Málaga-Villarreal

Cimientos de cristal (0-2)

  • El Málaga se lo pone demasiado fácil al Villarreal, de nuevo con exceso de concesiones defensivas Del dominio inicial se pasó a un 0-2 al descanso ante un rival nada temible

Ya se sabe el teorema, los partidos se ganan en las áreas. Dicho de otro modo: los partidos se pierden en las áreas. Ahí lo perdió ayer el Málaga, casi lo perdió contra el Espanyol y ante el Osasuna, con el que los tres puntos eran innegociables, prácticamente se puede decir que también sumó otra derrota. Tres accidentes seguidos equivalen a una constante. El próximo paso es el vicio, así que se puede hablar de aviso para un equipo que se muestra blando y lejos de definirse. Poco necesitó el Villarreal para dejar desnudo al equipo, un Frankenstein blanquiazul que tiene mucho que reparar y enmendar para levantarse y empezar a buscar su velocidad de crucero. 

Antes de plantearse a qué juega el Málaga, cabe preguntarse si  es capaz de llevarlo a cabo. Javi Gracia tenía claro que iba cortito de ataque, por ello construyó su equipo de atrás hacia adelante. Los mimbres de este plantel invierten el camino, tiene más pólvora que cimientos, es decir, que hay que trabajarlo mucho más. Por ahora, poco rédito está dando. Juande Ramos detectó que la gran necesidad se centraba en un rematador, si bien cada encuentro demuestra que es el centro de la zaga el que arroja mayor preocupación. Se focalizaban muchos de los males en Koné; se proyectaba en Weligton la pareja segura que necesitaba Llorente para serenarse y mostrar sus grandes maneras. Error. El brasileño tampoco solucionó el asunto, al contrario, sembró más dudas. Bien es cierto que llegaba muy justito al encuentro, que aún presentaba dolor en su rodilla derecha. Pero no hubo asomo de esa experiencia que atesora salvo ante los amagos de Samu Castillejo. Por más que  Santos Borré viniera de un clamoroso fuera de juego, no debió cometer un error pueril que acabó con un penalti (si es que lo fue) y no expulsión gracias a la actualización de la norma. Por entonces, el electrónico ya era negativo. El colombiano bailó por el área hasta ponerle en bandeja el 0-1 a Jaume Costa. Los méritos habían sido blanquiazules gracias a un Jony que enamoraba corriendo, driblando y asistiendo. La mala pólvora de Charles, Recio y Pablo Fornals evitó que se canjeara el dominio y las ganas en victorias. Las áreas, ay. 

Se armó un buen follón ante el penalti. Se avecinaba ruina y ocurrió todo lo contrario, un momento para la comunión entre equipo y grada. Bruno Soriano, consumado especialista desde los once metros, tuvo que disparar soportando un tremendo nivel de decibelios en contra. La grada y los guantes felinos de Kameni completaron el trabajo. La ocasión era perfecta para llegar al descanso con altos niveles de adrenalina. No obstante, otra concesión fácil permitió a Sansone batir, tras dos remates, al meta camerunés. Cuando un equipo que apenas se ha mostrado se lleva tanta ventaja, solo queda una moraleja: el rival lo ha puesto demasiado fácil. Así que Juande se llevó al descanso una losa y una radiografía de los males que hay que arreglar con cierta premura. 

 

Ya de vuelta con Keko y Juanpi en el once, no había otra que perder el miedo al 0-3 y buscar recortar pronto. Hubo algo más de carácter, pero lo cierto es que Rosales sacó el 0-3 bajo palos. Esos segundos 45 minutos sólo valieron para comprobar que Juanpi se ha hecho mayor. El venezolano, pese al cansancio acumulado, agarró cada bola con talante protagonista. Sin la chispa adecuada para un pase definitivo o el gol, pero mandando. Keko se contagió y sacó el taladro por su carril, aunque con centros demasiado predecibles y para un Charles en inferioridad. 

 

Esto acaba de empezar, aunque el Málaga no termina de arrancar. Y mientras continúe jugando sobre suelo resbaladizo, tendrá que marcar más de un gol por partido para aspirar al triunfo. Los adversarios, en cambio, necesitarán poco para llevarse el botín. 

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