Unicaja

Sembrar es doloroso

  • El Unicaja no remató un partido en Badalona que le hacía subir escalones en varios niveles 

  • Construir a largo plaza a veces conlleva peajes en el corto, como ocurrió allí

  • Henry, bomba de mercado

Kalinoski entra a canasta.

Kalinoski entra a canasta. / ACB Photo

El partido del Palau Olímpic era uno de esos que hace subir escalones en el escalafón y mandar mensajes, hacia dentro y hacia fuera. Se puede decir que el Unicaja aún no ha roto nada, compensó la derrota en casa ante el Madrid con la victoria en Gerona. Cayó en dos pistas muy difíciles como el Buesa Arena (el primer mes de competición, ahora más Pierria Henry, anuncia un Baskonia más poderoso que en las últimas temporadas) y Badalona, pero para mejorar registros y subir en la tabla hay que conseguir resultados de relumbrón, victorias ante rivales complicados y en situaciones difíciles. No fue posible ante los verdinegros.

La derrota en Badalona deja sentimientos contradictorios. Mediado el último cuarto, el equipo malagueño dominaba por cinco puntos y había cambiado el aire de un partido en el que había ido a remolque pero sabiendo sufrir. Es ésta una virtud apreciable del Unicaja, no irse de los encuentros. Forma parte de la progresiva construcción de la identidad, ser duro y pegajoso. Mantener un ritmo constante con las profundas rotaciones de 12 jugadores que emplea Ibon Navarro. Reacciona bien, pero toca proponer y llevar la iniciativa con más continuidad. Ha bastado con contrarios con un nivel teórico más bajo, pero se deben subir prestaciones para no quedarse en la mitad de la tabla.

El entrenador cajista sigue con la idea de construir a largo plazo. Ello conlleva ciertos peajes en el corto. Por ejemplo, en el último cuarto en Badalona tardó en recuperar al quinteto que había sido dañino para el Joventut y que le había creado problemas serios. La pretensión de tener a todos activados y enchufados, que puede resaltar más adelante, a veces no permite desarrollar ahora mismo el máximo potencial. No son decisiones sencillas. Faltaron ideas ofensivas durante todo el partido, es una constante que el ataque estático sea un problema. La buena capacidad de pase de los jugadores interiores debe ser un antídoto a ellos. Se ven progresos con Lima y Osetkowski en el conocimiento mutuo con sus compañeros que producen buenas sociedades y puntos. Pero hay mucho campo de mejora.

El mantra del citado campo de mejora hay que ir actualizándolo con cotas más altas de rendimiento. Y aunque en Badalona no se rompió nada, las oportunidades pasan y hay que pillarlas. El equipo jugó muy mal los minuto finales. Las antideportivas a Perry y Kalinoski (hubo una falta parecida de Vives, pero el concepto de castigar no ir al balón o no cambia por segundos) lastraron y dieron un colchón al Joventut. Parra hizo daño, como Tomic generando situaciones constantes favorables cuando recibía el balón. Alinear a la vez a Feliz y Vives aumentó las líneas de creación. El Unicaja respondió atacando peor si cabe. Y las canastas verdinegras fueron una losa que acabaron sepultando las opciones de ganar en el Olimpic.

La progresión, aunque el partido dejara un regusto amargo, es buena. Si nadie se pone nervioso debe conducir a algo mejor. Pero hay que esperar crecimiento y mejoría porque el problema es el lastre de las temporadas pasadas, que el crédito colectivo del Unicaja, aunque haya nueve jugadores nuevos, es bajo y exige esos resultados pronto.

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