Resultado y crónica del Unicaja-UCAM Murcia

Un final cruel (87-88)

  • Una canasta de McFadden a falta de tres segundos condena a un Unicaja mejorado pero que no supo rematar al rival

  • El triple postrero de Mooney fue repelido por el aro

Rubén Guerrero intenta anotar.

Rubén Guerrero intenta anotar. / ACB Photo / M. Pozo

Un final cruel para un buen partido. El Unicaja consolidó su mejoría en el juego, pero no queda consuelo con el resultado. Un canastón de McFadden desde seis metros a falta de tres segundos le dio el triunfo al UCAM Murcia (87-88) en un encuentro de mucho nivel, en el que el equipo malagueño fue por detrás en el marcador no más de dos minutos y en la primera mitad llegó a dominar por 13. Mereció la victoria, pero no fue injusto que ganara el equipo murciano, en un momento de confianza altísimo tras su semifinal copera y que se coloca a una distancia ya casi insalvable, con tres victorias más y dos partidos menos jugados.

El problema del equipo malagueño es que no hay tiempo ni margen. Y el play off comienza a ser una batalla quimérica. Demasiados partidos de diferencia y demasiados equipos por medio. Así que los esfuerzos deben ir encaminados a crecer como grupo y como bloque y sembrar para más adelante. Para ello también se necesitan victorias. Y se escapó una que duele muchísimo. Este mes de marzo dictaminará qué temporada se puede esperar, pero si no se va ganando el veredicto se conocerá antes. Y construir desde la derrota es más complicado. No se puede desdeñar el progreso, pero hay que ganar.

El Unicaja empezó el partido como un tiro, metiendo nivel defensivo y corriendo todo lo que podía para generar situaciones de tiro lo antes posible. En el diagnóstico de Ibon Navarro está claro que la receta es el vértigo para potenciar las cualidades de la plantilla y para disimular sus carencias. Todo debe partir de unos mínimos defensivos. Alberto Díaz los marcaba altos y además metía ocho puntos seguidos de arranque, con un triple de ocho metros que denota su momento de confianza. Se cargaba rápido con dos faltas pero había acelerado el pelirrojo para que el equipo cogiera una renta interesante. Relativa en estos niveles altos de anotación. Con tanto intercambio de canastas y velocidad las diferencias son más volátiles. Pero se admite como parte de la apuesta. En el primer cuarto, el Unicaja metía 30 puntos con nueve asistencias, números a los que rara vez se llegaba al descanso. Y recibía 18, cifra buena con el ritmo de posesiones.

El esperado debut de Cameron Oliver llegó al comienzo del segundo cuarto, pero fue fugaz. Comprendió rápido el americano donde estaba. Le quitó al minuto y medio Ibon Navarro después de dos acciones que no le gustaron. En un momento, el UCAM había rebajado la diferencia a seis. Es algo que el técnico vasco respeta en estos comienzos. Quien no defiende bien, al banco. Darío Brizuela salió a los cinco minutos y no volvió hasta el 17. Francis Alonso lo hizo bien, esta vez luciendo también muñeca, y le dio continuidad.

El UCAM, era esperable, subió bastante el nivel físico en el segundo cuarto. Cualquier equipo lo nota, ello le permite competir con los mejores, como ha quedado acreditado en la pasada Copa, y el Unicaja no era una excepción. McFadden, Davis y Taylor son cuchillos hacia el aro o desde la línea de tres. Hay que elegir. Y atrás hay pocos equipos que exijan tanto como los pimentoneros. Minutos estelares de Rubén Guerrero en los dos lados de la pista devolvían al Unicaja por encima de la decena de puntos de ventaja, pero un triple de Sadiel Rojas dejaba el marcador más estrecho al descanso (49-42).

En la segunda parte la dinámica ya fue otra. El Unicaja competía, pero ya no llevaba las riendas del encuentro. La defensa de la segunda parte del UCAM colapsó el ataque del Unicaja, que quedó en manos de Brizuela, algún momento Mooney y en los triples que no anotaba Alberto Díaz, aunque estuviera en buenas situaciones. Poco a poco el UCAM fue metiéndose, percutiendo. Con un Unicaja muy digno, compitiendo a tope, pero ya con la lengua fuera. Al final del tercer cuarto el rival ya llegaba la primera ventaja desde el minuto 2. Ahí el partido ya estaba en matices y detalles. El Unicaja robaba un par de balones por un Alberto Díaz que compensaba atrás lo que no metía y Kravic culminaba (79-74).

El rebote fue un segmento decisivo del partido. Lo había contenido bien el equipo malagueño, pero el UCAM hacía mucho daño con segundas y terceras opciones. Con máxima igualdad se llegó al final. Falló dos tiros libres Guerrero y perdió un balón Davis. Metió Abromaitis cogiendo un rebote de ataque tras error de Mooney. Y McFadden, soberbio, la clavó delante de Alberto. El triple de Mooney no anduvo lejos de entrar. Pero lo repelió el aro. Y el Unicaja encajó una derrota cruel.

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