Málaga

Lavado arranca una oreja en una novillada imposible

El halo de responsabilidad que rodea al taurino sobre su propia memoria excede al de cualquier otro ámbito. Tal y como están las cosas, el encargado de pagar por una entrada es también el encargado de mantener viva la llama de la fiesta en favor de las generaciones futuras. Se ha llorado recientemente la muerte de dos toreros en el ruedo con la misma intensidad con la que se ha pedido mantener viva la memoria. Sin embargo, no han sido los únicos, sólo los últimos. Así, ayer se echó en falta el recuerdo a Ignacio Sánchez Mejías en el 84º aniversario de su muerte. Por memoria histórica del toreo. Pero más allá de la anécdota, lo asombroso de la novillada ocurrió horas antes en los corrales. Y es que no se entiende que Málaga, siendo plaza de primera, tenga que sufrir el baile de corrales de hasta 16 animales porque muchos vienen sin condiciones para ser lidiados. Eso no es serio. La novillada, a excepción del quinto (pura nobleza), fue un continuo correvedile de andarines e inciertos animales por un ruedo lleno de inexperiencia, fruto de la situación de los jóvenes espadas. Demasiado pudieron hacer en toda la tarde.

Curro Márquez estuvo guerrero y peleón con sus oponentes. El primero salió suelto y abanto -no sería el único-, anunciando el futuro desorden que marcaría el devenir de las lidias. En la muleta fue pegajoso en exceso, repitiendo para exigir un espacio con el que templarse. Pudo perfilar una tanda buena por la izquierda dentro de una faena voluntariosa. Pinchó y se tiró a matar de frente. "¡Quieto, quieto!", le gritaba a sus banderilleros mientras le inspeccionaban tras la voltereta. Se sabría más tarde que llevaba una cornada interna por la que sería operado. Al toro lo mató el arrojo. El cuarto de la tarde fue un drama. Tan irregular como el que más y más serio que algunos de los toros que han desfilado años atrás por el ruedo. No pudo hacer más que armarse de ganas y sacar algunos muletazos. Era de pelea, sin más estrategia que la de dejar pasar el tiempo para justificar la hazaña. Se quedaba muy corto, derrotando al cielo en busca de algo que cornear. A mala idea, que dicen los taurinos. Tras un cierre de aliño, quedó todo hecho. Una buena estocada por la que le ovacionaron.

José Antonio Lavado se llevó el único premio de la tarde. Antes tuvo que lidiar a un correoso cárdeno oscuro que tardó en fijarse a la muleta. Le anduvo bien por la cara, intentando ceñirlo a la muleta pero con la dificultad añadida de la repetición hasta el exceso, sacándole al aire de los pulmones al de Benamocarra. No pudo hacer más que estar correcto y matarlo de forma efectiva (trasera y contraria) para saludar desde el tercio. Con el 5ª se le abrió el cielo. Parecía que cambiaban las cosas. Otro pelaje, otra línea -seguramente alejada del Atanasio de los Ordóñez- y otro inicio. Fue el ramillete de verónicas el único momento de lucidez capotera de toda la tarde. Brindó "al rey del toreo", como le dijo a José Tomás en su dedicatoria y se echó de rodillas al centro del ruedo para calentar dos tendidos. Cuatro derechazos, un molinete y un eterno pase de pecho bastó para hacer sonar la música. Vinieron otras dos tandas por la derecha, aprovechando la clase y nobleza del animal pero teniendo que cuidarlo en el trazado por la falta de fuerzas. Dejó ver la mano izquierda con cuatro buenos pases, enroscándose la muleta a la cintura y finalizando la faena con una certera estocada. Paseó una oreja con la esperanza de que sea algo más que un número.

Corruco, que debutaba con caballos, se mostró enérgico en su primer novillo. Banderilleó, con más lucidez que acierto, e intentó sacar el poco agua que tenía el pozo de bravura de Fandanguero. Se sucedieron los ¡uy! y los ¡cuidado! desde el principio hasta que tomó la espada para dejar una estocada delante pero terminal con la que escucharía una ovación. Nada pudo hacer en el 6º, el único de De la Plata. Agarrado al piso y con una notable falta de ritmo que actuaron como rompecabezas del debutante. Se desanimó Corruco. ¿Qué iba a hacer? Al menos tuvo la fortuna de matarlo bien. No faltó el reconocimiento del público.

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