KHIMKI MOSCÚ - unicaja

Con cara de tonto (68-66)

  • El Unicaja vuelve a perder en el último segundo en Moscú tras un partido en el que dominó durante casi 40 minutos

  • Vuela la oportunidad de pelear por el 'Top 8' de la Euroliga

Milosavljevic intenta entrar a canasta ante la oposición de Anderson.

Milosavljevic intenta entrar a canasta ante la oposición de Anderson. / REPORTAJE GRÁFICO: PRENSA KHIMKI MOSCÚ

Definitivamente, la Euroliga no quiere al Unicaja. Cuarta derrota por dos puntos en los seis últimos partidos. El análisis se debate entre la loable competitividad del equipo malagueño y la mala praxis en los finales de partidos. Nuevo ejemplo en la pista del Khimki. Fenomenal partido durante más de tres cuartos y final mal ejecutado. No se supo gestionar una ventaja apreciable. McCallum, en un partido destacable, falló dos tiros libres esenciales para la suerte del encuentro, dio pie a la reacción de Shved, con licencia para matar, y tras un par de ataques lamentables en el último minuto Gill ganó un partido sobre la bocina tras palmear el triple fallido de Shved (68-66).

Sí, se queda cara de tonto. El Unicaja fue mejor durante muchos minutos, sometió a un equipo que tiene al jugador mejor pagado de Europa y que rebosa calidad. Pero duele esta manera de perder, de tirar partidos ganados. Es normal el cabreo de Plaza con sus hombres, el enfado por perder siendo mejores que el rival. Entró en los dos minutos finales con seis puntos de ventaja y perdió, una constante durante toda la temporada. Competir en la Euroliga es lo que se pide, pero no vale empequeñecer en momentos definitivos.

Se va, pues, la oportunidad de pelear el Top 8. Queda lejos aunque debía estar más cerca. La oportunidad era reluciente. Ganar implicaba ponerse a dos partidos del séptimo con el average ganado, perder quedar a cuatro con nueve jornadas por jugar. Duele porque este Unicaja merece más, tiene más victorias de las que atesora. Juega mejor cuando compite contra rivales mejores de lo que dicen los números. Sin Brooks y Nedovic compitió de manera sensacional. Pero, una vez más, le tocó perder en los instantes finales del partido.

La concentración en estos contextos marca diferencias y el Unicaja salió con la maxima para competir en en una pista en la que pocos equipos son capaces de llevarse una victoria. El Khimki tiene talento por arrobas, pero el Unicaja supo bajar al fango para competir con mérito en diferentes registros. Metió 11 puntos en el primer cuarto y 28 en el segundo. Moverse en distintos terrenos y escenarios es una característica de equipo que muestra madurez. Con sus carencias y con sus defectos que le han venido costando partidos, ha crecido como equipo bastante, pero no le vale para vencer en partidos igualados en la Euroliga, donde la calidad se acaba imponiendo si el esfuerzo del pequeño no es completo. Gobernó el partido el Unicaja, supo encontrar situaciones para anotar y las unió a momentos defensivos de alto nivel. La ausencia de Nemanja Nedovic no supone una merma en defensa aunque en el tercio de ataque es otra historia bien distinta. Morayo Soluade tuvo momentos buenos aunque después perdiera algún balón clave. Con un buen Milosavljevic, el Unicaja era capaz de dominar al descanso (31-39).

La historia seguía en registros parecidos, pero el Unicaja movía la bola bien para encontrar situaciones favorables. Sin el talento desbordante de Nedovic no había tanto desequilibrio, pero sí consciencia de limitaciones y virtudes. Con el vértigo de McCallum se ganaba una ventaja interesante (42-52) antes de que el Khimki recortara al final del tercer cuarto (49-55).

Cinco minutos de atasco sin anotar propiciaron el empate del equipo ruso (55-55). Hasta entonces había vivido bien el Unicaja sin Nedovic, pero después se notaba la ausencia de un tipo con la chispa del serbio para generar puntos diferenciales a la hora de la verdad No había talento puro para desbordar al equipo ruso, que tampoco tenía una defensa deslumbrante. Pero aun así empequeñecía el Unicaja antes de un estirón con Waczynski al comando (57-63).

El alero polaco tiraba del carro ante una situación delicada y metía un triple sensacional a menos de dos minutos para acabar. Debía valer el partido, pero no, estaba ahí el Khimki y Shved hacía de fantasma. Un balón perdido con difícil justificación, una entrada a ninguna parte des McCallum y un triple sin aro de Waczynski dejaron el último balón al rival. Shved falló el triple, pero sobre la bocina palmeó Gill, emparejado con Sasu Salin, convertido en un mero juguete en manos del interior del conjunto ruso. Y así es como se fueron en Rusia muchas opciones de meterse o, al menos acercarse, al Top 8. Y se quedó una cara de tonto...

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