Ya suena, ya emociona

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Deseado La afición del Málaga disfrutará de su noche más relevante con el optimismo de sacar buena renta ante el Panathinaikos Ángel Fabrice sigue bendecido y será titular, una decisión que no aceptó Seba Fernández y por la que se quedó fuera de la lista

Willy Caballero se estira al máximo para detener un balón lanzado por Xabi Mancisidor, preparador de porteros, en el entrenamiento de ayer.
José L. Malo / Málaga

22 de agosto 2012 - 05:02

No es solo el partido. Antes aguarda otro acontecimiento de postín que el aficionado espera con ansia. El himno de la Champions dejará de ser tatareado para hacerse de carne y hueso, de solfa y bufanda, en la propia casa de los malaguistas. Será de ellos por unos instantes. Su sonido envolvente, su preciosa melodía, anunciará que ya llega el gran evento. Son los mejores; estos son los campeones, reza la letra. Y el aficionado se sentirá el mejor, el campeón, durante esos segundos en que sus guerreros blanquiazules, alineados junto a sus enemigos, izarán pecho y barbilla fingiendo con serio rictus que la música no les embriaga, que están concentrados en la batalla. Mentira. En ese tiempo, jugadores y seguidores estarán emocionados por igual. El The Chaaaampiooooons final se fundirá con un estruendo de aplausos, los 22 de corto romperán filas y el bautizo habrá terminado. Se descorcharán los primeros 90 minutos de un sueño.

La Liga de Campeones es el paraíso, pero la invitación hay que recogerla en la previa. Para recogerla hay que merecerla. Para mecerla hay que sufrirla. El bucle proseguiría hasta llegar al verbo nodriza: disfrutar. Es el principal requerimiento de la noche. Por si el balón se atreve a empañar el propósito, conviene recordar que nunca se había jugado un partido presentado por el himno más emocionante de la Europa futbolística. Y que podría ser el último. La grada está obligada a gozarlo porque esa es la verdad más tangible del proyecto del Málaga. Los elegidos de Pellegrini deberán apelar también a esa palabra; de hecho, será su plus. Pero habrán de mezclarla con responsabilidad, inteligencia y puntería. Dispondrán de una opción para la enmienda en Atenas, pero el ideal se ha grabado a fuego en la pizarra del vestuario: que Caballero siga virgen en Europa y Karnezis doble al menos una vez la rodilla.

La inscripción extemporánea de Fabrice es la semblanza de cómo llega el Málaga: con la ilusión de un niño. Ese es su refuerzo y una de las mejores armas de Pellegrini. Su pan bajo el brazo el ha rescatado la emoción por lo deportivo. A estas alturas, la cicatriz del verano escuece menos. Toda la plantilla que queda sabe que cobrará si llegan al bombo. Muchos de ellos jamás volverán a saborear el dulce elixir de la élite. Una minoría volverá a degustarlo. La fortuna ha ampliado su pacto con el chaval, quien partirá con dorsal de titular. Así lo ensayó Pellegrini ayer. En los ejercicios de táctica y los de estrategia, motivo que acaloró más de la cuenta a Seba Fernández. El charrúa espetó su frustración al chileno y éste lo dejó fuera de la convocatoria y convirtió automáticamente al camerunés en el primer delantero de la plantilla. Maresca también se presume como relevo de Camacho en la medular. Un bloque abigarrado y un adolescente con ángel no son los refuerzos súperclase que se prometían en mayo, si bien se antojan suficientes ante un Panathinaikos que domina la escena continental pero no infunde especial terror.

Hay incluso quien confía en que Jesualdo Ferreira sea el caótico técnico que recuerdan y alfombre la clasificación. El partido recupera ese sarcasmo. El jeque lo trajo para ser la semilla de un Málaga de Champions. Esta noche y el martes el luso hará todo lo posible por que no sea así. Y Al-Thani, en retirada, no habrá hecho todo lo imposible que anunciaba para ayudar al equipo a combatirlo.

Queda así el escaparate entero para Pellegrini y su bloque. Aquí entra su vestuario y su afición, que hizo colas tercermundistas para el espectáculo superlativo de la Champions, aunque sea en versión entremés. En la previa de la previa, a media tarde, ya tuvieron un anticipo los vecinos del estadio con las pruebas de megafonía. El himno de la Champions se coló en los comercios y viandantes de los aledaños. Hoy se colará en la memoria.

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