Málaga

Madres más allá de los 40: “Creí que era menopausia o estrés, pero estaba embarazada”

Fátima Simón posa con su hija.

Fátima Simón posa con su hija. / Javier Albiñana

Unos niños llegan por sorpresa, de forma natural, cuando ya la maternidad se estima casi imposible. Otros, tras mucho esfuerzo de búsqueda a través de la reproducción asistida porque ya la naturaleza juega demasiado en contra. Es excepcional, pero hay mujeres que son madres pasados los 40.

Es el caso de Fátima Simón, que, a sus 44, acaba de tener a su segunda hija. “Yo creía que era el estrés o la menopausia. Y resulta que estaba embarazada”, ríe feliz. Se llama Marta, pesó 2.980 gramos y está muy bien de salud. “Se despierta por las noches para comer, como todos los bebés, pero tanto ella como yo estamos perfectas. Ha sido la suerte de la vida. Los tres estamos muy contentos con su llegada”, comenta. Se refiere a ella, su marido y su hija Lucía, la mayor, que fue quien eligió el nombre de la hermanita inesperada.

Fátima tuvo a su primera hija de forma natural a los 36. Entonces, no le costó nada quedarse embarazada. Después de algún tiempo, en torno a los 39, intentaron ampliar la familia. “Pero ya la reserva ovárica era más baja, los espermatozoides no tenían la misma calidad... Con la edad, hay cosas que van fallando”, reconoce. Lo intentaron, pero no lograban el embarazo. Consultaron a especialistas y le explicaron que era muy difícil que lo consiguieran si no recurrían a técnicas de reproducción asistida.

Fátima Simón con su hija Marta. Fátima Simón con su hija Marta.

Fátima Simón con su hija Marta. / M. H.

“Decidimos que no”, recuerda. Y siguieron su vida sin poner medios anticonceptivos. La rutina seguía entre el trabajo y los cuidados de Lucía. Estaban ya resignados a ser una familia de tres. Como está rodeada de hermanas y amigas que tenían niños, Fátima fue repartiendo la ropa de su hija que se podía aprovechar y hasta la cama nido, creyendo que su deseo de otro niño se quedaría en el tintero.

Ella es maestra. En junio pasado, no le venía el periodo. En plena vorágine de cierre de curso pensó que serían el estrés o “los desajustes hormonales” previos a la menopausia. Pero no. Era lo que tanto había deseado, un embarazo. “Fue natural, una casualidad. Hace tiempo que queríamos ampliar la familia y no venía. Al final, pensamos ‘Si no viene, no viene’”. Pero Marta, aunque se hizo esperar, al final vino pese a que ya lo habían dado por perdido. “Ya no estábamos buscando”, explica.

Así que a sus 44, Fátima vuelve “encantadísima” a la rutina de pañales e interrupciones de sueño durante la noche para dar el pecho. “Come muy bien”, detalla la madre. Cuenta que trabajó hasta la semana 30 de gestación y que hizo cross fit adaptado para su estado hasta el final del embarazo. Ríe cuando recuerda que una semana antes de saber que estaba embarazada dio las últimas cosas de Lucía, que creía que ya nunca iba a necesitar. Ahora, por suerte, las hermanas y las amigas, le están dando ropa y cosas que le vienen bien a Marta, en ese típico intercambio de cosas materiales que es la metáfora de compartir la alegría por la llegada de los hijos.

Carmen, 45 años

El caso de Carmen –nombre ficticio porque prefiere guardar su anonimato– es algo diferente: aún está embarazada, es su primer hijo, ha sido por reproducción asistida y será madre soltera. Está de ocho meses. “Soy heterosexual”, aclara. Ha tenido pareja y ahora sale “con un amigo” que conocía su proyecto reproductivo. Pero apunta: “Siempre quise ser madre y mucho tenía que cambiar la sociedad para que fuera madre normal, con un padre. Siempre he sido muy independiente y las parejas te condicionan”.

Carmen, nombre ficticio, cuenta su historia, pero prefiere guardar el anonimato. Carmen, nombre ficticio, cuenta su historia, pero prefiere guardar el anonimato.

Carmen, nombre ficticio, cuenta su historia, pero prefiere guardar el anonimato. / M. H.

Su caso no sólo es singular por estas circunstancias. También porque será madre por encima de los 45 años. “Estoy de 32 semanas. Muy incómoda ya, pero también muy contenta”, comenta.

“Siempre quise ser madre, pero lo pospuse por mi situación personal”, explica. Es docente y durante muchos años no tuvo estabilidad laboral. Dio “muchas vueltas” por Andalucía, por España e incluso por el extranjero.

Con 25 años le extirparon un ovario. Así que entre esta situación y su deambular por el mundo, esta malagueña optó por congelar óvulos sus por las dudas para preservar su fertilidad para el futuro. “Di muchas vueltas. Viví en el extranjero. Fui, volví, me fui otra vez. Me daba mucho miedo porque necesitaba una estabilidad”, explica.

Así que cuando ya por fin volvió a su tierra y logró cierta estabilidad laboral, acudió a la clínica IVI de Málaga. Allí descongelaron sus óvulos y utilizaron esperma de un donante. Fallaron dos intentos previos. La tercera transferencia de embriones funcionó y se quedó embarazada. “Es mío”, aclara porque aunque tiene “un amigo”, el proyecto de maternidad de Carmen es en solitario.

“Es un niño. Se mueve demasiado y me da unos sustos... Lo vivo lo más natural posible. Estoy muy contenta y con ganas ya de conocerlo. Es la mejor decisión que he tomado. Será un reto muy grande porque estaré sola ante el peligro”, afirma. Luego aclara que no tan sola, porque tiene a sus padres. “Soy lo que soy gracias a ellos y mi madre estará conmigo”, puntualiza.

Aunque apenas falta un mes para su nacimiento, aún no tiene decidido el nombre. Todavía está indecisa entre cuatro o cinco posibilidades. Tampoco ha comprado muchas cosas para el bebé. “Solo lo básico para sacarlo del hospital”, confiesa. Cuando se le pregunta si intentará tener un segundo hijo, afirma con rotundidad: “Yo tendría más, pero ni soy millonaria, ni tengo tanta ayuda, ni soy tan joven”.

Cuenta que el embarazo va fenomenal. “La falta de hierro es lo único”, como le ocurre a la mayoría de las embarazadas. Eso y los vómitos, que no han parado en toda la gestación. Dice que intentará darle el pecho, que su madre le aconseja que lo haga. Que hace educación maternal, preparación para el parto y hasta pilates para embarazadas. Aunque es una madre poco habitual –no únicamente por sus circunstancias personales sino también por su avanzada edad para la maternidad– cuenta que lo vive con la ilusión y cierto nerviosismo “como todo el mundo”, sobre todo ahora que llega el momento del parto y de abrazarlo.

Mónica García, 49 años

Mónica García con su hijo Pablo, de espaldas. Mónica García con su hijo Pablo, de espaldas.

Mónica García con su hijo Pablo, de espaldas. / M. H.

Mónica García tiene 49 años y un hijo de 7. “Me he quedado con ganas de más, pero no ha podido ser. Mi experiencia como madre es muy buena, aunque se nota la edad. Pero la madurez te da ciertas ventajas porque ves las cosas de otra manera. Yo tengo ayuda de mi familia”, relata.

Como muchas mujeres de hoy en día, comenzó a buscar la maternidad algo tarde, según los consejos de los especialistas. Hizo los primeros intentos con 38 años. “Me quedaba embarazada con facilidad, pero los perdía”, recuerda. Tuvo dos abortos espontáneos. En el Centro Gutenberg detectaron la causa: una malformación en el útero. Así que tuvo que someterse a una intervención para corregirla. “Tuve suerte y al primer intento tras la operación, me quedé embarazada”, comenta. Aquella era la tercera vez que se quedaba encinta. Fue de forma natural, sin reproducción asistida. Y en esta ocasión, el embarazo sí prosperó. Así nació Pablo hace ya siete años, cuando a ella le faltaba una semana para cumplir los 43. “Luego quise tener otro hijo, pero ya no me quedé”, afirma.

Fátima, Mónica y Carmen le ponen voz y sentimientos a una realidad: la de mujeres que por diversas circunstancias han tenido hijos pasados los 40. No es una edad habitual para ser madre, pero debido a los cambios sociales cada vez hay más. Al margen de las diferentes situaciones personales, las tres tienen un hilo común que las une entre sí y también a las madres mas jóvenes: sienten la maternidad como una de las cosas más importantes y hermosas que les han pasado en la vida.

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