La farola

La tumba de Acilia Plecusa, una esclava que se convirtió en señora de la Bética romana

  • Su ascenso y posterior influencia en la sociedad del siglo II forman una historia única con algunos misterios

  • Piedra a piedra, con precisión milimétrica, su mausoleo se encuentra expuesto en el Museo de Antequera

La tumba de Acilia Plecusa rodeada de columbarios de su familia.

La tumba de Acilia Plecusa rodeada de columbarios de su familia. / A M Felicisimo

Como sus padres, Plecusa era propiedad de Manius Acilius Fronto, caballero del ejército romano, miembro de una familia importante de la Bética y que tenía a su cargo a los collegium, es decir los trabajadores encargados de las obras públicas en la ciudad de Singila Barba (en las inmediaciones de Antequera muy relacionada con otras urbes cercanas de la época como Antikaria, Nescania y Oscua). Su nombre y posición era estudiado por los arqueólogos por las inscripciones en multitud de restos de la época. Gracias a ellos se sabía de su posición social, de su influencia y capacidad económica para levantar estatuas honrando a la familia de su esposo y a los cargos más importantes de la comarca. Pero su historia personal se conoció un poco más después de que se encontrase su mausoleo. Piedra a piedra y con precisión milimétrica fue retirado de debajo de las vías del tren donde se encontraba y ahora puede visitarse en el Museo de la Ciudad de Antequera donde llama la atención sobre una mujer poco frecuente en la sociedad romana y cuya influencia trascendió a la del que fuera primero su dueño y luego su marido.

Con el análisis de los restos de Plecusa encontrados en el mausoleo se despejaron algunas dudas sobre ella: no murió vieja como se presuponía por las referencias a su persona de sus nietos e hijos, falleció pasada la treintena, fue madre en dos ocasiones: una en torno a los 15 años siendo esclava y otra con posterioridad, trabajó en un torno cerámico antes de su maternidad y sus restos óseos también indican desgaste por cargar con peso -probablemente niños- y un arañazo posterior a su muerte para quitarle uno de los brazaletes de metales preciosos con los que fue enterrada. Y es que alguien entró al mausoleo en el siglo III y lo saqueó de las cosas más valiosas. Hasta ahí todo normal. En la sociedad romana era habitual que amos y esclavas yacieran y naciesen niños de esos encuentros. La descendencia tenía la condición de la madre, es decir esclavo. Lo que es menos habitual, aunque también se daba, es que alguien de la importancia de Manius Acilius Fronto no sólo le diese la libertad, si no que también se casase con ella. Como tampoco se conocen muchos casos de que la que fuese esclava tuviese la influencia que llegó a tener Plecusa ni la falta de pudor en reconocer su procedencia y suerte.

"Patrono y marido"

"Patrono y marido", así se refiere a su esposo, hay otro caso parecido al del Plecusa en el que las loas al libertador no son tan escuetas. Además, su hijo, nacido esclavo fue condecorado con las máximas distinciones que podía tener un liberto y su hija, nacida ya libre, también fue una persona importante. Otro punto que llama la atención es que tanto su hija como sus posteriores nietos utilicen el nombre de Plecusa en sus denominaciones antes que el de Manius, aunque la importante familia de los Acilios quedase plenamente identificada.

Restos de Singilia Barba que sigue enterrada y está en la Lista Roja de Patrimonio. Restos de Singilia Barba que sigue enterrada y está en la Lista Roja de Patrimonio.

Restos de Singilia Barba que sigue enterrada y está en la Lista Roja de Patrimonio. / Lista Roja Patrimonio

Además, no sólo sufragó estatuas (tenían que aprobarse por los regidores y luego tener el permiso y el dinero para sufragarlas de la manera adecuada) a altos cargos de la época como el procurador de la Bética al que trataba de "excelente amigo", también a su mujer; y no sólo en Singilia Barba, también en municipios vecinos. La hipótesis es que Plecusa enviudó pronto y quedó al cargo de las relaciones y negocios de la familia. Algo que en otros puntos del imperio tal vez no hubiese sido posible por su condición de mujer liberta, pero hay investigadores que señalan el carácter de la zona como abierto y no tan inflexible con los libertos como en la propia Roma. Al menos no en el siglo II, esto es fruto del carácter comercial y abierto de las élites. La profesora del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada María Dolores Mirón Pérez señala el ejemplo de Barcino, dónde hubo libertos que llegaron a ser magistrados. 

También compara a Plecusa con otro caso de una liberta casada con su señor y explica como no oculta en ningún momento su procedencia y tanto sus actuaciones como los epígrafes encontrados que ella mandó tallar parecen indicar que se sentía orgullosa de su ascenso.  Algo poco habitual y que lanza más preguntas sobre el pasado de la protagonista, de cómo su familia acabó esclavizada.

Tumba en el Museo, un puzzle perfecto de 178 piezas

En 1993 junto a las vías del tren se descubrió una necrópolis romana en el paraje de Las Maravillas, en el término municipal de Bobadilla. Los arqueólogos excavaron, consolidaron el yacimiento y se toparon con grandes sillares de piedra unidos entre sí con grapas de plomo: el mausoleo de los Acilios. En él se encontró la tumba de Plecusa, se pudo comprobar que el mausoleo se había sellado con una puerta de plomo por lo que ella fue la última en ser enterrada en él a pesar de que era un edificio familiar, con columbarios y el enterramiento de Plecusa en el centro. En octubre de 2009, después de recrear el espacio en tres dimensiones y de estudiar todos los aspectos para su traslado, en el lapso de tiempo que va de las 18:00 a la 1:00 se instalaron las 178 piezas en lo que hoy es el Museo de la Ciudad de Antequera. Se estudió todo perfectamente, hasta los canales de mortero líquido que evitaban las filtraciones de agua al monumento funerario. Las grapas de plomo que unían los sillares pudieron volver a colocarse como se encontraron y ahora son parte de la sala III de la institución antequerana. El museo dedica esfuerzos y buena parte de su colección a la época romana y además de rendir respeto por Plecusa y ver su monumento mortuorio, también se puede admirar uno de los efebos de bronce romano más bellos del mundo, o una de las venus que hay en la provincia de Málaga.

Pero la ciudad en la que Acilia Plecusa fue una de sus protagonistas principales es Singilia Barba y está en la Lista Roja del Patrimonio. Se pueden ver sus restos, pero los sillares que se identifican son el punto más alto de su teatro que se estima con capacidad para más de dos mil personas. Además, tiene circo y otro tipo de instalaciones. Pero en torno a Antequera hay múltiples restos de patrimonio de la época romana, la necrópolis de La Angostura no es de las más conocidas, pero está en un lugar con un paisaje envidiable. Además, las termas romanas de Santa María son otro punto que visitar en una ciudad que es monumental y que con el simple paseo hasta llegar al museo seduce a cualquier visitante. Su alcazaba fue construida sobre los restos de una fortaleza romana y también es un lugar visitable, tranquilo e inspirador.

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