Darío Brizuela es un refuerzo estelar a estas alturas de temporada. Seguramente no cumpla el perfil que más demanda ahora mismo el equipo, que es un base de jerarquía. Pero no ha sido sólo un movimiento a corto plazo para reforzar el equipo, sino un fichaje pensado a medio y largo plazo. Una coyuntura concreta de mercado ha propiciado que esté ya aquí Brizuela y le toca a Casimiro encajarlo.

Hay un factor a considerar, el estado físico de Jaime Fernández. El madrileño está mejorando con el tratamiento que está siguiendo estas dos semanas en las que no hay partidos de Eurocup, pero hay que ver cómo responde cuando se acumulen otra vez partidos. La idea es que siga jugando y puede hacerlo cada vez más tiempo de base. Era algo que ya rondaba la cabeza de los técnicos. Aunque el propio jugador, medio en serio medio en broma, decía esta semana que quizá hacía falta un base para llevar el ritmo de los partidos, él ha demostrado que también puede desenvolverse ahí. Y tiene mejor panorámica de la pista en la cabeza que el propio Brizuela o que Josh Adams, más capacidad para encontrar compañeros.

El exterior norteamericano ha demostrado su capacidad anotadora y detalles diferenciales, pero no exhibe esa capacidad para llevar el ritmo de los partidos e involucrar a compañeros. Abusa del bote y el juego no fluye. Emplearlo como escolta es una opción, similar a lo que hiciera en 2016 Joan Plaza con Nemanja Nedovic, que de primeras jugaba como base y acabó haciéndolo, con el resultado ya conocido, como escolta.

También que Brizuela entre por Avramovic propicia que haya menos minutos para que Toupane o Waczynski lo hagan como escoltas. El primero suele comenzar ahí los partidos en las últimas semanas. Subir a Ejim al cuatro y a Thompson al cinco son otras opciones que puede haber en este efecto dominó. Este sábado se comenzará a ver cómo encaja Casimiro a Brizuela.