El síntoma del último cuarto
El Unicaja gana con diferencia clara en los últimos periodos (sólo en tres de los 12 no lo hizo)
Un ojo en EEUU
Los números refrendan la sensación de que el Unicaja es una máquina que va elevando el nivel, o lo mantiene mientras el del contrario baja, durante los partidos. Han sido 12 partidos oficiales, con nueve victorias y tres derrotas. Es cierto que los dos primeros partidos, ante Den Bosch y Levice, fueron ante rivales muy menores y que ocho encuentros han sido en casa y sólo cuatro fuera (ahora llegan seis fuera y uno en casa de los próximos siete). Pero se está creando un hábito de ganar que se echaba de menos en los últimos años.
La rotación profunda que tiene a disposición Ibon Navarro la maneja el técnico vitoriano hasta ahora con la idea clara de mantener la intensidad alta en cada momento del encuentro. En la construcción de la plantilla se privilegió que, con las características propias de cada jugador y con la idea de ser complementarios, el nivel entre los compañeros de posición no oscilara mucho, no hubiera grandes distancias. Se nota también en la escala salarial. No hay diferencias extraordinarias entre el mejor y el peor pagado. Se ve también en el reparto de minutos, sólo hay tres jugadores ligerísimamente por encima de 20 minutos (21 Djedovic, 20 Osetkowski y Perry). Por abajo, Thomas (12) y Barreiro (10). 12 jugadores caben en esa franja. Las cargas de trabajo y minutos en pista se van midiendo al milímetro y, de momento, se van sorteando los problemas musculares. Sólo Carter se perdió, por enfermedad, un partido.
El Unicaja va in crescendo conforme avanzan los minutos, es una percepción que se ratifica. De los 12 partidos oficiales, en nueve el Unicaja ganó el último cuarto. Sólo lo perdió ante el Levice (16-19), contra el Gran Canaria (15-17, después de haber virado el partido en el tercer cuarto con un tremendo 27-10) y contra el Joventut (25-19), en esos minutos finales que costaron quizá la derrota más dolorosa hasta el momento porque era un momento de dar un golpe de autoridad sobre la mesa ante un rival que se intuye directo y que ha estado en el escalafón por encima en las últimas temporadas. Dolió, pero también enseñó bastante. Hubo debate ahí sobre la rotación de Ibon, que no quemó las naves ampliando el minutaje del quinteto que le dio la vuelta al partido. Es parte también del proceso de conocimiento mutuo de la plantilla y técnico.
En el resto de partidos, el Unicaja se ha impuesto en el último cuarto, también acortando distancias en las derrotas ante los dos equipos de Euroliga ante los que se cayó, la del Baskonia más maquillaje (agradecido por el average) y la del Madrid con fuego real. Un detalle significativo también de la mentalización del equipo para cumplir con la idea de acumular buen average a pesar de verse superior. En las victorias ante Girona, Dijon, Betis, PAOK y Granada, la máxima diferencia ha sido la que se registró en el bocinazo final, con parciales definitivo en los últimos 10 minutos ciertamente demoledores. También, lógicamente, habla bien de la gestión y el trabajo de preparadores físicos y miembros del staff para llegar con vigor y energía al punto culminante de los partidos por esa distribución de cargas repartidas.
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