Copa del Rey de baloncesto

Tan difícil que parece posible

  • La victoria en Fuenlabrada cambia el ánimo del Unicaja para preparar una extraña Copa con un rival aparentemente inabordable como el Barcelona

  • Sonrisas en la vuelta trabajo tras 42 días de escarnio, con 10 derrotas consecutivas

Brizuela, Abromaitis y Waczynski sonríen en el entrenamiento de este lunes.

Brizuela, Abromaitis y Waczynski sonríen en el entrenamiento de este lunes. / Unicaja B. Fotopress / M. Pozo

42 días y 10 derrotas después, el Unicaja paladeó el sabor de la victoria. Ha sido una dura travesía, que se ha llevado por delante a un entrenador, a jugadores (Gerun y Ferrari) y que ha ahondado en los problemas estructurales de la plantilla. Pero llega la segunda semana de febrero, sinónimo de Copa del Rey. Y aparece una sonrisa tonta y un cosquilleo. Suena quimérico tumbar al Barcelona el próximo viernes, pero antes de ganar en Fuenlabrada parecía directamente imposible. “Cuánto hemos echado de menos estas celebraciones. Buena victoria, equipo”, escribía Jaime Fernández en las redes sociales. “¡Gran victoria del equipo! Después de una mala dinámica, éste es el camino...”, firmaba el capitán, Carlos Suárez, empleado como alero años después mientras aparecía al lado de Nzosa, al que bautizaba como el “enterrador”. “De aquí para arriba, tíos. A prepararse para la Copa”, era el mensaje de Francis Alonso. En fin, enunciados que evidenciaban liberación, que se quitaban las piedras de la mochila cada vez más pesada que arrastraba.

El Unicaja volvió al trabajo al mediodía, con todos los sentidos puestos en la Copa y con caras distintas, sonrisas donde antes había tensión. El estado de ánimo cambia radicalmente, pero ello no oculta que la diferencia de nivel con el Barcelona es tremenda. Enfrente hay un equipo confeccionado para ganar, que ha recuperado con Jasikevicius una identidad. Nadie da al Unicaja opciones en la encuesta de la ACB. Todo está en contra, la diferencia de nivel, las dinámicas, los precedentes (seis enfrentamientos en la Copa y seis victorias catalanas), los pronósticos... Tanto, que diríase que puede ser la principal fortaleza del Unicaja para un partido así. No tiene complicada Katsikaris la motivación de sus jugadores si les enseña el gráfico que distribuía la ACB de los vaticinios de directores deportivos y técnicos de los equipos no clasificados para la competición. 100% de victoria barcelonesa y un 80% por 10 puntos o más.

El actual subcampeón de Copa, entró por la condición de anfitrión, ha mejorado en el juego desde que llegó Katsikaris, pero no ha bastado para mantenerse vivos en la Eurocup n i para ganar en Sevilla o al Valencia. En competiciones de largo aliento el margen para sorprender prácticamente no existe. En la Copa... “Es la Copa”, repiten los protagonistas, actuales y pasados. Tras unos años en los que todo se encaminaba a una final Madrid-Barcelona se ha agitado el avispero. Unicaja, Valencia y Gran Canaria han pisado la final en los últimos cinco años. Es también una Copa sosa por la ausencia de público en las gradas, el ingrediente fundamental y diferencial de esta competición, que no admite parangón prácticamente con ninguna de otro deporte que se celebre en suelo español. Pero en estos tiempos de pandemia, es eso o nada. Y la viabilidad de los clubes pasa por una reestructuración, por una readaptación de los sueldos y beneficios. Ya se trabaja en un nuevo marco de contratación, aprobado por ACB y FEB y a expensas de la ABP. Y, en estos tiempos tan extraños, UCAM Murcia y Manresa, noveno y décimo, están preparados por si hay algún brote de Covid-19 en algunos de los equipos participantes antes del miércoles, para lo que serían requeridos para participar en su sustitución. Igualmente, si el brote es durante el torneo serían descalificados y avanzaría el rival. La competición liguera ha sorteado varios obstáculos, se arrastran una decena de partidos de los 200 que se debían haber jugado. No son malas cifras para la situación que hay en la sociedad. Hay quien piensa que es superfluo el deporte de competición en esta situación. Pero, aparte de un anestésico, es un sector productivo que da de comer a mucha gente, no sólo a los que están en la pista, que podrían soportar un tiempo sin ingresos.

Y allí estará el Unicaja, que no consiguió su clasificación de forma rutilante (cinco derrotas en los últimos seis partidos de la primera vuelta), pero que se hizo acreedor de su presencia en Madrid. Con Katsikaris ha llegado otra manera de jugar al baloncesto después del agotamiento del proyecto de Casimiro, finalista en la pasada edición del torneo, en Málaga. El Unicaja se presenta con el esqueleto de la selección española de las ventanas, que hoy se conocerá cuál es la lista para Polonia, con el fenómeno Nzosa, al que apetece ver en un trance de este tipo, y con un grupo de jugadores que ha sufrido de verdad en estos 42 días de escarnios continuos. Es esa, quizá, su principal fortaleza.

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