Colonia Esperanza | Crítica

Un mundo extraño y reconocible

El escritor Joseph Locubin / DS

El escritor Joseph Locubin / DS

En 2018, antes de la pandemia provocada por la covid-19, el escritor Joseph Locubin publicó en Amazon una historia que trataba la vida de nuestro mundo tras un desastre nuclear. Aquella narración, de título Colonia Esperanza, convenció a los lectores y al público especializado. Elogiosas críticas, buena acogida, reseñas positivas en portales web. Tanto es así que en este 2023 que ahora termina –poco ha cambiado el mundo- la editorial Almed ha decidido recuperar la novela e incluirla en su catálogo. Apostando por una propuesta que, sin duda, está construida con solvencia. Con agilidad y con sentido del ritmo narrativo. Así en el desarrollo de la trama –con sus dilemas, conflictos- como en la creación de los personajes.

Joseph Locubin relata en Colonia Esperanza la coyuntura de un mundo que nos resulta extraño pero que igualmente nos suena, nos es reconocible –como sucede en toda distopía-. En esta novela se intuye el trasfondo de un lugar que quedó asolado tras una guerra nuclear, motivada por intereses geopolíticos, con países gobernados por tiranos. Locubin nos introduce, con una prosa depurada y con capacidad de atención y descripción de los detalles, en esta época de la historia, en la que un hombre trata de sobrevivir junto con sus dos hijos. A los que procura un futuro mejor.

Conmueven muchos de los pasajes de la novela. De este viaje, áspero, incómodo, duro. Propio de un mundo en ruinas. Moral y física. El padre con sus dos hijos se encuentra en un “océano de muerte” del que se debe escapar como sea. Contra el clima difícil, contra las enfermedades. Contra los peligros de la radiación. Todas estas circunstancias ocasionan uno de los temas centrales de la novela: el amor. El amor desmedido del padre por sus hijos.

En Colonia Esperanza se retrata, a lo largo de sus páginas, esa entrega absoluta del padre. Sobrecogen los diálogos que mantiene con sus hijos. Por ejemplo, cuando estos se preguntan cómo se ha llegado a este mundo. Cómo se permitió la catástrofe y qué nos llevó a ella. Sobre este capítulo se percibe otro episodio histórico reciente: la invasión de Rusia en Ucrania y la posterior guerra –que dura ya casi dos años-. La narración precisa las dimensiones de los conflictos armados. El dolor que provoca en la vida de inocentes. Un dolor que se traduce en la muerte de los seres queridos –tal como se cuenta en esta historia- y en la inmigración, en huir de aquello que es tuyo, que te pertenece, donde ubicas tus raíces y tu identidad.

En "Colonia Esperanza" se retrata, a lo largo de sus páginas, esa entrega absoluta del padre. Sobrecogen los diálogos que mantiene con sus hijos

Colonia Esperanza es una novela en la que está muy presente, junto con la paternidad, el tema de la identidad. En concreto de quiénes somos en función del entorno que nos rodea. Los personajes van viajando durante toda la historia. Se hacen preguntas. Algunas con respuesta y otras no. Pero lo relevante aquí es que los personajes construyen su visión –la de sí mismos y la de su mundo- en relación con el contexto que les toque vivir. En el viaje, el protagonista no se arroga la condición de ciudadano. No sabemos muy bien a qué lugar pertenece. Es un apátrida en busca de un lugar mejor. Un lugar en el que rehacer una vida que le ha sido arrebatada. Locubin, sospechamos, nos quiere decir que el hombre –en general- es según el momento que atraviese. Según la época o instante que le toque vivir. No somos el mismo en el trabajo o en el ocio. En un entorno familiar o en un entorno desconocido. Es esta una noción de la personalidad que despierta interés. Y que conviene subrayar para los lectores en la que acaso sea una de las muchas lecturas que podemos extraer de la novela Colonia Esperanza.

Hay por otra parte, como decíamos, otras lecturas clave. Análogas a hechos históricos que hemos vivido recientemente, como la pandemia de 2020 o la guerra en Ucrania. También otros conflictos, algo más lejanos en el tiempo, como los de Irak o en Siria –en esta última con el desencadenante de una grave crisis migratoria-. Joseph Locubin se preocupa igualmente del populismo creciente en la pasada década, tras el desencanto de la crisis económica de 2008, suceso que originó el desarrollo de políticas de tendencia populista que, en algunos casos, ocultaban pretensiones totalitarias. El novelista reflexiona aquí acerca del riesgo que supuso la llegada de líderes carismáticos al poder. Se pone como ejemplo a Donald Trump en Estados Unidos. Pero podríamos decir de otros tantos. Locubin señala en esta historia lo frágiles que son nuestras democracias. Y como cualquier revés inesperado –social o económico- puede ser pretexto para erosionar el sistema de convivencia demócrata. Con una importante masa social apostando por propuestas de sesgo xenófobo, discriminatorio o autoritario.

Cubierta del libro. Cubierta del libro.

Cubierta del libro.

En suma, Colonia Esperanza manifiesta la siguiente idea: las catástrofes –pandemia, crisis económica- son oportunidades para instaurar tiranías. Hay líderes sin escrúpulos que aprovechan situaciones de este calibre para, prometiendo soluciones, llegar al poder. Aunque, una vez ocupado este lugar, la única preocupación sea cómo seguir en ese espacio de privilegios.

Al margen de los temas sobre los que se reflexiona en la novela, en esta obra destaca el trabajo de la narración. Es decir, cómo cuenta Joseph Locubin. Su capacidad de sugestión a través de la palabra y del fraseo. Cómo estructura el relato. Se perfila aquí una prosa con muchísimo ritmo. Así en la puntuación o en la dosificación de los hechos que se dispersan aquí y allá. Los capítulos, divididos en breves tramas, concisas, contribuyen a la agilidad de la lectura. El lector esperará siempre más página tras página. Esperando un desenlace que, aseguramos, conmociona.

Colonia Esperanza da muestras de la capacidad de Joseph Locubin como narrador. Tanto en la destreza de su palabra como en la imaginación de sus historias. De esta novela que se contextualiza en un futuro, y que fue publicada en un, ya, pasado. Pero que dice en el presente, y que, si nos paramos a pensarlo, quizá tampoco tenga tiempo. Y eso es aquí lo fundamental.  

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