Unicaja - Real Madrid: Vaciarse, esa es la clave (17:00)

Una montaña de grandes dimensiones, pero rendirse no es una opción en el Unicaja, de nuevo contra las cuerdas, como ya pasara hace nueve días en el Palau, aunque ahora en una posición más delicada. Con ese 2-0 en contra y una historia del play off que ha sido inmisericorde, el equipo malagueño busca esa proeza de darle la vuelta a una serie muy inclinada por el momento para el Real Madrid, inabordable en prácticamente los 80 minutos de semifinal, una máquina bien engrasada de un claro candidato a la Euroliga, algo que a veces se escapa. Ahora le toca al Carpena (17:00 horas) después esos dos asaltos en la capital. Con el depósito de gasolina justo tras una campaña vibrante, la mejor en la historia del club, y repleta de metal, el Unicaja se merece, al menos, un cuarto partido en esta semifinal. El play off es un péndulo que cambia en cada partido. Vaciarse es la clave. Pero no es sólo cuestión de coraje y corazón. También de baloncesto. Y el Unicaja ha de encontrar vías para generar más cosquillas a los blancos.

La fatiga acecha y puede ser humano verse con la temporada de sobresaliente y los deberes hechos con las vacaciones ahí al lado y desconectar de manera inconsciente. Pero no es el ADN que ha construido Ibon Navarro en esta etapa mágica. Estallaba el entrenador del Unicaja ante ese arbitraje sibilino del segundo partido. Pedía respeto Ibon, la recuperación del estatus y este ciclo dorado debería llevar consigo otro miramiento, que no sumisión. No estará nunca a la altura del Madrid. Y ese "respetadnos un poco" es un acicate en ese vestuario, indignado en esa diferencia de criterios. Ver a Tavares acordándose de la madre de algún árbitro, sin sanción, y la facilidad para castigar a Taylor o Balcerowski, y un Ibon ya expulsado varias veces con Calatrava, situaciones que suscitaron ese enfado. No obstante, sería un error desviar la visión, hay más causas. El Unicaja se ha movido lejos su mejor nivel en la semifinal, salvo un tramo del segundo partido (hasta el minuto 15) y ese arrebato con el 63-44. La versión madridista fue de una solvencia tremenda en ambos asaltos, de esas que desmoraliza a los rivales porque desprende la sensación de que siempre tendrá una marcha más. Se han conjugado ambas cosas. Cuando un gigante como el Madrid entra en combustión sólo queda aguantar, sufrir y resistir.

Mentalmente una pena que el equipo haya llegado a un momento de desconexión en jugadores sobre el papel estructurales. Osetkowski hace tiempo que no está y Carter, con otro otro lenguaje, hizo su peor partido en meses en ese día clave, justo en esa avalancha de informaciones y esa salida por hecha a Belgrado. Cuestiones incontrolables y parte del negocio, pero todo debe estar ordenado para tener opción de ganar a todo un Real Madrid. No va el Unicaja sobrado de gasolina tampoco, el desgaste a todos los niveles con el Barça fue tremendo, y esa versión más justa malagueña coincide con una plenitud del Madrid que asusta. En el mejor momento de la temporada el equipo blanco, con ese respeto exagerado al Unicaja y mostrado en los hechos. Obligados a ganar la Liga y el Madrid ha encontrado ese tono, tanto en su base troncal, como en jugadores de banquillo. Se ha puesto el traje del Unicaja, en la suma de rotaciones y un nivel homogéneo salvo Campazzo y Tavares, delicioso nivel del argentino por cierto.

Solo pensar en el tercero y ver dónde te pone la serie en un Carpena con todo vendido. Hay que generar esa atmósfera del pasado domingo ante el Barça, esa caldera ganará intensidad por ese cabreo con el arbitraje. Disfrutar, ser un poco más el Unicaja que el viernes y encontrarse a un Madrid algo perezoso por ese exceso de red. Pero empezar primero por la actitud. Echen el resto.