El derribo de la verja, símbolo de la separación del puerto y la ciudad, ha sido una de las grandes aspiraciones de Málaga en los últimos 20 años. De ahí el disgusto con que ha recibido parte de la sociedad malagueña el mantenimiento del muro entre el muelle 2 y el Paseo de los Curas tras las obras del Palmeral de las Sorpresas. Para muchos, este chasco ha sido la principal sorpresa del proyecto del arquitecto Jerónimo Junquera, que ha supuesto el retranqueo de la valla un par de metros, sin que se abran los accesos previstos desde el Parque.

El propio presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Linde, eludió cualquier responsabilidad en este diseño, contra el que el PP ha iniciado una campaña de recogida de firmas para exigir el derribo del muro. "Mantener la valla no es una exigencia del puerto, soy partidario de abrirlo de par en par, porque todo el sinvivir de la operación puerto-ciudad tiene esa finalidad", dijo el jueves, cuando pidió a la Junta que abra dos puntos de entrada y salida desde el Paseo de los Curas.

Gran parte de la presión ciudadana de las últimas semanas contra la modificación del plan del Puerto que suponía la construcción de un edificio cultural en altura, 13 metros sobre la rasante de la calle, con un supermercado en sus bajos, se ha puesto ahora contra la verja, una vez que la Autoridad Portuaria ha dado marcha atrás en el planteamiento de ampliar el equipamiento previsto.

Pero la Junta no quiere que la pelota permanezca mucho tiempo en su tejado, y la semana que viene está prevista una reunión en Sevilla de los responsables de la Empresa Pública del Suelo de Andalucía (EPSA) y de la Consejería de Obras Públicas para "mejorar la permeabilidad" del muelle 2 y plantear un modificado del proyecto en el que la verja no siga separando de forma tan clara el Parque y el puerto.

El problema urbanístico del Palmeral de las Sorpresas es que el proyecto, que ha sufrido numerosos reveses a lo largo de los últimos cuatro años, incluida la suspensión de pagos y relevo de la constructora inicial, ha elevado la cota del muelle 2 casi un par de metros, creando una barrera arquitectónica. Esta obra fue adjudicada por EPSA a Tiferca y Modecar a finales de 2006 por 17 millones de euros y un plazo de 17 meses. Sin embargo, cuatro años después el proyecto sigue sin estar culminado y no lo estará hasta después de verano. Eso sí, con un coste muy superior al inicial, ya que la inversión rondará los 30 millones.

Más allá del futuro de la valla, las reacciones se sucedieron ayer después de que el presidente del Puerto enterrase la modificación de elementos del plan. Entre las voces estuvo la delegada del Gobierno andaluz, María Gámez, quien exigió al Ayuntamiento y al Puerto que aclaren "definitivamente qué modelo de puerto se quiere para esta ciudad", al objeto de que "dé respuesta a las expectativas de los malagueños".

A quien parece no afecta la contundente crítica del presidente del Puerto es el alcalde. De la Torre, insistió ayer en afirmar que si Linde no quiere sentarse con él a tratar temas del puerto "puede venir otra persona". "Las relaciones institucionales no las considero rotas por esas declaraciones", afirmó. Asimismo, en alusión a la imposibilidad de elevar sobre la rasante del Paseo de la Farola el edificio cultural, apuntó que en Urbanismo trabajan en la elaboración de una propuesta que, respetando este parámetro, garantice "un equipamiento que tenga la fuerza y la capacidad de acoger grandes formatos y con elementos suficientemente atractivos". Una acción que, apuntó, ya ha comunicado a Unicaja, entidad interesada en su gestión. "He mandado ese mensaje y, cuando lo tengamos definido, tendremos ocasión de que lo conozca la concesionaria, la entidad financiera y el propio puerto", añadió.