Si es joven menor de 29 años, camarero y, si tiene más de 45 años, peón agrícola. Esto es lo que ofrece el mercado laboral malagueños a los ciudadanos de forma mayoritaria. Los datos oficiales así lo constatan. Según los informes El mercado de trabajo de los jóvenes andaluces y El mercado de trabajo de personas mayores de 45 años en Andalucía publicados por el Observatorio Argos, dependiente de la Junta de Andalucía y que utiliza los registros del Servicio Andaluz de Empleo, tener una carrera universitaria no es necesario para poder trabajar en Málaga, pues la mayoría de los contratos que se firmaron a estos dos colectivos el año pasado eran para puestos de baja cualificación, ligados principalmente a la hostelería, la construcción y los servicios externos como la limpieza. Difícil papeleta se le presenta a los 5.580 universitarios que terminaron su grado en Málaga en el curso 2014, según la última memoria de la Universidad de Málaga, si quieren encontrar un empleo en su área en esta provincia.

En el caso de los jóvenes, que Argos sitúa entre los 16 y los 29 años, la población activa en este segmento media durante el año pasado fue de 142.700 personas, con 85.200 ocupados y 57.500 desempleados, lo que arroja una tasa de paro joven del 40,2%. Es un volumen muy elevado pero, por ser optimista, fue 2,3 puntos inferior a la registrada en 2014 y es cinco puntos menor que la existente en el conjunto de la comunidad autónoma. El año pasado se firmaron 222.702 contratos a jóvenes en Málaga y la mayoría eran para trabajar en servicios de restauración, personales, protección y vendedores. De hecho, según el ranking elaborado por Argos, las diez ocupaciones con más contratos firmados a los jóvenes el año pasado fueron para camarero; vendedor en tienda; peón agrícola (excepto en huertas, invernaderos, viveros y jardines); personal de limpieza de oficinas, hoteles y otros establecimientos similares; monitores de actividades recreativas y de entretenimiento; ayudantes de cocina; peón de industria manufacturera; peón agropecuario; cocineros asalariados; y peones del transporte de mercancías y descargadores.

El de camarero, además de ser el primero en volumen de contratos, también fue el que más creció de forma interanual. Si se observan las diez profesiones más demandadas, junto a algunas de las ocupaciones ya citadas, aparecen la de socorrista, empleado de control de abastecimiento e inventario, o ensambladores, no requiriendo tampoco ninguna una cualificación especial.

El 42% de los contratos realizados a jóvenes el año pasado eran para servicios de restauración, personales, protección y vendedores y el 27% para ocupaciones elementales. Solo el 0,1% fueron para cargos directores y gerentes -pese a ser una de las generaciones mejor formadas- y el 5,8% para técnicos y profesionales científicos e intelectuales. Con estos números se justifica que en el 64% de los contratos solo se requiriera estudios secundarios y en el 19,5% solo primarios.

En cualquier caso, al margen de la formación académica, es muy difícil conseguir un contrato indefinido. En el caso de los jóvenes, el 95,2% de los que se firmaron el año pasado fueron temporales.

Los mayores de 45 años no corren mejor suerte, pues el 94% de los contratos realizados a este colectivo fueron también temporales. La experiencia, en Málaga, no parece un grado pues se repiten prácticamente los mismos parámetros que en los jóvenes. La principal diferencia es que la ocupación en la que firmaron más contratos en 2015 fue la de peón agrícola (excepto en huertas, invernaderos, viveros y jardines), con el 15,5% del total; seguido de personal de limpieza, albañil y, nuevamente, camarero. Entre las diez primeras tampoco hay profesiones de alta cualificación.

Los mayores de 45 años lo tienen más difícil, pues, en diciembre de 2015, el 59,7% de los parados en esa franja de edad llevaban más de un año en el desempleo mientras que en el caso de los jóvenes era el 21,3%.

Camarero, peón agrícola, personal de limpieza... Esto es lo que ofreció Málaga mayoritariamente el año pasado, propiciando así altos niveles de temporalidad y una de las menores rentas brutas disponibles por habitante de España y Europa.