Crónica Personal

De la mano

Veremos a Puigdemont eternamente de la mano de Junqueras. El destino de uno estará ligado al otro

Hoy se va a anunciar la fecha del referéndum de Cataluña y la pregunta que la Generalitat va a presentar a los ciudadanos. O eso ha dicho Puigdemont, que de hoy no pasa, después de varias semanas mareando la perdiz sobre la fecha del referéndum.

No hace falta ser un lince para advertir que el presidente de la Generalitat necesita este anuncio como respuesta al fracaso de la convocatoria del pasado martes, cuando llamó a los firmantes del Pacto Nacional por el referéndum y tuvo que llenar las sillas vacías con gente de su entorno y miembros de la CUP y de ERC, ya que En Comú no se sumó a la reunión. Por mucho que intente transmitir lo contrario, su referéndum ilegal no cuenta con el respaldo político y social que pretendía. Está muy lejos de alcanzar el objetivo que se había propuesto.

La atención está en cómo va a abordar hoy el anuncio. En cuanto diga que convoca o firme un papel marcando fecha y pregunta, el Gobierno presentará un recurso ante el Constitucional que, en apenas dos días, puede decretar la inhabilitación de los firmantes, como ha hecho con quienes se vincularon con la consulta ilegal anterior. Y a esa inhabilitación teme Puigdemont más que un nublao. No porque pierde el puesto y debe buscar una forma de ganarse la vida ajena a la política, sino porque hay una sentencia del Tribunal de Cuentas que en estos momentos llena de angustia a los independentistas: tendrán que pagar de su bolsillo cualquier euro destinado a un acto ilegal. Y ésas son ya palabras mayores. Urnas, papeletas, seguridad, apertura de colegios, sueldos de funcionarios … Todo tendría que salir de las cuentas corrientes de los dirigentes de la Generalitat.

Todo esto demuestra que Rajoy no estaba tan de brazos cruzados ante el desafío, pero está mostrando sus cartas poco a poco, según vienen las cosas. Y, de momento, además de que Puigdemont no quiere firmar nada, ha tomado una decisión que siguen con interés, y cierta guasa, los políticos catalanes: no piensa hacer nada sin Junqueras. Lo quiere permanentemente al lado, incluidas las entrevistas periodísticas. Veremos a Puigdemont eternamente de la mano de Junqueras. Si cae uno, cae el otro. El destino de uno estará ligado al otro, si Puigdemont es inhabilitado también lo será Junqueras, porque estarán en la misma barca.

Se comprende la sorna con la que hablan de este "dúo inducido" los catalanes que siguen los avatares independentistas. Puigdemont no quiere, ni de broma, volver derrotado a Gerona mientras Junqueras se proclama candidato a la Presidencia de la Generalitat.

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