Qué me pongo
A tiza
Me alegra tener ya cierta edad y saber perfectamente cómo vestirme, adónde ir, qué decir, qué comer... O al menos esto pensaba hasta hace bien poco. Tantos años de educación, observación e incluso imitación para llegar con más de cincuenta años a dudar de aquellas cosas que a partir de los veinte habían quedado como casi seguras.
Ahora dudo si ponerme una minifalda con tacones o un ancho pantalón tipo militar antiestético. La primera opción es de mujer objeto, anti feminista y hasta una reivindicación. La verdad es que no me había dado cuenta de que unos tacones fueran como un panfleto lleno de reivindicaciones. La segunda posibilidad demuestra falta de libertad ante un hombre opresor que no quiere que me mire nadie por la calle. Cosa que ya he comprobado al pasar por debajo de un andamio mientras los albañiles miran sin mediar palabra. Normal, ya tengo una edad. Prueba no superada, el silencio de los albañiles. Pero al pasar una jovenzana lustrosa el silencio es hasta cruel. Da más miedo que el de los corderos.
Tampoco sé ya adónde ir. Si voy a un concierto de Miguel Bosé estoy opinando de política y sexo. A los de Mayte Martín ni se me pasa por la cabeza, menos mal que Fórmula V se jubiló. Y cuidado con lo que cantan ustedes, que el mensaje de las letras de las canciones ya no está solo en Serrat o Aute. Si usted canta "por la calle de Alcalá, la modista viene y va..." está transmitiendo un auténtico programa electoral. Al cine ni se me ocurre ir (véase Premios Goya).
Hasta mis palabras se entrecortan y ya ni sé hablar de corrido. Pronunciar palabras como jóvenas o portavozas a la vez de todos y todas, ciudadanos y ciudadanas, periodistas y periodistos es agotador. Ya no digo las canutas que pasa mi móvil y su diccionario, lo estoy volviendo loco. La predicción de su texto rebusca sin encontrar qué vocales colocar en "estupidez".
Y la última ya es no saber ni qué comer. No por causas del veganismo, no. Ahora hay Doritos para hombres y para mujeres. Han intentando fabricar unos para las féminas, unos que manchan menos las manos de grasa y hacen menos ruido al masticar. Pero se les han echado encima acusándolos de machistas. Si agarrara esto Paco Gandía nos dejaba también sin pringá, de chiste.
Necesito ayuda, señoras y señores, féminas y féminos. No sé qué ponerme, qué decir ni qué comer. Y lo peor de todo, no sé qué partido político va a ser capaz de arreglar esto. Menos mal que aún hay esperanza en algo unisex, la inteligencia. Aunque se escriba con "a".
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