los tronos procesionales en la calles de Málaga.

Una procesión con 16 cofradías de Semana Santa el 30 de octubre, en pleno otoño, con el humo de las castañas en las calles. La Magna recordó estampas clásicas. La Esperanza pareció llenar de lado a lado la Alameda, se pisó su romero bendecido y se escuchó Soy el novio de la muerte de la Legión, que también acompañó a su Cristo de la Buena Muerte.

Pero también supuso una colección de novedades que los más cofrades guardarán para el recuerdo. Ver el Resucitado de noche, con sus faroles encendidos tras el Sepulcro. A la Esperanza salir de día y a la Virgen del Mayor Dolor en el mismo trono del Cristo de la Exaltación.

El Rico no liberó a ningún preso, ni María Santísima de Consolación y Lágrimas siguió al Cristo de la Sangre precedida por decenas de capirotes. Se pudo ver, con pocos metros de distancia, procesiones que nunca han compartido día. Sentir las calles llenas de cofrades, de tambores y cornetas, de flores e incienso casi rozando el mes de noviembre. La Magna hizo ayer posible algo extraordinario, convertir un otoño en primavera. Y ahora, la Semana Santa se prepara de nuevo para seguir construyendo su historia.

Una historia marcada desde la primera mitad del siglo XVI, donde los cofrades no han dejado de reinventarse una y otra vez para conseguir una Semana Santa digna , íntegra y fascinante. ¿Quién no se ha enamorado al ver al Cautivo cruzar el puente? ¿Quién no ha soltado alguna lagrimas al ver al Mayor Dolor en su Soledad subir Carrión? o ¿quién es capaz de ver pasar al Señor de la Humillación por la Tribuna de los Pobres sin emocionarse?

Llega la semana, llega el día, llega la hora de ir descolgando la túnica del armario y planchar con cuidado la camisa blanca, de buscar la medalla y sacar brillo a los zapatos negros. Llega la bendita hora de que la ciudad huela a incienso, azahar, romero, cera y devoción.

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