Raras veces se da un partido con tanto extra de sentimentalismo.

Y la cosa es bien difícil de explicar. Algún bético no entiende cómo Joaquín puede querer al Málaga casi tanto como al Betis si sólo estuvo aquí dos años. Y algún blanquiazul se frota los ojos pensando que se pueda recibir al portuense mejor que a Portillo, algo nada descabellado. Ni uno ni otro celebrarían un gol, tampoco Juan Carlos, que también tuvo su particular idilio en verde y blanco. Para Santa Cruz, que lo verá desde la grada, la carga emotiva también será destacable. Esa gruesa capa de emociones cubre un partido de los que no se clasifica como dramático a priori, pero que puede dejar a alguno tiritando en caso de derrota. Necesidad y emoción, un cóctel de fútbol bien cargado.

Encuentros así encienden a una afición. La de Málaga dará la bienvenida como corresponde a Portillo y Joaquín. En el paleño nunca terminó de romper el torrente de fútbol que lleva dentro, pero a ver quién se atrevía a decir algo de un futbolista que hace escribir en mayúsculas la palabra canterano. Para colmo, su marcha fue forzosa, de la casa y mártir, motivos de sobra para que los seguidores hoy le tributen una sonora ovación. Respecto al genio del Puerto, nadie se para a pensar si dos años son mucho o poco tiempo para desarrollar un sentimiento como el suyo por el club y la ciudad. Todos los que integraron ese Málaga de Champions tienen grabado a fuego los recuerdos. Por cómo sufrieron en la trastienda y cómo gozaron con Pellegrini. Esos héroes irán regresando entre palmas; no obstante, Joaquín añade ese carisma especial que le hace dejar huella por donde pasa. Tantos aplausos para uno y otro harán que el aficionado se presente más caliente que en las últimas fechas, en las que el juego del equipo lo ha dejado un tanto mimetizado con el cemento.

También debe animarse el malaguista pensando que las últimas dos veces que fue a La Rosaleda vio a los suyos ganar, pese a seguir abonado al sufrimiento. Es el principal motivo para seguir escalando en la tabla, más aún viendo que el equipo sigue tan griseado a domicilio. Tampoco le da mucho tiempo a lamentar la última lesión de Camacho, puesto que el maño ni siquiera había podido disputar un solo minuto en Martiricos. Por él entra Tissone, siempre discutido, pero más fiable este año.

El nuevo condimento para una situación muy repetida en la primera decena de partidos llega con las declaraciones del director general, Vicente Casado, quien rodeado de sus consejeros quiso dar un mensaje de unidad y apoyo tanto a la plantilla como al entrenador. Por si alguno estaba pensando que Javi Gracia anda en la cuerda floja.

El primero de los dos derbis andaluces seguidos en noviembre trae a un Betis alicaído, a sólo tres puntos de distancia, aunque con mejores sensaciones a domicilio y con futbolistas asociativos que amenazan esa extraña defensa del Málaga, que encaja pocos goles pero se muestra demasiado vulnerable en las ocasiones que concede. A ella vuelve Angeleri para intentar traer más calma.