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Carla Subirana: "En el cine es importantísimo que haya mujeres aportando su punto de vista, sea cual sea"

Carla Subirana, en el Festival de Málaga este martes.

Carla Subirana, en el Festival de Málaga este martes. / Javier Albiñana

Sica acude a diario a la playa, a las rocas, a los acantilados. Busca desesperadamente que el mar le devuelva el cuerpo de su padre, desaparecido tras un naufragio. En ese particular viaje en el que sus ojos despiertan a una madurez más áspera y brava, conectará con Suso, un chico cazatormentas que parece ser el único que la entiende. Los jóvenes actores Thais García Blanco, Marco Antonio Florido Añón y María Villaverde Ameijeiras acompañan en el reparto a Núria Prims en el primer largometraje de ficción de Carla Subirana. La cineasta catalana concursa en la Sección Oficial del Festival de Málaga y charla sobre su trabajo. 

-¿Quería hacer un homenaje a la vida en la Costa da Morte con este trabajo? 

-La primera semilla de la película es el paisaje. Cuando llego caminando en 2016 a Costa da Morte sufro como un hechizo. Es un paisaje virgen que tiene un océano con una brutalidad tremenda, con esa convivencia entre vida y muerte, por lo que significa esa vida marinera en unas aguas con las corrientes más peligrosas del mundo, con más de 600 naufragios documentados... Esa naturaleza es el primer imput, la primera conexión e intuición.

-¿Y a partir de ahí cómo trazó la historia?

-Empecé a investigar lo que había detrás de aquello. La naturaleza me interesa, me preocupa la crisis climática enormemente y pensé en cómo podía mostrar eso. Galicia era el final del mundo conocido, es un límite, una frontera, una esquina, pero por esa esquina entran muchos temporales, ciclones extra tropicales que cada vez son algo más normal y llegan con una fuerza más devastadora. 

-Lo dice el personaje de Suso, el cazatormentas...

-Sí, él es el gurú, el que va guiando a Sica en ese viaje de descubrimiento que es la pérdida de la piel de la infancia. Él la va alertando de que hay algo muy peligroso y que, de alguna manera, la única capaz de devolver la armonía a la vida de Sica es la propia naturaleza, que es madre y maestra a la vez. 

-Al océano se le escucha como un personaje más, por dentro y por fuera... 

-Sí. En Nadar, mi primera película documental, ya aparecía el agua como un lugar placentero en el que puedes disfrutar. Pero también te puedes hundir en ese mar. Es como la vida misma, la unión con la muerte, algo tan propio de la Costa da Morte. Ese océano te da la vida, durante siglos ha dado de comer a generación tras generación, pero también se han ido perdiendo marineros, percebeiros, mucha gente vinculada con el mar. Conviven con la muerte de una manera absolutamente fascinante y atípica. 

-¿Se ha perdido esa conexión con la naturaleza que reivindica su película?

-Eso creo, que como urbanitas hemos perdido esa conexión. Yo creo que hay algo atávico. El primer contacto con ese mar es como un cordón umbilical que en algún momento dado hemos perdido. Me gustaría que el público pueda mirar ese mar, esas olas y ese viento con otra mirada, con otros ojos. 

-La película la sitúa en una época anterior, sin pantallas, más desconectada...

-Cuando hice el proceso de documentación conocí a un cazatormentas. Vivió un huracán en Galicia cuando era pequeño y se dedicó a observar el cielo desde entonces. Aprendió a detectar cuándo podía llover. Ahí nació el personaje de Suso. Una de las decisiones importantes para la película era trabajar desde la atemporalidad y no situarla hoy en día, porque con la tecnología Suso no podría existir. Y ese volver a conectar con la naturaleza es a través de la observación. Los marineros sabían si podían salir al mar o no sin mirarlo en ningún aparato, y eso es fruto de la experiencia y la observación. Y eso creo que es algo que tenemos que recuperar. 

-En el largometraje hay mucho de esa observación, más quizás que de diálogo. ¿Cuánto ha dejado a la espontaneidad?

-Es una película que, aunque tiene ese afán de realismo y está instalada en un naturalismo, está muy construida. Es una película construida desde el montaje, desde el diseño sonoro, hay un trabajo cuidado de selección de las escenas, cuándo entra la naturaleza y cómo ese fluir sonoro lleva al espectador de un lado a otro. 

-¿Cómo fue el proceso para elegir a los actores?

-Hicimos un casting entre 600 chicos y chicas de Costa da Morte. Una vez que decido como cineasta que voy a rodar allí, aunque yo soy catalana, me impongo máximo respeto hacia el territorio, la lengua, la forma de expresarse, el vocabulario... por eso vimos a adolescentes del lugar hasta que apareció Thais (García Blanco). El personaje de Leda, la amiga de Sica, estaba escrito bastante diferente. Pero cuando llegó María, con esa personalidad, esa mirada y ese carácter tan propio de allí la reescribí para adaptarla a ella. Y Marco, Suso, es un chaval que se expresa con los ojos, que es muy cinematográfico y, sobre todo, tiene una mirada muy pura. 

-En la Sección Oficial hay 20 películas a concurso y siete están dirigidas por mujeres. Esto hace unos años era impensable. 

-Cuando hice mi primera película, la presencia de mujeres directoras era anecdótica, estábamos en un 7%. En cambio ahora, miras a tu lado en festivales de prestigio como Berlín, en esta Sección Oficial de Málaga, con siete directoras, y ya no somos una anécdota. Cada una tiene su lenguaje, su manera de trabajar, su mirada. Lo que nos unifica es que somos mujeres, pero cada una aborda la película en el idioma que le parece oportuno, en la forma que considera y eso es libertad, decisión, valentía, y es algo absolutamente necesario. Si en la sociedad somos la mitad, qué importante es en algo como el cine, que es transmisor de conocimiento, de cultura, una mirada hacia nuestra sociedad, que haya mujeres aportando su punto de vista, sea cual sea. Es importantísimo y una alegría estar aquí, la verdad.  

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