La tortura de cada semana (89-74)
Resultado y crónica del Herede San Pablo Burgos-Unicaja
El Unicaja vuelve a perder en un partido malo ante un Hereda San Pablo Burgos que estaba jugándose el descenso
La peor temporada desde 1992 se va acabando, afortunadamente

La paciencia se agota. Ver al Unicaja se convierte en una tortura. Cada semana así. Afortunadamente, sólo faltan dos partidos para acabar la temporada. Es lo mejor que se puede decir porque es insostenible esto. En aquella infausta foto de alegría en el vestuario del Palau Blaugrana se quedó la campaña de esta plantilla. Conseguida la salvación, que llegó a peligrar realmente, con las lesiones de Abromaitis, Suárez y Francis Alonso, no hay más que rascar. Se suceden las derrotas, la mayoría por palizas. Da igual que convenga bastante más quedar décimo (algo ya imposible con la derrota) que duodécimo para favorecer el destino europeo del club. Da idea de que aquí deben quedar muy pocos la temporada que viene. El partido de algunos jugadores en el Coliseum fue ridículo. Suele pasar a estas alturas que quien más lo necesita gana el partido. El contrario se juega la permanencia y muerde, lógicamente.
El Unicaja aguantó en un primer cuarto en el que el rival no estuvo exigente atrás. Bouteille, en un contexto en el que es un fenómeno, metió 15 puntos casi sin fallo. Y el equipo de Ibon Navarro se marchó tras 10 minutos con ventaja (21-23). Una vez el conjunto burgalés, con un pabellón lleno detrás empujando para la salvación, metió candela al partido, el Unicaja no pudo seguir el ritmo y fue poco a poco viendo cómo el contrario le iba pasando por encima, se descompuso. Hay evidentes limitaciones en el equipo, que se magnifican con los lesionados. Pero no va sobrado de orgullo y de carácter. Más allá de lo que falta física y atléticamente, de actitud y también renquea el Unicaja. Era algo que ya se había observado la temporada pasada, pero no se corrigió. Y se ha pagado con la peor temporada de la historia del club desde la fusión de 1992.
Ya al descanso la diferencia era de nueve puntos adversos (46-37). Y lo que pasó tras el paso por el vestuario era lo previsible, que el Burgos apretara para no tener problemas. El Unicaja volvió a recibir en torno a los 90 puntos. Muchos rebotes de ataque para los castellanoleoneses, desatenciones, falta de acierto... Poco que rescatar. Unos minutos de básket callejero de Mooney, que se ha ido apagando desde su llegada, Nzosa alternando alguna acción defensiva buena con falta de contundencia ante el aro rival, el par de minutos finales de Mario Saint-Supéry para que vaya acumulando minutos en la élite... Hay poco más a lo que agarrarse.
No está ayudando este tramo final a que Ibon Navarro, que en estos momentos es la persona que se cree la más idónea para liderar la reconstrucción del club, gane crédito. El técnico tiene que lidiar repartiendo minutos, porque no sólo hay lesionados sino también tocados. Ha hecho un buen trabajo en una situación delicada, pero acumular derrotas en ningún caso ayuda. El club decidió no acometer ningún refuerzo más por lo que ofrecía el mercado y para no gastar pensando en la temporada que viene. Movimientos que invitan a pensar en que la invitación para la BCL (fase previa seguramente) está bien encaminada.
Pensar en el futuro es lo único que anestesia. Ver cada semana al Unicaja se ha convertido en una tortura desagradable. Se tachan las fechas para que llegue el 14 de mayo y se ponga fin a una temporada ominosa con muchos culpables. Tocará hacer una profunda limpia.
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