Novenos y orgullosos (2-3)

El Málaga despierta del sueño pronto pero deja como imagen final la de un equipo rozando una igualada que parecía imposible tras el 0-3 La roja de Weligton a los 25 minutos fue una dura losa

Novenos y orgullosos (2-3)
José L. Malo

Málaga, 23 de mayo 2015 - 20:00

Se acabó la ópera prima de Gracia. Novenos, novenos y orgullosos. Porque no fueron séptimos, sueño que el Athletic se encargó de hacer añicos pronto. Pero novenos significa subcampeón de la Liga del Málaga. Partía de un paquete heterogéneo con la ambición de permanecer sin muchos sobresaltos. Y casi se hubiera quedado en Primera sin hacer puntos en la segunda vuelta, la del bajón. Queda garantizado el octavo año consecutivo en la élite, cota histórica. El patrimonio de cantera se ha revalorizado, los malagueños valen más del doble de lo que eran en verano. En el álbum de fotos hay más partidos con fútbol de categoría que de los enrojecedores. La sensación global, ahora que todo se apaga hasta el próximo agosto, es de haber hecho algo bueno. Siempre quedará ahí el despeño de los últimos meses, esa mancha que no sale, por supuesto. Pero con poco el Málaga ha dado mucho.

El derbi de despedida mostró los dos Málagas de la temporada, el que conquistó en la primera vuelta y el que pinchó globos en la segunda. Había en juego algo más que la séptima plaza: la despedida con orgullo, dando una victoria para la octava plaza o para ese regusto que siempre da al aficionado vencer al Sevilla. Lo que pasa es que el guión se torció demasiado pronto. Con Weligton y el asistente llevando la inocencia y la oftalmología al extremo, llegó la roja paralelamente al gol de penalti de Aduriz. No estaba en mano propia que el Villarreal remontara, pero es que también se ponía en chino la supervivencia propia en el partido. El Málaga había saltado al campo mandón y fogoso, pero Weligton había echado más leña al fuego de lo requerido. El Sevilla, con un once más competitivo de lo previsto, se vio obligado a dar un paso adelante y lo dio. Pero fue Javi Guerra quien estuvo más cerca de invocar el gol.

Al paso por el descanso, alguien debió explicar en la caseta visitante que el Valencia no andaba fino en Almería (2-2). Así que los de Emery salieron a por todas. Si el Málaga había aguantado 20 minutos en inferioridad con Camacho de central, todo se vino abajo en tres minutos, con Reyes y Banega fundiendo el partido. Cuando Aleix Vidal hizo el 0-3, muchos aficionados se levantaron de sus asientos y se marcharon a casa. Ellos se perdieron la raza para casi empatar el encuentro. Con Javi Guerra de gurú, empeñado en demostrar que aquí está su sitio y que es un delantero de categoría. Hasta tuvo una tercera para buscar la proeza. No llegó, pero la despedida no fue el aluvión de diez minutos del Sevilla, sino la fe inquebrantable para buscar el 3-3. Si los pilares no se zarandean mucho, este Málaga volverá a ser protagonista la próxima campaña.

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