El Loot de Txeron

Atomic Heart, un infarto por diversión

  • Análisis. La ópera prima de Mundfish conjuga rasgos de Wolfenstein, Control y Bioshock en un título de acción y rol ambientado en una realidad alternativa de la URSS en 1955 que te atrapará de principio a fin

La alocada historia de Atomic Heart te mantendrá atrapado durante horas.

La alocada historia de Atomic Heart te mantendrá atrapado durante horas.

Eran tan altas las expectativas depositadas en Atomic Heart, la ópera prima del estudio chipriota Mundfish, que tras haberlo disfrutado de principio a fin, la sensación de satisfacción ha conseguido alcanzar esas cotas de exigencia casi autoimpuestas tras más de cinco años de desarrollo y demasiados trailers y avances de un proyecto tan ambicioso que parecía una utopía para un estudio novel.

¿Pero qué es Atomic Heart? Sin duda, un infarto convertido en juego, entendiendo el simbolismo en su vertiente más positiva de agitación, innovación, valentía y, sobre todo, diversión a través de un título de rol y acción ambientado en un distópico mundo alternativo en el que la URSS se convierte en una gran potencia tras la Segunda Guerra Mundial gracias a su apuesta por el desarrollo de la robótica que hace peligrar el orden geopolítico.

El apartado gráfico es de primer nivel y alcanza cotas altísimas en su mundo abierto. El apartado gráfico es de primer nivel y alcanza cotas altísimas en su mundo abierto.

El apartado gráfico es de primer nivel y alcanza cotas altísimas en su mundo abierto.

Estamos en 1955 y nos toca ponernos en la piel de un agente ruso llamado P-3 y descubrir lo que sucede en la instalación 3826 donde los robots se han rebelado y provocado la muerte de miles de compatriotas. Una encomienda que nos llevará a abrirnos paso por todas las instalaciones científicas y civiles de este complejo que alberga la mayor tecnología de la URSS, la Red Neuronal Kollektiv que conecta a todas las máquinas, para acabar con esta rebelión y, de paso, esclarecer qué ha sucedido. Aquí los blancos, negros y grises se fusionan en una historia de la que no se puede contar mucho más pero que tiene varios giros sorprendentes y un final épico (y ¿con una segunda parte en ciernes?).

Para entender la dimensión de lo conseguido por Mundfish en Atomic Heart hay que recurrir a una coctelera e introducir en ella títulos de la talla de Bioshock, Control, Dying Ligth y Wolfenstein, agitar con virulencia y degustar el mejunje sin dilación: acción, uso de poderes sobrenaturales gracias a un guante que nos sirve de compañero y que no para de hablarnos (la sombre de Forspoken es alargada), un antihéroe soez, socarrón y testarudo, una pizca de parkour y plataformeo, un menú de habilidades lleno de posibilidades que se puede resetear cada dos por tres sin perder los puntos obtenidos para que se amolden a nuestro estilo de juego y un arsenal de armas cuerpo a cuerpo y a distancia que, al igual que el árbol de habilidades, se pueden modificar, reciclar y volver a construir sin perder ningún elemento para adaptarse a nuestras necesidades.

Los combates cuerpo a cuerpo se convierten, en muchas ocasiones, en la única forma de avanzar. Los combates cuerpo a cuerpo se convierten, en muchas ocasiones, en la única forma de avanzar.

Los combates cuerpo a cuerpo se convierten, en muchas ocasiones, en la única forma de avanzar.

Si a eso se le suma un apartado gráfico y artístico de primer nivel, con escenarios, texturas y modelados que exprimen a la next gen y un doblaje excelso al castellano, una banda sonora que entremezcla música clásica con temas más cañeros en los momentos de acción con jefes finales muy desafiantes y un desarrollo de niveles en los que las fases lineales se entremezclan con un pequeño mundo abierto para impulsar al jugador a farmear materiales, encontrar proyectos secretos con los que mejorar las armas y eliminar enemigos para potenciar nuestras habilidades, la ecuación es ganadora en todos los sentidos.

Sí, el juego no ofrece nada que no se haya visto antes pero su arriesgada mezcla es tan refrescante y a la vez divertida, que las 27 horas que he tardado en superar el juego armado hasta los dientes y con más poderes que Goku (podemos helar, elevar y lanzar a los enemigos, crear escudos o provocar descargas eléctricas), se me han hecho cortas.

El uso de poderes gracias al uso de un guante robótico y parlanchín es muy satisfactorio. El uso de poderes gracias al uso de un guante robótico y parlanchín es muy satisfactorio.

El uso de poderes gracias al uso de un guante robótico y parlanchín es muy satisfactorio.

Pero no nos engañemos, Atomic Heart tiene también sus peros como la obligación de guardar en ciertos puntos en los que también hay una máquina (cuidado con ella que os querrá más de la cuenta) en la que modificar habilidades y armas lo que condiciona el avance como en juegos de la anterior generación o la poca variedad de enemigos (entre máquinas y seres mutantes). No faltan tampoco algún cuelgue inesperado, problemas en las cajas de colisión y algunos tramos de conducción por el mundo abierto que se hacen soporíferos.

Pero aún así, su compacta y miscelánea personalidad le hacen se un título que sobresale de los cánones habituales en el sector y que tiene también su poso cultural y político detrás. No jugarlo es todo un error, mi camarada.

Hemos podido analizar Atomic Heart gracias a una clave para PC que nos ha remitido Plaion España.

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