Málaga

Expertos coinciden en que el riesgo de inundación no depende sólo del río

  • Las características naturales de la zona y la alteración sufrida por las construcciones anteriores aumentan la inundabilidad

La obra de encauzamiento del río Guadalhorce, que ahora cuestiona el Gobierno autonómico, supone “una garantía absoluta” para algunos expertos consultados que, sin embargo, reconocen la existencia de un alto riesgo de inundabilidad de todo su entorno por otros factores asociados tanto naturales como artificiales provocados por la modificación urbanística de la zona.

La capacidad evacuación de este río en su parte baja se sobredimensionó en su momento precisamente explicó el director de la ya extinta Confederación Hidrográfica del Sur y uno de los artífices del proyecto, Juan Manuel Calvo, “pensando en que se diera el peor escenario posible en el caso de fuertes precipitaciones”. 

 

“Es una auténtica tontería que se cuestione ahora una obra que se calculó hasta el último detalle y que da garantía para poner las manos en el fuego de que su capacidad de evacuar un caudal de 4.100 metros cúbicos por segundo no se va a poner a prueba en la vida”, explicó este ingeniero, que recordó que el proyecto tardó más de tres años en terminarse tras un complicado periodo de ensayos en el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex) y en los que se comprobó que el nuevo modelo de evacuación podría hacer frente a una situación tres veces más catastrófica que la que se dio en 1989.

Ante eso, Calvo aseguró que el riesgo de inundación en la zona es “prácticamente imposible”, máxime si se tiene en cuenta que el caudal máximo calculado para una avenida de periodo de retorno de 500 años en este río es de 2.600 metros cúbico por segundo.

 

Gracias a esta obra, el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga, José Damián Ruiz Sinoga, también coincide en que no se podría volver a repetir una situación tan dramática como la que se vivió en el entorno de la desembocadura del Guadalhorce hace 25 años, donde el río llegó a tener una anchura de más de un kilómetro. Pero insistió en que “suponiendo que todo lo que se pone en duda en el nuevo estudio encargado por la Junta de Andalucía sea cierto, existen soluciones desde el punto de vista de la ordenación del territorio para no condicionar el planeamiento urbanístico previsto en la zona”.

 

Y es que, en su opinión, el problema de inundabilidad del entorno del río Guadalhorce no está determinado únicamente por la capacidad de evacuación del cauce. “Es una zona sensible desde el punto de vista geoambiental porque tiene poca pendiente y porque tiene multitud de obstáculos físicos que impiden el correcto desagüe hacia el mar cuando llueve intensamente”.

 

En ese sentido, María Jesús Perles, geógrafa y profesora titular de este departamento en la UMA, matizó que la zona del Guadalhorce es “un medio complicado de por si” y hay muchas cuestiones que inciden en una inundación del entorno como la incidencia de las mareas, la elevación del nivel freático alterado por las construcciones de la zona y que actúan de represa en caso de lluvias torrenciales, además del atasco que se produce en los sistemas de drenaje como consecuencia del material de arrastre que transporta el agua.

 

El resultado final, indicó, es que “hay mucha agua con dificultad de evacuar cuando llueve en esa zona”. Como consecuencia, la experta advirtió que la obra de encauzamiento del Guadalhorce “solamente ha solucionado parte del riesgo de inundabilidad”, por lo que sí insistió en que esta actuación “no puede ofrecerse como garante único de seguridad frente a posibles avenidas”. 

La caudal máximo fueron los 2.100 m3/seg de 1969

La extinta Confederación Hidrográfica del Sur acometió el encauzamiento de la parte baja del Guadalhorce con la construcción de dos brazos de evacuación, capaces de asumir un caudal de hasta 4.000 metros cúbicos por segundo, cuando hasta la fecha la mayor inundación de la que se tiene constancia en la zona alcanzó un caudal de 2.100 metros cúbicos por segundo en noviembre de 1969. En las inundaciones de 1989, ese caudal se quedó en unos 1,800 metros cúbicos por segundo. Para evitar la acumulación de agua como en esas dos ocasiones, en la obra de encauzamiento se tuvo en cuenta hasta el punto exacto de confluencia desde el que partían los dos nuevos brazos porque sólo con abrirlo o cerrado medio grado ese ángulo podía producir un aumento de la velocidad de caudal hacia un lado o hacia otro.

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