Málaga

Un año de Covid en Málaga: 1.490 muertos y miles de abrazos perdidos

  • Son los principales damnificados de la pandemia, pero también lo son los pacientes que siguen aguardando en las listas de espera que aumentaron durante este año de crisis sanitaria

Efectivos de la Unidad Militar de Emergencias en marzo de 2020, vestidos con EPI para desinfectar Vialia.

Efectivos de la Unidad Militar de Emergencias en marzo de 2020, vestidos con EPI para desinfectar Vialia. / Javier Albiñana

Hubo un tiempo en que la gente se hacinaba en conciertos masivos, acudía por millares a estadios de fútbol, se abrazaba cuanto quería sin restricciones ni mascarillas, disfrutaba sin distancias sociales y no usaba gel hidroalcohólico... Parece que ha pasado un siglo desde entonces, pero sólo ha transcurrido un año.

Fallecidos por Covid en Málaga desde el inicio de la pandemia. Fallecidos por Covid en Málaga desde el inicio de la pandemia.

Fallecidos por Covid en Málaga desde el inicio de la pandemia. / Departamento de Infografía

Todo por culpa de un virus microscópico cuyas consecuencias se ven en los hospitales de todo el mundo, en la economía y en las relaciones sociales. Porque ya no se puede viajar, trabajar, disfrutar ni vivir como antes. El Covid 19 –que a principios de 2020 parecía un problema sólo de Wuhan, una ciudad china a miles de kilómetros de Andalucía– puso y mantiene todavía patas arriba la vida como se concebía antes de la pandemia.

Evolución de los contagios de Covid en Málaga desde el inicio de la pandemia. Evolución de los contagios de Covid en Málaga desde el inicio de la pandemia.

Evolución de los contagios de Covid en Málaga desde el inicio de la pandemia. / Departamento de Infografía

Desde que el virus irrumpió en Málaga a finales de febrero de 2020, ha habido tres olas, 86.325 contagiados y 1.490 fallecidos. Pero también se han acumulado los Ertes, los ERE, los cierres de negocios, los viajes postergados, los abrazos perdidos... El único aspecto positivo de este duro inventario es el de personas curadas. Exactamente 63.041 en la provincia desde que comenzó la pandemia. Un total de 7.179 requirieron hospitalización para superar la enfermedad. De estos, 624 pasaron por una UCI debido a su extrema gravedad.

El parte de este sábado refleja que la presión asistencial sigue bajando. Hay 224 hospitalizados, de los que 33 están en UCI. Son ocho y cuatro menos que la jornada anterior. Además, los curados en las últimas horas –701– son cuatro veces más que los nuevos infectados –154–.

Cribado masivo en la barriada de La Luz, en la capital malagueña. Cribado masivo en la barriada de La Luz, en la capital malagueña.

Cribado masivo en la barriada de La Luz, en la capital malagueña. / Javier Albiñana

Las tres olas de la pandemia pusieron al sistema sanitario al borde del colapso. Hubo que crear camas hasta en los espacios que antes eran las cafeterías de los hospitales. Muchos profesionales, desbordados, confiesan que sintieron miedo ante la incertidumbre de enfrentar a un enemigo nuevo e invisible, pero muy poderoso. Con mucho esfuerzo, compromiso, vocación y responsabilidad, sacaron adelante a miles de pacientes. “Estamos cansados”, admite la directora médica del Clínico, María Antonia Estecha.

Este hospital es el que más casos de coronavirus ha tratado en Málaga. Durante la tercera ola, que fue la peor, llegó a tener ingresados 271 pacientes; una cifra que supone la mitad de sus camas y equivale a dos hospitales como el de Antequera y el de Ronda juntos. Estecha advierte: “Y esto no se ha acabado. Veremos lo que pasa después de la Semana Santa”. Los profesionales temen una cuarta ola. “Va a haber otro repunte; no sabemos de qué magnitud”, vaticina.

María Antonia Estecha, directora médica del Hospital Clínico. María Antonia Estecha, directora médica del Hospital Clínico.

María Antonia Estecha, directora médica del Hospital Clínico. / M. H.

La directora médica –que durante la primera ola estaba al frente de la UCI del Clínico y que muchos días sudó bajo un EPI– enumera lo peor de este “durísimo” año de pandemia: “Lo malísimo que han estado los pacientes; el número de enfermos que han fallecido; el caos social que ha generado y la pérdida de empleo, porque es como una guerra; la soledad que hemos visto en los pacientes [de Covid aislados] y en sus familias;la incertidumbre y el cansancio, que han hecho mella en los profesionales”.

Pero, se queda con lo mejor de estos doce meses:“El compañerismo, la unión, la solidaridad entre los compañeros, porque hemos trabajado codo con codo. La humanización al ver que lo pasaban tan mal los pacientes, las familias y tus propios compañeros”. De hecho, tanto el Clínico como otros hospitales pusieron en marcha las vídeollamadas para que los pacientes en aislamiento pudieran comunicarse con sus familias; una iniciativa que trascendió lo asistencial y que contribuyó a tranquilizar tanto a los enfermos como a sus seres queridos.

Todos los hospitales de la provincia, tanto de la sanidad pública como privada han luchado contra el Covid. El Regional, además de atender a un importante número de pacientes del virus, llevó el peso de coordinar la preparación de los recursos extraordinarios a nivel provincial, como el Hospital Auxiliar de Carranque. Los centros de salud también pusieron en valor su papel con la asistencia de los casos más leves, el rastreo de contagiados para su aislamiento y, más tarde, la vacunación anticovid. Estecha insiste en que no puede bajarse la guardia porque aún hay muy poca gente vacunada. No se ha inoculado ni el 4% de la población con las dos dosis y para que haya inmunidad de grupo se necesita cerca del 70%.

Por eso, hace un llamamiento a cumplir “a rajatabla” las medidas para contener el virus trazadas por las Administraciones. Insiste en que hay que ser “estrictos, estrictos, estrictos” en respetarlas para evitar muertes, hospitalizaciones y el hundimiento más profundo aún de la economía. “Tenemos que ser muy estrictos, por la salud y por la economía”, remarca.

Parece un siglo, pero sólo han transcurrido doce meses. La pesadilla empezó el 26 de febrero del año pasado. Las alarmas saltaron por un paciente de 62 años ingresado con neumonía en el hospital sevillano Virgen del Rocío. Los rastreadores –que por ese entonces casi nadie sabía que eran los profesionales encargados de determinar el origen de los contagios– concluyeron que el hombre había contraído el coronavirus en Marbella. Se infectó en un contacto que tuvo en una oficina bancaria de la localidad malagueña con una pareja asiática. Los expertos en salud pública comprobaron que el virus de Wuhan –aquel que parecía tan ajeno a la vida cotidiana de los andaluces– estaba ya entre ellos.

Antonio Domínguez, al recibir el alta. Antonio Domínguez, al recibir el alta.

Antonio Domínguez, al recibir el alta. / Javier Albiñana

Dos días más tarde, el 28 de febrero, se confirmaba que otras tres personas de Marbella relacionadas con el paciente ingresado en Sevilla tenían neumonía. Tras la PCR correspondiente –prueba que entonces sonaba a chino, nunca mejor dicho– se constató que estaban infectadas. Y después se notificó el cuarto positivo: un residente en Fuengirola que había contraído el virus en Italia, que por esa época era el epicentro de la pandemia en Europa. Así se fueron sumando casos y más casos. El primer fallecido oficial con Covid en la provincia de Málaga se notificó hace un año, el 13 de marzo. Era un hombre con patologías previas que llevaba unos dos meses ingresado en el Hospital Vithas Xanit Internacional de Benalmádena.

Desde entonces, se han registrado 1.490 fallecidos con Covid. Pero son más. Porque, sobre todo al comienzo y entre ancianos, se producían decesos sin que se hiciera una PCR para confirmar o descartar el virus. Estos han sido los principales damnificados. Pero también están los demás enfermos; los que tienen otras patologías y han sido relegados por el Covid; los de las operaciones aplazadas por la pandemia y los que siguen aguardando en listas de espera ahora más abultadas...

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