Darder, el héroe de Artá
Nunca en su pueblo, de apenas 6.000 habitantes, hubo una figura de relevancia Su buen fútbol está cautivando "Trabajo pensando en que los trenes no paran", avisa


Apenas 6.000 habitantes pisan habitualmente las calles de Artá, un municipio al noroeste de Mallorca que únicamente ha conocido el fútbol de manera modesta. El coqueto estadio de Ses Pesqueres vive ajena y modestamente a la rivalidad entre Mallorca y Manacor por dominar el fútbol base de la isla. Allí es figura reconocida Kike Darder, que prestó una década de buenos servicios al club municipal. Otro de los méritos de aquel hombre fue concebir a su hijo Sergi. El niño, ahora con 21 años, es el héroe que nunca tuvo Artá en ninguna de sus esferas. Sus andanzas con el Málaga son objeto de comentario diario, no es para menos. Prácticamente de la noche a la mañana ha pasado de ser semidesconocido a convertirse en la brújula ofensiva del esquema de Bernd Schuster.
Después de dos partidos de inexplicable ausencia, volvió a las alineaciones para ser de nuevo la mejor fuente futbolística del Málaga. El cartel de canterano no le ha hecho perder ambición ni valentía, menos aún el día en que se reivindicaba en la cantera que lo modeló. Tras convertirse en el mejor malaguista en el estadio espanyolista, ayer volvió a ser protagonista en la prensa local; él no vive ajeno a ello. "Mi pueblo es muy pequeño y no tiene una figura reconocida. Nunca ha tenido un deportista en la élite y, claro, ven que estás jugando con el Málaga y ante grandes rivales. Yo aún no he podido ir desde que estoy jugando en Primera, pero mi familia me cuenta lo que pasa allí; también me llaman o me escriben por whatsapp desde allí y te das cuenta de que la gente está flipando", comenta el mediocampista acerca de la repercusión de su arranque de temporada.
Sorprende la madurez y la responsabilidad con la que se emplea en cada encuentro. "Es mi trabajo. Al principio esto impresiona, pero cuando empiezan los partidos te vas encontrando más cómodo. Me he adaptado rápido al equipo. No hay tiempo para pensar dónde estás. Si lo haces, en Primera División te comen. Trabajo pensando en que los trenes no paran", contesta con la misma frescura con que se le vio emplearse en Cornellá-El Prat. Con esa naturalidad igualmente habla de cuando no ha contado para Schuster. "Tan sólo pienso en jugar más. La cosa es que tuve la suerte de volver a jugar otra vez. En mi cabeza sólo está hacer méritos para seguir jugando. Si me llega el momento de salir, sé que hace tres meses estaba donde estaba, así que no sería ningún desastre", reflexiona en voz alta.
Puede que todo ello sea consecuencia del esfuerzo que tuvo que realizar a los 13 años, cuando aceptó la oferta del Espanyol para enrolarse en su cantera. "Me fui de cabeza porque desde pequeño sabía que el fútbol era lo que quería vivir", cuenta reeditando la historia de su hermano mayor, aunque él prefirió "estar con la familia" a salir de la isla. "Yo tuve la valentía de irme", narra Darder, quien hasta los 12 jugó en el Artá para acto seguido irse al Manacor y de ahí a la selección balear, donde llamó la atención de Manel Casanova, que lo fichó dos veces, primero para el Espanyol y luego para el Málaga. Ahora sólo puede alegrarse de aquel trago: "Tu primera respuesta es sí, me voy, pero cuando lo piensas más en frío, dices: no voy a ver a mis padres, no voy a ver a mis amigos, tengo 13 años, pierdo mi infancia, no puedo salir de fiesta... Si te paras a pensarlo, tiene más cosas negativas que positivas, pero las positivas son muy intensas. Mis amigos y mi madre me decían que ya habría otra oportunidad, pero mi padre y yo decidimos tirar para adelante por si no volvía a pasar otra vez. Había que cogerla y así fue".
El caso de Iniesta siempre se ha puesto de ejemplo como el de superación de un niño que no paraba de llorar en su residencia y compensaba con el balón tanto mal rato. Darder vivió una historia similar. "A mi madre le costó mucho entenderlo, mi padre era muy futbolero y me apoyó, pero sabía que para él era casi como perder a un hijo. Y tú a esa edad no eres maduro, no sabes hacer nada. Me fui a una residencia donde estaba bien cuidado, pero el primer año se pasa mal, echas de menos a todo el mundo y no te acostumbras. Valió la pena sufrir un poco", puede asegurar ahora.
Ocho años después, su estreno en la élite está siendo notable. Se muestra incansable de todos modos Darder. "Uno siempre puede dar más, y yo soy muy joven todavía. Tengo margen de mejora y no he tocado techo. Cada partido salgo con la sensación de querer más. Estoy contento porque las cosas me están saliendo, pero aunque lo des todo, siempre quieres más".
Darder mira al futuro con optimismo. Al Espanyol, que no le permitió continuar allí su sueño, lo hace sin rencor alguno. "No decidieron darme la oportunidad y ahora aquí soy feliz. Es pasado, lo demás no importa". Eso sí, tampoco se pone metas a largo plazo. Ni un contrato profesional ni volver a ser internacional en las categorías inferiores de la selección: "No estoy pendiente, yo no puedo hacer nada. No sé hablar en un despacho, no tengo ni siquiera copia de mi contrato, ni miro las convocatorias de las selecciones. Me dedico a jugar; si no, me voy a descentrar".
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