Entrevistas

“A los niños se les regala un móvil antes de explicarles sus riesgos”

Paz Velasco, criminóloga.

Paz Velasco, criminóloga. / Sergi Escribano.

Paz Velasco (Valladolid, 1968) es criminóloga y jurista especializada en personalidad psicopática y delitos violentos, y tiene un máster en documentoscopia, grafística y falsedad documental. Es profesora en el grado de Criminología y Ciencias de la Seguridad en la Universidad Internacional de Valencia, donde también imparte clases en otros dos másteres. Su blog criminalmente.es dio origen a su primer ensayo Criminalmente: la criminología como ciencia, (Ariel, 2018). Acaba de publicar Homo Criminalis (Ariel, 2021), donde analiza las nuevas formas de delincuencia en la sociedad actual.

–¿Todos escondemos un asesino en potencia?

–No. Todos tenemos la capacidad de matar. Somos agresivos por naturaleza, es un rasgo de nuestra humanidad que ha hecho que hayamos sobrevivido como especie. Pero no es lo mismo tener la capacidad de matar que ser un asesino. Por eso tenemos en el código penal la eximente de legítima defensa.

–¿Qué nos lleva a matar?

–Se puede matar por defender a una hija, gratificación sexual o heredar del marido. Cada persona tiene una motivación.

–¿Qué define el asesinato?

–Nuestro código penal tiene dos figuras. El homicidio es matar a una persona, y puede ser doloso o imprudente. Pero en el asesinato hay algo importantísimo, que es la intencionalidad de matar. Y hay más elementos que lo definen, como la alevosía, el ensañamiento, precio o recompensa. O como ahora lo recoge nuestro código penal, asesinar para ocultar un delito anterior como en el caso de Diana Quer. O pensemos en el caso de Ana Julia Quezada, que asesina, oculta el cadáver, sale en prensa y luego trata de mover el cadáver a otra escena del crimen.

–Los asesinos no son personas extraordinarias. Es lo que Hannah Arendt llamaba la banalidad del mal

–Exacto. Fíjese en que cuando sale algún crimen en un medio de comunicación, se dice que era un buen vecino, una persona amable. Es que es imposible detectar a las personas que van a cometer un crimen horrible. Es gente como usted o yo pero que tienen una doble vida. No se les va a notar nada salvo por rasgos como que tienen dificultades para socializar o les gusta la soledad, que son cuestiones que sí definen a un asesino.

–¿Nace o se hace?

–Nace pero luego se va haciendo a sí mismo. Hay sujetos que nacen con anomalías cerebrales como la psicopatía que jamás matan a nadie. Hay una predisposición a la agresividad y a convertirse en asesino siempre que se den una serie de elementos endógenos y exógenos en este sujeto. Pero finalmente se hace porque es el sujeto el que finalmente toma las decisiones. Las predisposiciones no nos convierten en asesinos, pero sí las decisiones. Y para tomarlas, influyen elementos ambientales, sociales, familiares, emocionales, psicológicos, biológicos, genéticos... Uno no se levanta una mañana y se convierte en un asesino, sino que hay una serie de elementos que se han venido dando desde que se es muy pequeño.

–¿Hay un momento ‘Rosebud’ que define una vida, como en ‘Ciudadano Kane’?

–Es la suma de múltiples factores. Pero sí es cierto que hay una teoría, la triada de McDonald, que avanza tres circunstancias que pueden alertar de que un niño puede tener conductas antisociales o antijurídicas. Estaríamos hablando de luces rojas que avisan de un trastorno de personalidad, como la crueldad con su entorno, sobre todo con los animales o compañeros de clase. Pero por favor, eso no quiere decir que todos los niños que pegan sean psicópatas. Es un indicador, que se une a pequeños robos en casa, o pequeños incendios o tratar mal a los padres o hermanos, y un tercer elemento que es la enuresis nocturna, o miccionar en la cama con ocho o nueve años. Estos indicadores llevaron a McDonald a pensar que si no se lleva una socialización que pueda inhibir esos comportamientos, puede terminar convirtiéndole en una persona agresiva.

–Y para complicar las cosas, con el ciberespacio las escenas de los crímenes ya no son sólo físicas.

–Hasta ahora siempre había un contacto entre la víctima y el agresor. Hoy se puede agredir con un simple click. Delitos como sexting, el grooming o el happy slapping se cometen a través de una escena del crimen virtual. Internet crea la oportunidad para delinquir a sujetos que en la vida real jamás llegarían a cometer un delito y que se escudan en la falsa impunidad que da el anonimato en internet. Es el mayor patio de juegos del mundo. ¿Quién pone puertas a internet? Es imposible.

–¿Somos un país violento?

–No. El miedo al delito surge por una apreciación subjetiva a partir de los medios de comunicación. Estamos a la cola de Europa en homicidios y somos el quinto país más seguro del mundo para que vivan las mujeres. No somos una sociedad violenta.

–¿El endurecimiento del código penal es disuasorio?

–No. Si fuera así, se acabaría la delincuencia. Sí puede disuadir a personas que tienen unas características personales que le lleven a delinquir. Yo no me atrevería a robar un perfume en unos grandes almacenes porque a mí me disuade que pueda tener un castigo. Pero si una persona tiene un trastorno de la personalidad, probablemente le dé igual.

–¿Vamos hacia una sociedad menos violenta?

–No. Pero igual que se educa en igualdad desde muy pequeños, yo echo en falta que se eduque en nuevas tecnologías. Los niños ya tienen un móvil cuando se les empieza a enseñar. Empecemos antes para que las adolescentes no se hagan una foto y la envíen porque nunca se sabe dónde va a terminar. Se les regala antes a un móvil antes que explicarles sus riesgos.

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