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Viernes Santo de oración y silencio en Málaga
Las hermandades del Monte Calvario, Descendimiento, Amor, Dolores de San Juan, Soledad de San Pablo, Piedad, Sepulcro y Servitas realizan magníficas estaciones de penitencia
El Viernes Santo de Málaga, en imágenes | Semana Santa 2025
Málaga/El Viernes Santo es siempre un día de recogimiento, oración y silencio. Es el día de reflexión, de dialogo íntimo con uno mismo, de poner en la balanza lo bueno y lo malo y procesionar pensando que pronto, tal vez, se haga la luz y vuelva la esperanza. El Viernes Santo es luto, túnica de terciopelo negro y timbal ronco. Orden en las filas nazarenas, catafalco, silencio y oración. Y eso ocurrió en Málaga en uno de los días grandes, con todas las cofradías en la calle y miles de personas en el Centro Histórico buscando a sus hermandades. Porque también en la pérdida uno puede encontrarse y comprender que todo vuelve siempre a empezar. Y eso ocurrió ayer en Málaga: todo debe acabar, hay que llorar aquello que se pierde, y abrazar el futuro con fuerza, porque el Domingo de Resurrección supone el primer día de todo lo que ha de venir.
En un Centro Histórico repleto de vecinos y turistas, con buen tiempo, sin lluvia y con un aire moderado que otorgó una atmósfera benéfica a la tarde, las hermandades del Monte Calvario, Descendimiento, Amor, Dolores de San Juan, Soledad de San Pablo, Piedad, Sepulcro y Servitas realizaron magníficas estaciones de penitencia.
Monte Calvario
En la pequeña ermita que corona la colina, el reloj ha marcado las 15:00. El traslado del Cristo Yacente de la Paz y la Unidad es uno de los momentos más íntimos del Viernes Santo malagueño. Una pequeña multitud ha decidido acompañarlo hasta el Santuario de la Victoria. Desde allí, el cortejo conduce el cuerpo sagrado hasta la Basílica. A las 16:00, la hora prevista, se han abierto las puertas. Con la solemnidad que señala este día, las túnicas negras, con escapulario y emblema bordado de los nazarenos, ha iniciado el cortejo procesional.
Sepulcro
La excelencia es una palabra polisémica con decenas de significados, pero si se aplica a la hermandad del Sepulcro de Málaga y en el contexto de un Viernes Santo, el término adquiere su significado más rotundo en cuanto a rozar la perfección. Eso ocurre cada Semana Santa cuando el Cristo yacente de Nicolás Prados inicia su recorrido procesional en el catafalco que diseñara el gran pintor Moreno Carbonero, Málaga enmudece y, junto con la contemplación de ese icono devocional que es la Virgen de la Soledad, la impronta estética, devocional y formal de la cofradía oficial de la ciudad en la calle es cumbre en uno de los días grandes.
La Piedad
Cuando la tarde se tornó ocaso en las callejuelas del barrio del Molinillo, el silencio reverente de sus vecinos acompañó la salida de la Virgen de la Piedad. Desde su capilla en la calle Alderete, el trono avanzó con paso corto y mecida larga, portando la imagen tallada por Francisco Palma Burgos en 1941. La Virgen sostenía el cuerpo sin vida de su Hijo en una conmovedora composición de una sola pieza, donde la presencia de una paloma en la cruz —inspirada por aquella que, según cuentan, se posó en la ventana del taller del escultor— añadió un símbolo de esperanza y redención.
Dolores de San Juan
En la tarde del Viernes Santo, la Parroquia de San Juan Bautista de Málaga se convirtió en el epicentro del recogimiento y la solemnidad con la salida procesional de la Muy Antigua, Venerable y Pontificia Archicofradía Sacramental de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Redención y Nuestra Señora de los Dolores. Este acto marcó el cierre litúrgico de la parroquia, simbolizando el tránsito desde la vida hasta la muerte de Jesús, en un templo que ha sido testigo de todas las etapas de su existencia.
Soledad de San Pablo
Cuando la luz se coló por las vidrieras de San Pablo, el barrio de la Trinidad se sumió en un silencio reverente. Los vecinos, apostados en balcones engalanados, contemplaron la escena con recogimiento. El Cristo del Santo Traslado, obra de Pedro Moreira López, yacía sobre una sábana blanca, sostenido por los santos varones, evocando el momento en que fue llevado al sepulcro. Detrás, Nuestra Señora de la Soledad, también de Moreira, avanzó arrodillada al pie de la cruz, sin manto bordado, sino con la talla estofada de su propio dolor. Sus brazos abiertos y rostro suplicante encarnaron el instante entre el sexto y séptimo dolor de María, cuando, tras despedirse de su Hijo, imploró al cielo.
Amor y Caridad
Una tarde de sol picante ha sido la vivida este Viernes Santo en el barrio de la Victoria. Apenas una hora después de que el Monte Calvario iniciara su solemne bajada, desde la vecina Casa Hermandad de la calle Fernando el Católico, el Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Caridad han aguardado su turno para echarse a la calle.
Descendimiento
La hermandad del Descendimiento inicia su recorrido penitential por la Avenida Cervantes, sede del Ayuntamiento de Málaga, donde su hermano mayor ha pedido la venia para poder pasar. Dos timbales roncos acompañan a la cruz guía, abrazada por un sudario y escoltada por cuatro faroles. La sobriedad y el recogimiento son las características predominantes no sólo en esta hermandad de La Malagueta, cuya sede canónica se encuentra en el Hospital Noble, sino de todas la cofradías que procesionan el Viernes Santo.
Servitas
Es la última cofradía del Viernes Santo y, cuando el reloj marca las 22:00, el barrio de San Felipe Neri se ha sumido en un silencio sepulcral. Las puertas de la iglesia que lleva el mismo nombre se han abierto con puntualidad, despacio, tratando de no hacer demasiado ruido. Se trata de una de las salidas más íntimas y sobrecogedoras del Viernes Santo en Málaga: la Venerable Orden Tercera de Siervos de María Santísima de los Dolores.
Desde mucho antes, decenas de personas guardaban su sitio en los alrededores del templo, en la plaza del Santísimo Cristo de la Sangre, para no perderse la estampa. Sin música previa, sin gritos, sin nada que haya alterado la tranquilidad y la solemnidad. En el interior había representantes de otras cofradías que comparten sede para acompañarlos en esta cita tan esperada.
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