La ruta de senderismo más espectacular (y exigente) de la Axarquía: kilómetros de pura belleza entre estos dos pueblos de Málaga
Un recorrido de casi nueve horas por paisajes que cambian a cada paso
De Cómpeta a Canillas de Aceituno, atravesando el corazón salvaje de la Axarquía
Un reto para senderistas experimentados entre montañas, olivares y puentes históricos
Entre las sierras más abruptas y fascinantes del interior malagueño se esconde una de las rutas de senderismo más completas de la provincia. Une los pueblos blancos de Cómpeta y Canillas de Aceituno, atravesando un paisaje cambiante que combina naturaleza mediterránea, caminos históricos y vistas panorámicas que cortan la respiración. Con sus 25 kilómetros de recorrido y cerca de nueve horas de duración, esta senda no es apta para principiantes: es un desafío para quienes buscan una experiencia auténtica, en plena Axarquía, rodeados de montañas, silencio y belleza.
El punto de partida de esta larga travesía se encuentra en Cómpeta, junto a la ermita de San Antonio Abad Extramuros, a las afueras del casco urbano. Desde allí comienza un sendero de albero con barandas de madera que discurre en paralelo a un pequeño arroyo. Es un tramo amable, de apenas dos kilómetros y medio, que conecta con Canillas de Albaida, el primer pueblo del recorrido.
En esta parte baja del trayecto, el paisaje se muestra fértil: olmos, almeces y álamos se mezclan con cultivos de aguacates y otros frutos subtropicales que prosperan gracias al clima templado de la Axarquía. La senda atraviesa también el arroyo de las Jurisdicciones, preludio de las estribaciones montañosas que aguardan más adelante. Tras pasar junto a la cantera de Canillas de Albaida, el camino bordea el municipio por el norte, cerca de la ermita de Santa Ana, antes de descender hacia el puente romano, situado a unos tres kilómetros del punto de inicio.
Camino histórico y subida hasta la Cruz del Muerto
Tras cruzar el puente, comienza uno de los tramos más exigentes: una ascensión constante por un antiguo camino restaurado que conduce hasta la Cruz del Muerto, a unos siete kilómetros desde el arranque de la etapa. Durante el ascenso, el sendero atraviesa colinas de cultivos de secano y olivares que van dejando paso a un entorno cada vez más salvaje y montañoso.
Aquí el viajero se adentra en el Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, una vasta extensión de naturaleza protegida que destaca por su diversidad vegetal: romeros, jaras, aulagas y enebros pueblan las lomas, llenando el aire de aromas característicos del monte mediterráneo. Tras dos kilómetros por pista forestal, la senda desciende por la solana de la Casa Haro, un cortijo en ruinas que marca el kilómetro nueve del recorrido.
De Salares a Sedella: historia y naturaleza entre encinares
El descenso lleva al arroyo de los Álamos, afluente del río Salares, y de ahí al puente árabe de Salares, situado en el kilómetro once. Este punto marca el corazón de la etapa y permite adentrarse en uno de los pueblos con mayor encanto morisco de la Axarquía. El nombre de Salares procede de las antiguas minas de sal del Barranco de la Mina, cuya explotación dio vida al pueblo durante siglos.
Desde la salida norte del municipio, la senda continúa por una subida empinada que atraviesa la zona del Encinar, pasando junto a Benescalera, la Fuente de Ocaña y el Cerro Marchena. A unos 14 kilómetros del inicio se alcanza la Hoya de Salamanca, desde donde comienza un largo descenso hacia el Cortijo de la Herriza y el arroyo de Sedella. El sendero entra entonces en la parte alta de Sedella, pueblo dominado por las ruinas de una torre medieval que recuerda su antiguo pasado defensivo.
El trazado continúa junto a una acequia que alimenta el Molino de Montosa y conduce hasta un área recreativa rodeada de pinos, ya a unos 18 kilómetros del comienzo.
Tramo final: La Rahige y el esfuerzo hasta Canillas de Aceituno
Los últimos kilómetros son los más duros, pero también los más espectaculares. Desde Sedella, el sendero asciende hacia el puerto de Sedella, dejando atrás las desviaciones hacia Rubite y Los Valverdes. A medida que se avanza, aparece a lo lejos el caserío blanco de Canillas de Aceituno, mientras la ruta desciende con fuerza hacia el río Almanchares.
En este punto se encuentra el paraje de La Rahige, un entorno de pozas naturales y gargantas rocosas que marca el tramo final del recorrido. A partir de ahí comienza la Cuesta del Molinillo, una subida empinada entre antiguos bancales de almendros y viñedos, vestigios de un paisaje agrícola que el tiempo ha ido transformando. El sendero serpentea entre olivares y casas de campo hasta desembocar, finalmente, en Canillas de Aceituno, tras más de 25 kilómetros de marcha y cerca de 850 metros de desnivel acumulado.
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