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La nueva cocina de Pedregalejo

  • La mitad de los bares ya no ofrecen el típico 'pescaíto' frito

  • Se imponen las ensaladas y las hamburguesas

Da la impresión de que la cuna de los pescadores está empezando a rehusar de sus tradiciones. En Pedregalejo, el olor a espetos de las barcazas, las regatas de jábegas y las frituras de pescaíto conviven ahora con terrazas a rebosar donde se sirven modernos cócteles y recetas importadas de otros continentes.

El humilde barrio de casitas blancas, que parecen pintadas por la sal, se fue convirtiendo en un espacio donde degustar los productos del mar con éste de fondo. Los clásicos chiringuitos, construidos en la propia playa, evolucionaron y muchos han ido desapareciendo. Ahora, unos pocos mantienen vivo el espíritu de la zona rompiendo la estética casi de los establecimientos tipo lounge que se han apropiado de la mayor parte del paseo. La oferta culinaria se ha reinventado, ofreciendo en la mayoría de los casos unas cartas que poco se parecen a las de antaño, y el ocio de postureo ha ganado espacio, convirtiendo al barrio en una zona más chic que espetera.

El 'pescaíto' frito y los camperos del Mafalda resisten la irrupción de las nuevas tendencias

En este contexto, hacer un ranking de los mejores sitios donde comer, con una oferta tan amplia como la que ofrece Pedregalejo, parece misión imposible, ni siquiera las grandes plataformas culinarias se ponen de acuerdo: si para los usuarios de Tripadvisor el top 5 está formado por La Paloma, Mafalda, Miguelito El Cariñoso, Rompeolas y Kelucos, en El Tenedor se decantan por El Pequeño Búfalo, Rompeolas, Ciao, La Paloma y La Machina. Puntos en común pero con discrepancias, como cuando un grupo de una decena de amigos tienen que elegir dónde cenar y ponerse de acuerdo, lo que puede llegar a ser lo más difícil del plan -después de establecer el día, claro-.

Son muchos los tipos de comida que ofrecen los algo más de 1.200 metros de paseo marítimo, que se delimita por el Pez Tomillo y el restaurante Hermanos Muñoz por el oeste y el este, respectivamente. Una oferta culinaria difícil de resumir y clasificar en la que los bares de pescaíto frito han dado paso, en muchos casos, a restaurantes con una carta amplia e internacional. El precio medio ronda entre los 15 y 20 euros por comensal, aunque siempre se pueden encontrar opciones más económicas y 100% de la tierra, como un campero de roquefort del Mafalda. Eso sí, no tendrá tanto encanto si el comensal no se sienta en el murete que separa el paseo marítimo de la arena.

Lo que queda claro, aunque le pese a los que añoran el Pedregalejo de antes, es que la nueva oferta está ahí y con el paso del tiempo se impone a los clásicos chiringuitos. Son ya más de la mitad de los locales los que ofrecen una oferta culinaria que poco tiene que ver con la de antaño.

Las hamburguesas y ensaladas se han impuesto en la zona oeste del barrio, mientras que en los establecimientos más pegados al arroyo Jaboneros resisten, cual reducto galo, como núcleo duro de restaurantes con más de tres décadas ofreciendo las clásicas frituras de pescado y espetos asados junto al mar. Un cambio al que muchos se resisten, pues se niegan a abandonar la idea de su Pedregalejo de toda la vida.

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