Vivir

Bicicletas llenas de historias

  • Miles de malagueños participaron en el Día de la Bici disfrutando de una jornada que promociona su uso como elemento de actividad física y de forma de desplazamiento no contaminante

Miles de camisetas de colores recorren el Paseo del Parque. Adultos, mayores ataviados en mallas de ciclista, niños con una mirada decidida. Y una multitud de sillines en las bicicletas donde los más pequeños podían disfrutar del viaje. Con casco o sin él, la carrera que se realizó por el Día de la Bici sirvió de cita para reencontrarse un año más con sus bicicletas. La cuenta atrás resonó por los micrófonos: "diez, nueve, ocho...". Los timbres empezaron a sonar creando un ambiente de tensión, como el sonido de las trompetas antes de la batalla. En cuanto sonó la señal de salida empezaron a pedalear de manera ordenada. "¡Esperaos, que hay mucha gente!", dijo una madre a su familia. Una pareja de amigas reía entre ellas diciendo mientras pedaleaban "ahora me pica la nariz y no me puedo rascar". Un hombre entre la multitud llevó una cámara deportiva enganchada en el casco para no perderse detalle de aquella experiencia tan lúdica.

Días como éstos reúnen a aficionados, pero también viejos apasionados de montar en bicicleta. Pepe y Pepe, padre e hijo, descansaron en la línea de llegada cuando terminaron la carrera; el pequeño, de 9 años, era su primera vez. "Me he cansado un poco" admitió colorado. "Quería traerlo para que vea lo que es una manifestación de todos iguales", explicaba el padre. "Me gusta montar en bici, voy desde la playa hasta el Rincón de la Victoria", explicó.

Un grupo de adolescentes de quince años llevan participando desde hace tres años. Para uno de sus compañeros es el segundo. Elías Vega, uno de los integrantes del grupo, reconoció que "ha estado bastante bien, la verdad". Para él la carrera ha sido más dura: "A mí me ha costado más porque mi rueda estaba desinflada, aun así he llegado primero" dijo entre risas. Pero, como en todo, cabe a la crítica. Elías reflexionó acerca de las consecuencias de la velocidad del trayecto. "Quizás lo que me ha molestado es la gente de verde, iba a veces un poco lento y hacía que la gente se chocara y se agobiara. Yo creo que sería mejor que fueran un poco más rápido, porque son ciclistas profesionales. Y quien quiera que los alcancen". El más joven, de 11 años, aún con el sudor recorriendo la cara, dijo con orgullo "yo no me he cansado".

Un padre esperaba a su hijo que viniera por un refresco. Él llevaba a sus hijas en un carrito auxiliar con ruedas. Ellas, cómodamente recostadas, miraban todo con curiosidad. "Es el tercer año que venimos", declaró, "la verdad es que ha sido un recorrido muy sencillo, por eso hemos participado, para que los pequeños lo hagan solos. Se disfruta muy bien". Una de las peculiaridades de esta carrera era el concurso de disfraces. Había para todos los gustos, desde hadas, abejas, la familia Parr de Los Increíbles de Pixar, hasta la guarnición de unos de los platos de Master Chef, el programa televisivo. "Nos llamamos El Gambón Vacilón", dijeron entre risas. En grupo de mujeres vestidas de togas universitarias están curtidas en este noble arte del disfraz. En los anteriores años se vistieron de Pablo Ráez, en honor a su lucha contra la leucemia o la famosa taza de café de Ana Botella. Este año las togas iban a modo de crítica hacia el asunto político sobre el máster de Pablo Casado. "Este año sacamos fuerzas por una amiga que está luchando contra el cáncer", confesaron.

Para un grupo de ciclistas es su primera vez. "Hoy [por ayer] ha sido la primera vez que la he cogido después de diez años. Creo que voy a volver a retomar montar en bicicleta", reveló. El deporte tiene la capacidad inherente de sacar lo mejor de uno mismo. Sólo hace falta ponerse manos al manillar.

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