Casares y Manilva, dos de los pueblos de Málaga que mejor conjugan el verano: playa y montaña
Casares y Manilva, una combinación única de mar y sierra en el extremo occidental de la provincia
El pueblo de Málaga donde sus vecinos compiten por ver quién tiene el balcón y patio más bonito lleno de flores
La provincia de Málaga alberga destinos que, más allá del habitual atractivo costero, permiten disfrutar de una experiencia veraniega completa. Al oeste del territorio malagueño, dos pueblos destacan por ofrecer al visitante lo mejor de dos mundos: la cercanía a la montaña y el acceso directo a la costa. Se trata de Casares y Manilva, dos pueblos de Málaga que conjugan historia, naturaleza, cultura y mar en un equilibrio perfecto para quienes desean conocer el rostro más polivalente de la provincia.
Casares: un balcón blanco entre la sierra y el Mediterráneo
Reconocido como Conjunto Histórico-Artístico desde 1978 y considerado uno de los pueblos más pintorescos de España, Casares se alza sobre un escarpado macizo de piedra caliza en la Sierra Bermeja, a más de 400 metros de altitud. Su singular ubicación lo convierte en una referencia para quienes buscan la autenticidad de la montaña sin renunciar a la proximidad del mar.
El núcleo urbano de Casares conserva un trazado de origen andalusí, con calles estrechas, viviendas encaladas y una topografía quebrada que regala panorámicas espectaculares. Desde lo alto, el Castillo de Casares, dominando valles y colinas, ofrece una vista que abarca desde la Serranía de Ronda hasta la bahía de Algeciras. A su lado, la antigua Iglesia Mayor de la Encarnación, construida por los Reyes Católicos, acoge en la actualidad el Centro Cultural Blas Infante, en homenaje al pensador andaluz nacido en esta localidad.
Unos kilómetros más abajo, en un entorno más fluvial, se encuentra uno de los enclaves más singulares del municipio: los Baños de la Hedionda, conocidos por sus aguas sulfurosas a las que la tradición atribuye propiedades curativas. El puente acueducto que cruza el arroyo Albarrán, del siglo XVI, conserva su estructura original y acompaña a este espacio de valor histórico y paisajístico.
Desde los baños, parte una de las rutas de senderismo más destacadas de la zona: el Canuto de la Utrera, donde se halla el conjunto kárstico más meridional de Europa. Este espacio natural alberga formaciones geológicas únicas y una notable biodiversidad, incluyendo colonias de buitres leonados. La Sierra Crestellina, por su parte, se erige como un paraje de gran valor ecológico y ofrece panorámicas que evidencian el carácter montañoso de Casares, sin perder de vista su conexión con el mar.
Esa conexión se manifiesta de forma clara en la playa de la Sal, ubicada a apenas cuatro kilómetros del casco urbano. Este arenal, adaptado como playa canina, está presidido por la torre vigía del Salto de la Mora, un vestigio del pasado musulmán de la zona que confirma el vínculo de Casares con el litoral.
Manilva: costa, vino y legado histórico junto al límite provincial
Al sur de Casares y abrazada por más de ocho kilómetros de costa, Manilva representa la otra cara del binomio mar-montaña. Este municipio combina su identidad marinera con una arraigada tradición vitivinícola, centrada en la producción del vino moscatel a partir de la uva de Alejandría. El Centro de Interpretación de Las Viñas de Manilva ofrece una visión detallada del papel que esta actividad ha jugado en la economía local.
En el término municipal se ubican playas de notable extensión, como la de Sabinillas, donde la gastronomía ligada al mar —especialmente los espetos de sardinas y otros pescados— define la oferta culinaria. Esta zona, menos masificada que otras partes de la Costa del Sol, ofrece una experiencia tranquila sin renunciar a servicios turísticos de calidad.
Uno de los puntos más destacados del litoral manilveño es Punta Chullera, también conocida como Punta Cala Sardina, que marca la frontera natural con la provincia de Cádiz. Se trata de una cala acogedora, frecuentada tanto por bañistas como por aficionados al buceo, gracias a su fondo rocoso y su biodiversidad marina.
La historia también tiene su lugar en la playa del Castillo, donde se encuentra el Castillo de la Duquesa, edificado en el siglo XVIII sobre restos romanos. Su cercanía al Puerto Deportivo de La Duquesa, uno de los más reconocidos de Europa, lo convierte en un punto de alto interés para el turismo náutico y cultural.
Además, la Reserva Ecológica Playa de Manilva, declarada como tal en 2011, protege más de 150 especies vegetales propias del ecosistema litoral mediterráneo. Este entorno natural cuenta con una red de senderos que recorre más de seis kilómetros de costa, donde es posible realizar actividades como la observación de flora autóctona o paseos a caballo al atardecer.
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