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El calor otoñal, aliado para los Remedios

  • La hermandad ve cumplidos sus anhelos con la culminación de un trono que lució en las calles del centro ante numeroso público

La Virgen de los Remedios accede a calle Cárcer.

La Virgen de los Remedios accede a calle Cárcer. / j. l. p..

La llegada del otoño trajo altas temperaturas y la sombra era aún insuficiente cuando la Virgen de los Remedios se puso en la calle. Los muchos esfuerzos realizados durante años por sus hermanos vieron sus frutos ayer colmados con un delicado conjunto procesional a la altura de la imagen gloriosa. La plaza de los Santos Mártires aguantó el aliento hasta que la ráfaga de la Virgen superó el dintel del templo y se pudo ver, por primera vez, la peana completamente terminada. Las geometrías de Manuel Toledano quedaron reforzadas con el dorado y las cartelas policromadas por José Antonio Jiménez. A ello se sumaba el manto procesional bordado en oro sobre terciopelo verde, realizado en las dependencias de la hermandad, y que resaltó el perfil de la Virgen y del Niño.

Uno de los elementos característicos de la procesión de los Remedios es el cambio de recorrido, que permitió algunas estampas de mayor recogimiento para un cortejo impoluto. Los sones de la Unión Musical Maestro Eloy García se adataron a la perfección al caminar del trono y el avance de los hermanos, ligero pero sin carreras. Tras devolver el esplendor a la plaza del Teatro, la Virgen llamó la atención de los innumerables habitantes de apartamentos turísticos en Álamos, Cárcer y Mariblanca antes de tener que sortear las terrazas de Calderería. Con el atardecer, el cortejo se internó en Pozos Dulces y Carretería para volver a su templo.

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