Feria de Málaga: puestos en familia y de generación en generación

Turistas observando uno de los puestos de Calle Larios. / Antonio Castro

Durante la Feria de Málaga, son miles las personas que recorren las calles del centro, a rebosar de música, risas y buen ambiente. Con este motivo, no son pocos los que deciden llevarse algún recuerdo a sus casas para memorar una fiesta llena de folclore y tradición.

En este contexto, aparecen los puestos de venta situados a lo largo de las calles. Imanes, gafas de sol, catavinos, pero hay algo que sobresale por encima del resto, convirtiéndose en todo un best seller durante los días de Feria. "Lo que más suele venderse son flores y abanicos. En Málaga hace un calor terrible y más en estos días de Feria. Lo mejor que hay para afrontar este calor es un abanico", explica Juan Manuel Rosa un joven de 27 años que regenta un puesto en la Plaza de la Marina desde hace más de diez años.

"El puesto es de mi padre. Anteriormente fue de mi abuelo, pasó a mi padre y ahora estoy trabajando con él, que está en otro puesto en calle Larios. Es un negocio familiar, trabajan también mi padre, mi primo, mi tío, mi hermana, como en cualquier negocio de este tipo", añade. "También trabajamos en el fútbol y el baloncesto. Allí vendemos refrescos, pipas y chucherías. En las ferias de los pueblos además vendemos cubalitros y bebidas".

Abanicos, flores y vasos en un puesto de la Feria de Málaga. / Antonio Castro

"Lo mejor de trabajar aquí es que está muy animado. Uno ve el ambiente, a los verdiales actuando, las malagueñas, todo esto derrocha arte. Me entretengo un rato mientras vengo a ayudar a mi padre en su puesto", comenta María Teresa González de Luna mientras repone su puesto situado en plena Calle Larios de flores azules.

"Mi abuelo era feriante, y decidimos continuar la tradición", afirma Miriam Doblas, que tiene 20 años y que lleva un par de ferias a sus espaldas trabajando junto a su padre. "Ahora tenemos otro tipo de compradores. Cada vez hay más turistas, entonces la mercancía ahora suele ser más orientada a este público. Tenemos abanicos y bolsas con el nombre de Málaga pensados para los turistas que quieren llevarse un regalo a su casa o algún recuerdo. También se venden pendientes y broches", explica.

"Lo que más me gusta de trabajar en Feria es el contacto con la gente. Siempre vienen a divertirse y a pasarlo bien. Están muy felices y contentos y esa felicidad al final se transmite mientras trabajas. Estamos de fiesta para pasarlo bien y al final eso es lo que cuenta", añade Doblas.

"Cada vez se nota que hay menos trabajo. Parece que hay menos ambiente que en el Real", añade Rosa, que afirma que cada vez hay más turistas. "El primer día siempre es un bombazo, pero a partir de ahí va a menos. Aunque no haya tantas casetas en el centro creo que es algo con un valor histórico en Málaga y creo que debería de cuidarse algo más", concluye.

Más que simples puestos de venta, los negocios del centro de Málaga son un reflejo de la tradición familiar y parte del paisaje de la Feria. Con cada compra en estos establecimientos, no solo se apoya a un negocio local, sino que se respalda a una herencia de generaciones que han hecho de una festividad parte de su vida. Así, entre sabores, colores y lunares, estos puestos nos recuerdan que la tradición también se puede heredar.

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